Final Liga Endesa
Una estampida pasó por el Palau
Grave lesión de Randolph en la rodilla
El Madrid, liderado por Hanga y Deck, se lleva el primer partido de la final tras una imponente actuación
Crónica
Llovió en Barcelona y lo hizo con fuerza. El Real Madrid inició las finales de la Liga Endesa con una de las mejores actuaciones de la temporada. Potente victoria en el Palau azulgrana ante un Barcelona que se vio sobrepasado en todas y cada una de las parcelas del juego. Un ejercicio defensivo de élite dio paso a un festival ofensivo de los blancos, que no tuvieron piedad, fueron a hacer daño, lo que toca cuando el título de liga está en juego. Hanga fue un líder majestuoso, genial la temporada del húngaro, crecido desde que Laso, ante la falta de efectivos por las lesiones en el puesto de base, le dio la batuta del equipo. Los centímetros de Tavares, Poirier y Yabusele generaron jaquecas constantes para los azulgranas y Causeur y Deck, con su fino y aguerrido baloncesto respectivamente, pusieron la puntilla en una noche formidable para los blancos. Los catalanes maquillaron el resultado con un buen último cuarto, tocados en el orgullo, con ganas de demostrar que el partido solo fue un accidente y que tienen ganas de luchar, pero el colchón era demasiado amplio para el Madrid.
Mirotic se mostró famélico desde el inicio y descorchó la final con cinco puntos antes de que se cumpliese el primer minuto de juego. No concedió más el Madrid, menos al montenegrino, al que le provocó tres pérdidas en los tres siguientes balones que tocó. El cuadro dirigido por Chus Ma teo quiso hacer suyo desde el principio un territorio tan hostil como el Palau. Impactante puesta en escena de los blancos, muy físicos a la hora de proteger su zona y muy acertados en la circulación y en el tiro. Causeur y Hanga son el alma de este Madrid y la pareja contagiaba de su colmillo al resto de compañeros. Hasta el joven Núñez se animaba a atacar el apetecible aro azulgrana. Solo Higgins acertaba en el bando local, absolutamente a merced de su archienemigo en los albores de la final.
Laprovittola amarró el estimulante nada más comenzar el segundo cuarto con un triple de mago, de los que acostumbra. El golpe de vuelta fue inmediato, increíble baile de Rudy a Abrines antes de sumar otros tres puntos. Manejaba a su antojo el Madrid el campo anímico, tenía mucha malicia en sus ojos, buscaba un golpe de autoridad con el que marcar a fuego el resto de la serie. Kuric, tras unos playoffs nefastos en el tiro, comenzaba a afinar la muñeca y daba algo de autoestima a los catalanes. Intensidad enfriada por una gravísima lesión de Randolph , al que la rodilla le giró en exceso. Un escalofrío recorrió el recinto, pero el calor no tardó en volver. Hanga (16 puntos en la primera parte) fue el que prendió la hoguera con un triple estratosférico, de los que ha convertido en rutina durante esta postemporada. Abandonó por la puerta de atrás el Barcelona el pasado verano y ahora es el caudillo del Madrid. Cosas de la vida. Los de la capital convertían en un laberinto su zona y se volvían colosos en el otro lado de la pista, todos los rebotes iban hacia sus manos. Combinación que les daba al descanso la amplia ventaja de 18 puntos.
Deck era una anguila, indetectable por la defensa catalana, mientras que la conexión Calathes-Mirotic, la que le dio al Barcelona el sufrido pase ante el Joventut, luchaba contra la marea, rema que te rema, para que su equipo no se quedase atrás en el marcador. Causeur se convertía en fino rinoceronte, pues sus deliciosos movimientos acaban con un golpe contundente en la red rival, y Tavares sumaba ante la falta de centímetros de la defensa azulgrana, algo coja con la baja de Sanli. Apretaba el Palau pero el partido era un festival muy blanco, serio y ostentoso a partes iguales, de los mejores partidos del Madrid en su tortuosa temporada.
Sin respuestas
Núñez, virtuoso y descarado, movía los hilos del Madrid, que siempre encontraba el espacio y el cuchillo para resquebrajar a la defensa del Barcelona. El bonus les dio a los de Jasikevicius algo de vida y en el último cuarto se envalentonaron, poseídos por el orgullo que les proporcionaba su público y la eléctrica actuación de Jokubaitis , desaparecido en los últimos meses de temporada pero muy acertado en los últimos compases del final. Un 12-0 de parcial calentó la olla y el Barcelona tuvo una reacción muy digna, pero demasiado tardía. Los blancos supieron gestionar su ventaja y la pequeña rebelión azulgrana quedó en anecdótica. Mañana, el Palau exigirá revancha en el segundo asalto.