Mundial de baloncesto
Consuelo de bronce para España
La selección vence a Bélgica, captura el tercer puesto y subirá el podio para recoger la medalla de bronce en su Mundial
Crónica
La historia feliz de esta selección femenina de baloncesto escribió un nuevo capítulo. Episodio, de bronce esta vez, que alarga el final de este periplo extraordinario que comenzó en 2012 y que acumula ya seis medallas consecutivas en los últimos grandes campeonatos . Un equipo de leyenda, como lo definía Mondelo después del partido ante Bélgica, en el que la selección volvió a rebelarse tras otro inicio desastroso para alcanzar un bronce que sabe a oro y que provocó el éxtasis en una grada entregada.
No ha sido un torneo sencillo para la selección. La turbulenta preparación lastró al equipo durante el campeonato. « Nos han faltado un par de partidos para que las que llegaron con molestias hubieran estado a su nivel» , reconocía el técnico. Y aun así, España compitió siempre sin importar los problemas. Porque esa es la seña de identidad de este equipo que nunca baja los brazos aunque el viento sople en contra. Lo ha demostrado más que nunca en el Mundial de Tenerife. «Su» Copa del Mundo . Un campeonato en el que ha sufrido en todos los encuentros y que en todos ha tenido opciones de ganar.
«No hemos estado nunca finas de verdad, pero hemos demostrado nuestro carácter. Hay que tener mucho carácter para levantarse después de lo de Australia y llevarse esta medalla de bronce. Todas son complicadas, pero para mí ha sido la más difícil, por todo lo que hemos luchado y por las cosas que nos han pasado fuera de la pista que no puedes controlar», señalaba la incombustible Laia Palau, que conoce como nadie ese vestuario y que ayer celebró la victoria ante Bélgica como si fuera su primer éxito.
Otro mal inicio
El mazazo ante Australia del que hablaba la capitana le duró a España más de lo esperado. Mondelo , que había pedido pasar página rápido para pensar en el bronce, vio cómo sus chicas salían de nuevo dormidas al partido. Dolía estar lejos de la final y eso lo aprovechó Bélgica para amasar una buena ventaja en el marcador (5-15, m. 7). Vagaba la selección como perdida, hasta que la grada le puso el despertador. « Una parte de esta medalla es, sin duda, del público de Canarias que tanto nos ha ayudado », asumía Laura Nicholls tras el choque con lágrimas en los ojos.
Fue ese aliento incansable del Santiago Martín el que desperezó a la selección, que apretó los dientes y comenzó a teñirse de bronce con Ndour imperial bajo los aros –9 puntos casi consecutivos–. Estaba desatada España y al descanso mandaba ya con cierta autoridad (32-27). Olvidado el mal inicio, quedaba lo más complicado . Alargar esa diferencia para que las fuerzas no fallaran al final como le había ocurrido ante Australia. Fueron Torrens y Xargay , que han llegado muy bien al final del campeonato, las que acercaron un poco más la medalla dando a España doce puntos de ventaja antes del último cuarto.
Fue entonces, con la meta al fondo, cuando a España le entró el vértigo. Un parcial visitante de 11-0 metió el miedo en el cuerpo a las españolas. Mestdagh y Meesseman se habían puesto ya el traje de superheroínas para Bélgica y amenazaban con aguar la fiesta del Santiago Martín (55-54, m. 34). Irrumpió entonces Alba Torrens , la estrella intermitente de la selección, para rescatar al equipo con un triple que desterró todos los miedos. Una canasta que empezó a sepultar la ilusión de las belgas, cuyo único salvavidas a esas alturas era Meesseman.
Éxtasis en la grada
Se lanzó entonces España a por ese consuelo de bronce que daba sentido al campeonato. Un torneo duro, lleno de dificultades, que acabó con una sonrisa tras un triple de Xargay que hizo estallar a la grada. Comunión perfecta con el equipo que puso el colofón a un Mundial histórico que quiere remover los cimientos de la canasta femenina en España. «Lo que hemos hecho aquí y el seguimiento que ha tenido el torneo es muy importante. Marcará un antes y un después en el baloncesto femenino, pero esto es un camino muy largo y tenemos que ser realistas de dónde estamos», apuntaba Mondelo.