Baloncesto
Los fantasmas acorralan al Barça
Los catalanes, que no ganan la Euroliga desde 2010 ni la ACB desde 2014, ven cómo su gigantesco proyecto se tambalea en la serie contra el Zenit y con el inalcanzable liderato del Madrid en liga
Muchas sonrisas se esbozaron cuando Sarunas Jasikevicius llegó el pasado verano al banquillo del Barcelona. Una leyenda del club con fama de sargento de hierro para comandar una conjunción de talento sin parangón en el baloncesto europeo. Tras una última y extraña temporada marcada por la irrupción del coronavirus, en la que los catalanes perdieron la final de la ACB contra el Baskonia, la actual campaña se presentaba como el punto de inflexión para el faraónico proyecto construido por Bartomeu. Mirotic, Higgins, Calathes, Davis, Gasol o Abrines son solo algunos de los múltiples argumentos que el equipo esgrimía hace unos meses en su intento de recuperar tanto la corona continental como la nacional, unas que no se enfunda desde 2010 y 2014 respectivamente. Tras ser regulares en victoria y juego durante buena parte de la campaña, el Barcelona vive hoy acorralado por sus desamores, personificados en el Zenit de San Petersburgo en Euroliga, y por el complejo que ha generado en la entidad el inexpugnable liderato del Madrid de Laso en la ACB. Más fantasmas que certezas.
Ya avisaba Jasikevicius el 12 de abril, tras perder contra el Real Madrid en Euroliga, que algo no funcionaba. «Llevamos un título y ya nos hemos cansado de ganar» , explicaba el lituano con sus penetrantes ojos y apretada mandíbula ante la prensa. Una declaración sintomática, pues solo 20 días después el Barcelona se dirige hacia el quinto y decisivo partido de los cuartos de final de la Euroliga ( martes 4, 21:00 ). El Zenit, que se había clasificado casi de rebote para la eliminatoria, ha humanizado a los culés, una máquina de defensa y baloncesto por aplastamiento en la fase regular (fueron primeros con 24 victorias en 34 partidos) que ahora languidece ante sus ex. Porque si hay que buscar culpables externos en las dudas de los catalanes, Xavi Pascual, entrenador del Barcelona durante una década nada menos, es uno de los señalados.
El técnico, con una plantilla netamente inferior, ha conseguido equilibrar la eliminatoria con una justa victoria en el primer encuentro (74-76) y con una exhibición en el último (74-61). Curiosamente fue Pascual el último entrenador del Barça que levantó una Euroliga, en París hace casi 11 años y con Navarro como brazo ejecutor. Otro despechado es Kevin Pangos, pues el canadiense fue uno de los fichaje estrella para los azulgrana en 2018 y también uno de a los que Jasikevicius dio pasaporte el pasado verano. El viernes puso 24 clavos en el ataúd de sus antiguos compañeros, uno del que ahora no está muy claro si conseguirán salir.
Un inalcanzable Real Madrid
A la espera del desenlace europeo, la Liga Endesa emerge como otro frente de difícil solución para el conjunto de la Ciudad Condal. El Madrid de Laso, ese del que los grandes talentos abandonan su cubierta en medio de la temporada (Campazzo y Deck ya juegan en la NBA), ha conseguido con recursos limitados pero con bastante corazón y olfato para la sangre ser líder incontestable del torneo nacional. Los blancos solo han perdido un partido en 32 jornadas, unas en las que el Barcelona ha acumulado cuatro derrotas pese a que durante buenos tramos de la temporada el sorpasso se presentaba como inevitable. Solo cuatro citas separan a la actualidad de los playoffs, cita en la que los pupilos de Sarunas esperan firmar un gran papel que se les resiste desde 2014. Aquel año vencieron al Real Madrid, pero desde entonces han sido subcampeones en cuatro ocasiones pero sin premio final. Los de Laso se hicieron en ese tiempo con cuatro campeonatos.
Se acercan semanas decisivas para el Barcelona de Jasikevicius, un proyecto que solo encuentra certezas en la final de Copa del Rey del pasado febrero, una que se llevaron tras desnutrir a su rival histórico en su propia casa (sin público eso sí) por 73 a 88. Ese es el partido que a Jasikevicius le enfada, porque no hace demasiado que veía a su equipo con la determinación para competir por los dos grandes títulos de la temporada, un objetivo cada vez más difuminado. Ni siquiera la llegada de Pau Gasol , un fichaje con más tintes emocionales que deportivos, siendo estos últimos bastante numerosos, ha conseguido revitalizar su camino que, pese a estar plagado de virtudes, cada día muestra más neblina.