Baloncesto

La «Bomba» se desactiva

Juan Carlos Navarro anuncia su adiós al baloncesto tras dos décadas de éxitos

Juan Carlos Navarro, en su último partido como jugador azulgrana EFE
Emilio V. Escudero

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Fue la muñeca de Navarro lo que volvió a enamorar a España con la canasta. Su desparpajo en la cancha en aquel Mundial Júnior de 1999 sembró el germen de los mejores años del baloncesto español. Dos décadas plagadas de éxitos con la selección y con el Barcelona a las que el escolta catalán puso punto final ayer con una gris despedida, quizá lo único de ese color en toda su carrera, impropia del mejor jugador español de la historia junto a Pau Gasol. Adiós mal gestionado por un Barcelona ansioso por la falta de títulos que no ha sabido diseñar un plan amable para despedir a su leyenda. Un escueto comunicado a media mañana en un 17 de agosto desactivaba la «Bomba» Navarro , cuyo talento quedará para siempre en la retina de los aficionados sin importar los colores.

Su adiós era a estas alturas un secreto a voces. Hacía semanas que el Barcelona le había comunicado que no contaba con él para su proyecto deportivo, aunque el escolta se resistía a colgar las zapatillas. Quería jugar un año más para despedirse a su forma. Disfrutando por última vez en cada cancha de la ACB y recibiendo el cariño de los aficionados en cada rincón de España. Sueño que quedó truncado y al que no le ha quedado más remedio que renunciar. Navarro se ha dado dos semanas para explicar este adiós en una rueda de prensa en la que el club espera arroparle a lo grande, aunque nada será ya como un día lo imaginó el jugador.

Con Navarro se va una leyenda del baloncesto. El jugador al que todos los niños querían parecerse en el patio del colegio. Su fragilidad física lo hacía tan mundano que parecía sencillo imitarle. Tarea imposible cuando se ponían manos a la obra. Porque el talento del catalán era inmenso y le hacía único. Difícil de frenar por su multitud de recursos. Por la velocidad eléctrica de sus pies y por su descaro infinito en la cancha . Ingredientes que le llevaron a debutar en la ACB con solo 17 años.

Líder de la selección júnior que ganó el Mundial de 1999, Navarro acaparó siempre los focos un poco antes que Pau Gasol . Los dos, amigos inseparables desde que eran unos chavales, fueron de la mano para hacer más y más grande a la canasta nacional, pero siempre con el escolta un paso por delante. Talento precoz que fue rompiendo barreras y allanando al camino al resto de esa generación.

El oro de Japón

Navarro fue el primero de todos en la absoluta. Debutó en un gran campeonato en los Juegos de Sídney 2000 , una de las pocas decepciones que se llevó como jugador de España. Fueron doce veranos consecutivos luciendo el escudo nacional. Acumulando alegrías casi siempre, como en aquel 2006 dorado en Japón. Por entonces, ya era un peso pesado. Capaz de asumir el liderazgo fuera de la cancha -como cuando las cosas se torcieron en el Eurobasket de 2009 - o dentro de ella -con aquella semana fantástica de 2011 que terminó con oro en el Europeo y su primer MVP en ese torneo -.

Se quedan cortas las palabras para escribir las gestas de Navarro. Una parte más del escudo de la sección de baloncesto del Barcelona. El jugador que más trofeos ha levantado de azulgrana y al que las lesiones han privado de un final más feliz. Ahora espera seguir disfrutando de la canasta desde los despachos. Buscando ser útil en su casa. Cerca de la canasta.

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