CSKA-Real Madrid
El CSKA acaba con el Real Madrid tras un final agónico
Los blancos, que llegaron a ir ganando por 14 puntos a falta de un cuarto y medio, se desinflaron en el último tramo ante un genial De Colo
Crónica
El Real Madrid se despidió de la Final Four tras caer ante el CSKA en un partido muy igualado, que dominó durante tres cuartos y que los rusos supieron voltear en el último cuarto gracias a un genial De Colo. Los blancos, que llegaron a ganar de catorce puntos a falta de trece minutos y medio, sucumbieron a su precipitación en los últimos instantes. Derrota dolorosa que obliga al campeón a decir adiós de manera prematura y que aplaza la undécima Copa de Europa. Otra decepción de los de Laso, que deja la Liga como único consuelo para no terminar el año en blanco.
No era el mejor día para caminar por Vitoria, aunque ni el frío ni la lluvia alejaron a los aficionados de las calles de la capital alavesa. La ciudad lucía brillante a pesar de todo. Después de años luchando por acoger la fiesta del baloncesto, la mala climatología no podía a empañar la jornada. El amarillo del Fenerbahçe seguía siendo el color predominante en los alrededores del pabellón, pero el blanco de los aficionados blancos le había comido terreno. Jugar cerca de casa ayudaba a lograr ese equilibrio, por el que se colaban, de manera casi testimonial, alguna camiseta del CSKA y del Efes. Se sentía cómodo el Madrid en ese papel de anfitrión en el Buesa Arena, donde habitualmente va a la guerra, y quizá por eso su puesta en escena fue tan buena.
En los dos encuentros disputados durante la temporada, a Tavares le había costado un mundo jugar ante el CSKA. La movilidad de los pívots rusos penalizaba al madridista, incapaz de hacer frente con sus centímetros a la velocidad impuesta por Itoudis cerca del aro. Ayer, el madridista dejó atrás sus complejos y tiró de virtudes para sellar la zona blanca en un primer cuarto para enmarcar . En sus brazos infinitos creció el Real Madrid, feliz por contar en sus filas con el pívot más dominante de Europa. Tavares era un muro contra el que se estrellaba una y otra vez el CSKA. A su intimidación defensiva -puso tres tapones en esos minutos iniciales-, el caboverdiano añadió seis puntos y siete rebotes. Recital que permitió al Madrid amasar una ventaja impensable a esas alturas de partido (11-22, min. 9).
La magia del «Chacho»
La entrada de Sergio Rodríguez -14 puntos en la primera mitad- cortó de golpe la alegría madridista. El base canario, que suena con fuerza para volver a vestir de blanco la próxima temporada, revolucionó el juego de su equipo y devolvió la igualdad al marcador con un parcial exprés que obligó al Madrid a volver a empezar (26-26, min. 13).
Las rotaciones de Laso habían rebajado la intensidad defensiva del equipo. Un problema mayúsculo que el técnico trató de solucionar con la entrada de Causeur en la pista. El francés es uno de esos jugadores que pasan desapercibidos, pero que enamoran a los entrenadores. Eficaz en la retaguardia y seguro en el ataque. Ayer, con el Madrid haciendo aguas, ejerció de salvavidas con nueve puntos consecutivos que evitaron que el CSKA se fuera al descanso con ventaja (43-45, min. 20).
El partido se convirtió en una guerra tras el paso por los vestuarios. El trío arbitral -donde por primera vez en una Final Four había una mujer- rebajó mucho el nivel de contacto y dejó mayor libertad. Llovían los golpes, creando un pique en cada duelo. Saltaron chispas en el protagonizado por Campazzo y Sergio Rodríguez , del que salió victorioso el argentino, autor de una de las canastas del partido. Una bandeja a aro pasado con la que el Madrid redondeaba un parcial de 17-5 que le daba su máxima ventaja (51-65, min. 27).
El factor De Colo
El Madrid mandaba de nuevo gracias a la defensa, su arma principal, que le permitido enjugar el talento de un CSKA por momentos desquiciado. Para saltar las minas con más facilidad, Itoudis puso en cancha a su cinco más bajito, con De Colo -19 puntos en la segunda mitad- y Sergio Rodríguez a los mandos y con Clyburn como factor desequilibrante.
Entre los tres fueron recortando la distancia poco a poco. Una conquista lenta que antes de comenzar el último cuarto había situado la desventaja por debajo de los diez puntos (65-73, min. 30). Tras haber visto tan cerca la victoria, al Madrid le entró vértigo. Le costaba un mundo anotar y solo Llull se atrevía con el aro . Para lo bueno... y para lo malo. Porque el balear, valiente cerca de la canasta, volvió a protagonizar una noche para olvidar en el lanzamiento exterior. Lanzó cuatro triples consecutivos y en cada uno de los fallos la distancia en el marcador se fue haciendo más y más estrecha. Hasta una técnica a Laso, por entender que lanzó un objeto a su banquillo de malas formas, ayudó a estrechar ese margen (76-78, min. 35).
Era el momento de sacar el carácter para dejar de achicar agua. Para pensar de nuevo en grande. Campazzo tomó los mandos y Thompkins alivió al banquillo blanco con una canasta que enjugó Clyburn para igualar el marcador (80-80, min. 37). Quedaban tres minutos que fueron una agonía. Cada canasta se celebraba como un título. Un triple de Taylor, cuando menos se le esperaba, y otra canasta de Randolph, desataron la euforia en la grada madridista, pero De Colo no había dicho su última palabra en el partido.
El francés, el mejor tras el descanso, asumió la responsabilidad y, con cinco puntos consecutivos, acercaba el triunfo a Moscú (89-85). Necesitaba un milagro el Madrid que creyó hasta el final y tuvo, incluso, una posesión para haber empatado el partido, pero el triple de Llull, a la desesperada, esta vez no encontró la gloria.