Selección de baloncesto
Scariolo: «El cambio generacional no puede ser el objetivo»
La continuidad del italiano marca la estabilidad en el equipo nacional y le permitirá diseñar una renovación gradual pensando en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020
Pasan los años, pero no para Sergio Scariolo (Brescia, 1961) que parece haber hecho un pacto con el diablo. Al italiano cuesta encontrarle un defecto estético, tan detallista fuera de la cancha como lo es dentro de ella. En este encuentro con ABC, se le nota ilusionado con el reto que se abre ante sí tras renovar ayer su vinculación con la Federación de Baloncesto hasta 2020 . El seleccionador mide cada palabra, pero se extiende en el discurso y no le importa dejar fluir los sentimientos mientras mira con responsabilidad y emoción hacia el futuro.
-Si cumple el contrato que acaba de firmar, se convertirá en el segundo seleccionador más longevo, solo por detrás de una leyenda como Díaz Miguel. Son muchos años para lo que se estila en el baloncesto actual...
-Sí, la verdad que sí. En el baloncesto moderno no es algo normal. La velocidad a la que se vive el día a día y la cantidad de partidos hacen que las relaciones se quemen rápido y que se acaben las etapas con cierta premura. Personalmente, creo que nunca he pasado tantos años en el mismo banquillo y eso es un reflejo de lo contento y cómodo que estoy en la familia de la selección. Esta nueva etapa encierra retos ilusionantes y complicados, pero que me ilusionan y me han hecho pensar que tenía que seguir.
- Dicen que cuando uno saborea el éxito en un sitio es mejor dejarlo. ¿No ha tenido esa tentación?
-Había gente que me decía que era mejor cambiar de aires porque va a ser difícil mejorar lo que se ha hecho estos años, pero la perspectiva cambia si tú esperas y confías en que lo que viene por delante puede ser mejor.
-¿Cómo ha cambiado desde que llegó al banquillo de España en 2009?
«Queremos mantener el respeto que el mundo del baloncesto nos tiene y que los jugadores se han ganado en los últimos años»
-La posibilidad de frecuentar durante tanto tiempo a deportistas de tanta categoría, jugadores que esperan que tú estés a la altura de lo que han tenido en sus equipos al máximo nivel ya sea en España o en la NBA, es un desafío que obliga a mantenerte extremadamente al día con todos los aspectos del juego. Cuanto más alto es el nivel de los jugadores más alta tiene que ser tu respuesta, y eso es una motivación y una forma casi automática de ir mejorando como entrenador y como persona.
-¿Qué es lo que más le atrae de esta nueva etapa en el banquillo nacional?
-Los retos son muchos y variados. Lo primero que me gustaría es cumplir el ciclo, porque eso significaría que habría llegado a un número impresionante de partidos al frente de un equipo muy grande como es la selección. Eso implicaría, además, que nos habríamos clasificado para el Europeo, el Mundial y los Juegos, y, finalmente, supondría mantener el respeto que el mundo del baloncesto nos tiene y que los jugadores se han ido ganando en los últimos años. Eso es algo que en el mundo internacional del baloncesto es palpable. Si lo mantenemos, es que hemos seguido dando guerra.
-¿Le ilusiona ser el entrenador de la transición en el equipo nacional?
-No lo veo así, porque el recambio generacional no puede ser un objetivo en sí mismo. Lo es la competitividad. Obviamente, para ser competitivos habrá que ir cambiando piezas y dando oportunidades a los jugadores que se lo vayan ganando, pero sin forzar las marchas precipitadas. La transición o la renovación son un reto dentro del reto más importante, que es el de seguir siendo una referencia y un equipo puntero en todos los campeonatos en los que participemos. No queremos que la ilusión sea prejubilar a gente o dar paso de forma prematura a los que todavía no estén preparados para competir en el baloncesto internacional a un gran nivel. Porque no es lo mismo hacerlo bien en un club con un rol principal que venir a la selección y cumplir con un papel más discreto. Intentaremos seguir tomando las decisiones correctas y equivocarnos lo menos posible.
«La puerta para entrenar a un club está abierta, pero solo lo haría si la oferta es muy atractiva»
-¿Y los jugadores entienden ese cambio de rol para ayudar al equipo?
-Cuando vienen a la selección, saben que tiene que ser así. Nosotros intentamos darle a cada uno el papel que es mejor para el equipo y eso, casi siempre, supone asumir un rol inferior al que tienen en sus clubes o que ellos mismos piensan que deben cumplir. Pero esta es la idiosincrasia de la selección.
-Este año le tocará trasnochar para ver a la legión de españoles en la NBA...
-Sí, pero no hay problema. Veremos los partidos y viajaremos allí. Tenemos un diálogo fluido con ellos y para España tiene que ser un motivo de orgullo tener a diez jugadores en la mejor liga del mundo.
-¿Que alguno se haya ido muy joven no puede ser un problema para su formación y su llegada a la selección?
-No se puede hacer un discurso único y general sobre eso. Recuerdo cuando Pau ganó prácticamente solo la final de la Copa del Rey de Málaga. Explotó y a partir de ahí se abrió el debate de si estaba listo para irse a la NBA. Recuerdo que a mí me parecía que Pau, para el nivel que tenía, habría perdido tiempo si se hubiera quedado en Europa. Hablando ahora de otros jugadores que incluso ya están en la selección, sin tener que dar nombres, la sensación que tuve cuando se fueron es que igual les habrían venido bien uno o dos años más en Europa. Lo importante es que jueguen, que se merezcan esos minutos y que tengan equipos en los que su puesto no esté cubierto por veteranos intocables que les resten protagonismo. La cuestión no es tanto que les dejen jugar porque nos gustaría. La cuestión es que se vayan afianzando, jugando minutos en la NBA por derecho, lo que indicará que son jugadores de talla mundial y muy válidos para la selección.
-¿Se cierra la puerta a entrenar a algún club durante estos años?
-No, la puerta está abierta. Incluso por parte de la Federación hay un excelente predisposición en este sentido y este extremo no ha sido objeto de discusión nunca durante las negociaciones. A mí me sigue ilusionando poder entrenar a un club, siempre y cuando la oferta deportiva sea atractiva al cien por cien. Siendo seleccionador no tengo la obligación de coger proyectos que no me convenzan del todo.