Final Four Euroliga
Micic silencia a un ejército
Un triple del serbio a falta de dos centésimas para el pitido final clasifica al Efes para la final de la Euroliga
Crónica
Vasilije Micic pudo con un ejército. El escolta serbio, con un triple a falta de dos centésimas para el final del partido, mandó a casa al Olympiacos y a los más de 11.000 seguidores griegos que viajaron hasta Belgrado para ver la Final Four. Magia final tras un partido igualado y abrupto, intenso como pocos en el parquet y en las gradas, de hachas más que de varitas, donde el Efes sacó a pasear su mentalidad ganadora y se clasificó para su tercera final de la Euroliga consecutiva.
El Stark Arena teñido de rojo. Pobre del que llevara el azul, color del Efes. El actual campeón de la Euroliga se encontró ante un ambiente opresivo como pocos existen en el deporte europeo. Apenas se escuchaba al speaker mientras nombraba a los jugadores de la escuadra turca. Ni los juegos pirotécnicos que emanaban desde la cancha ni la potente presentación al estilo estadounidense callaba a la afición del Olympiacos , que convertía el pabellón serbio en un auténtico infierno. Ni en el descanso bajaron los decibelios.
El gigantón Mustapha Fall (2,18 metros) era la la boya sobre la que se organizaban los griegos, que tuvieron un inicio de partido magnífico. Apretaba la grada y apretaban sus ídolos en el parquet. Solo el talento puro de Larkin y los triples mantenían la igualdad y cuando los aficionados del Efes sacaban pecho por el acierto de los suyos, una tormenta de pitos les rebajaba las expectativas. Bryant y Sloukas se reprendían con canastas de alta factura y ninguno de los dos conjuntos conseguía generar un amplio espacio en el marcador mientras Micic, MVP de la Final Four hace justo un año, seguía sin aterrizar en el partido, al menos de manera consistente.
Tan bueno fue el inicio de Olympiacos como potente la vuelta del descanso del Efes. Le picó en el orgullo el colmillo que mostraron los griegos y los de Ataman comenzaron a construir su juego. Muchas individualidades pero también mucha precisión, abundantes las canastas con golpe moral incluido, de esas que hacen que los defensores rivales se queden mirando los unos a los otros. El entrenador turco observaba desafiante a la mesa por su lentitud para pitar tiempo muerto mientras algún que otro incidente aislado en las gradas acababa por tensar el duelo definitivamente. Dorsey, con un triple impresionante sobre la bocina, permitió al Olympiacos mantener sus opciones vivas.
El escurridizo Larkin, un zorro huyendo de galgos, seguía con el timón bien amarrado. El base estadounidense, bota que te bota, conseguía hacer pasar los minutos y los griegos se mantenían a rebufo, a la espera de dar un golpe que les diese el liderato en el electrónico, pero incapaces de ejecutarlo. El desacierto de ambos, sin embargo, llevó al partido a decidirse en la últimas posesiones. Estalló el estadio una vez más, que parecía estar ubicado en El Pireo y no Belgrado. Sin embargo, en solo unos segundos, se quedó mudo. Micic , que hasta el momento había estado poco acertado, distante con el duelo, metió un triple imposible cuando la prórroga parecía inevitable. El Efes es un gran equipo, pero su éxito emana directamente de sus genios. Y como el serbio, pocos hay en el baloncesto europeo.