Final de la Euroliga
El Efes inicia su dinastía
Los turcos vencen al Madrid en una asfixiante final y se proclaman, por segundo año consecutivo, campeones de la Euroliga
Crónica
El Efes se proclamó campeón de la Euroliga, su segunda consecutiva, tras vencer al Real Madrid en un asfixiante final en Belgrado. Sufrieron los turcos y le ganaron donde nadie gana al Madrid, en la fortaleza mental, en el ADN campeón. Europa ya conoce a su nuevo rey, uno al que hasta nueva orden debe rendir pleitesía. Vasilije Micic , tras una actuación de pura sangre y delante de sus compatriotas, fue coronado como MVP de la final, lo mismo que hace un año.
El Stark Arena, aún repleto de hinchas del Olympiacos, odiaba a todo el mundo por igual. Tanto los jugadores del Real Madrid como los del Efes recibían silbidos a toneladas, mientras que Laso y Ataman se llevaron un atronador abucheo solo por el mero hecho de ser los brillantes arquitectos de la final. Heurtel en chándal y el joven Núñez en el banquillo despejaban las incógnitas del puesto de base tras la lesión de Williams-Goss , en muletas, mientras que el Madrid le encomendaba la dirección a Hanga y Abalde en el comienzo. Había nervios, tantos que el salto inicial tuvo que repetirse. El balón evitaba el aro en los primeros minutos, no quería besar la red. Hanga y Pleiss inauguraron el marcador de un partido que se movía en sus albores entre muchísima fricción y poco acierto exterior. Acercarse al aro era adentrarse en una tenebrosa arboleda pero parecía la única manera de puntuar con las muñecas algo rígidas. Tavares era adulto en una guardería por su superioridad física y Micic, tras anotar un gran triple, pretendía empezar desde bien pronto con sus diabluras.
Fallaba el Madrid y se mantenía en pie por su ímpetu, todo balón suelto era una oportunidad. Tanteo bajo e igualdad en el primer cuarto, no había prisa. Recogían ambos equipos provisiones antes de comenzar la última etapa del peregrinaje. Tavares no entendía de racionamientos e intentaba garrapiñar todo lo que podía. Solo Larkin era capaz de adelantarse a los zarpazos del caboverdiano en defensa.
La salida de Singleton complicó todavía más el panorama para el Real Madrid. El estadounidense, ex del Barça, imprimía mucha intensidad en el rebote y en la defensa, y permitía a Micic despegar hacia la canasta rival con mayor frecuencia. Era casi como mirarse en un espejo, ambos equipos hasta se copiaban las ecuaciones para anotar, además del marcador. Solo Rudy y Causeur conseguían romper la mímica con dos canastas de extrema dificultad, ambas rematadas cerca del aro, las cuales, junto a un triple de Randolph , ayudaron a coger cierta ventaja a los blancos mientras el Efes se estancaba ligeramente en ataque, bien atado por la defensa madridista. Poirier volaba y solo Larkin y Micic, con sus alas de colibrí, apretaban el acelerador en el bando turco. Al descenso mandaba, como dicen los que entienden, el que menos errores había cometido. Y ese era el Real Madrid.
En la primera posesión del Efes tras la reanudación, la bocina acabó sonando sin que nadie llegara a tirar. Gran defensa del Madrid, que ha parcheado sus déficits con lo único que no se debe negociar en el baloncesto: proteger tu canasta. Tavares seguía siendo infranqueable y el Madrid cotizaba al alza mientras que los turcos sufrían cada vez más para anotar. Le salía todo a los pupilos de Laso , que olían la sangre a kilómetros de distancia y alcanzaban la mayor diferencia en el ecuador del tercer cuarto.
Pleiss dio un poco de ánimo a los suyos con un gran triple y la afición turca, algo aletargada hasta el momento, salió de la cueva para apoyar a los suyos, moción secundada por la isla azulgrana del Stark Arena, que no quiso que se olvidara ni su presencia ni su ‘cariño’ por el Real Madrid. Este Efes sabe sufrir de lo lindo y tienen la extraña ventaja de conocer los senderos ocultos del baloncesto, las maneras de reengancharse a un partido sin que su rival se dé cuenta. Cuando este se relaja, aparecen los de Estambul con un zarpazo inesperado. Notaban los blancos su aliento en el cogote y la final subió el listón en cuanto a la tensión se refiere al encararse Anderson y Poirier, frente con frente, tras una falta en ataque del primero sobre Rudy. La acción se saldó con una antideportiva para los dos implicados.
Tras la trifulca, arrancó el último periodo, que tenía forma de embudo. Los griegos a lo suyo, cantando el nombre de su club a diestro y siniestro pese a quedar en la última posición tras perder contra el Barcelona el tercer puesto. Micic puso por delante al Efes tras un tiro imposible, con una curva surrealista, pues el balón debía esquivar los brazos de Tavares. Se sumaron los tres puntos y Singleton remató la siguiente jugada con un mate al contraataque. El Madrid puede y debe presumir de su mentalidad ganadora y su capacidad para revertir situaciones imposibles, pero ha encontrado en el Efes un gen similar al suyo, un rival feroz, que sabe sufrir y que no se rinde jamás. Se crecían los turcos y al Madrid le costaba darle continuidad a su ataque en estático, pero el electrónico transpiraba máxima igualdad. Llull , que siempre vuelve, pulsó el detonador remoto al meter su clásico triple, el que golpea también en lo anímico. Pleiss quiso equilibrar la balanza con varias canastas de quilates por lo asfixiante de la situación. Golpe va golpe viene, y sin atisbos de que ninguno iba a bajar los brazos, el partido se adentró en su fase final.
Tras un sufrido intercambio de canastas, fue el Efes en su conjunto, frío como un témpano y con mas ganas que nadie, quien se llevó la Euroliga. Se quedó cerca el Madrid, pero este Efes está hecho de otra pasta, no se somete, no hinca rodilla. Con su segunda Euroliga consecutiva, inicia una nueva dinastía en Europa.