Giannis Antetokounmpo

Conoce al «freak» griego que está revolucionando la NBA

Giannis Antetokounmpo está impresionando a la liga a la vez que hace lo nunca visto: jugar de base pese a medir 2,11 metros

Giannis Antetokounmpo bota el balón ante un jugador de los Toronto Raptors REUTERS

D. VILARES

Imagínense que a un «doctor Frankenstein» le encargasen construir un cuerpo perfecto para jugar a baloncesto. ¿Cómo sería? Para empezar sería alto, muy alto, porque, aunque Stephen Curry se empeña en demostrar lo contrario, el deporte de la canasta sigue siendo un juego para gente grande. Tendría manos grandes para agarrar la pelota a voluntad; sus brazos serían largos y fibrosos, sus piernas fuertes pero ágiles y su cerebro leería el juego de manera privilegiada.

En otras palabras, crearía un cuerpo muy parecido al de Giannis Antetokounmpo , una de las grandes sensaciones del final de la temporada en la NBA.

Desde que llegó a Milwaukee, a Antetokounmpo lo conocen como «El Freak Griego» por su físico sin parangón. Su descubridor fue el español Willy Villar , el director deportivo del CAI Zaragoza ; en 2012 le vio en una cinta casera de la Liga júnior griega y le llamó tanto la atención que tuvo que ir hasta el pabellón del Filathlitikos, el equipo de segunda división en el que jugaba Antetokounmpo.

Tuvo que hacer de vendedor en las calles

Villar le fichó para el CAI pero nunca llegó a debutar. Se quedó cedido en el Filathlitikos hasta final de temporada y de ahí saltó –previo pago al CAI Zaragoza por su cláusula de rescisión– directo a la NBA. Un giro de 180 grados en la vida de un hijo de emigrantes nigerianos que incluso tuvo que ejercer de vendedor ambulante en las calles de Atenas para que a su casa llegase comida.

Si el físico de Antetokounmpo ya era excepcional al llegar a Milwaukee, una vez allí todavía mejoró: de tan joven que era –debutó con 18 años– creció cinco centímetros en su primer año en la NBA. Ahora, desde sus 211 centímetros , se está intentando convertir en el base más alto que jamás haya jugado a baloncesto.

La temporada de los Milwaukee Bucks , un equipo bastante joven que el año pasado se coló en Playoffs por sorpresa, hace semanas que no va a ningún lado. Lastrados por un mal inicio de año y rematados por varios problemas de lesiones, el octavo puesto de la Conferencia Este está demasiado lejos como para pensar en jugar las eliminatorias por el título.

Sin la necesidad de ganar muchos partidos, hace unas semanas que Jason Kidd , entrenador de los Bucks y uno de los mejores bases de la historia, tomó la decisión de entregar a Antetokounmpo las llaves del equipo. El resultado del experimento está siendo asombroso: en los 17 partidos desde el parón del All-Star, el griego promedia 19,2 puntos, 9,4 rebotes y 7,9 asistencias por partido . En diciembre cumplió 21 años.

A ratos Antetokounmpo juega de base en ataque y defiende a uno de los jugadores interiores del rival. En ese periodo ha hecho cuatro triples-dobles , un récord histórico del equipo y ha dejado una impresionante colección de «highlights»; hay momentos en la cancha en los que parece un huracán, y otros en los que actúa como un ingeniero cerebral.

Aún no está claro que su experimento dirigiendo un equipo y jugando de base sea viable a largo plazo. Su gran carencia es el tiro exterior : ni intenta tirar triples porque solo mete el 21 por ciento de los que lanza, y su porcentaje de tiros libres también es mejorable. En la NBA actual, no ser una amenaza con el tiro para las defensas es un hándicap muy importante para el ataque de un equipo.

Su progresión en ese campo es una de las facetas clave para determinar si será una estrella de la NBA o no. Si consigue mejorar el tiro, su techo es inimaginable. En estas semanas Antetokounmpo ha demostrado una visión de juego sobresaliente para un jugador de su edad, y tiene todas las habilidades técnicas y físicas –sus contraataques, en los que atraviesa la pista con tres o cuatro zancadas, son algo verdaderamente sobrenatural– para solucionar los problemas que le plantean las defensas.

Mientras Antetokounmpo resuelve sus interrogantes, lo que queda es disfrutar del último gran fenómeno del baloncesto mundial: el «monstruo» de 211 centímetros que se niega a aceptar su estatura.

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