Efes 91 - Real Madrid 68
El Real Madrid claudica sin Tavares
La baja del pívot, que se resintió de una dolencia durante el calentamiento, deja al borde de la eliminación a los blancos, que volvieron a caer con contundencia ante el Efes
Crónica
El Real Madrid cedió también en el segundo envite de cuartos de final de la Euroliga y se obliga a ganar los tres siguientes si quiere tener sitio en la Final Four de Colonia . Una remontada mayúscula que nadie ha logrado antes y que, vista la diferencia en la cancha, parece improbable.
La lesión de Tavares durante el calentamiento convertía el duelo ante el Efes en el más difícil todavía . Sin su jugador más determinante, el Real Madrid tenía un problema de dimensiones gigantes, que abría un agujero en la zona por el que se abrió camino el conjunto turco. La superioridad del Efes era evidente y solo Thompkins parecía contar con el arrojo suficiente para plantarle cara. Los primeros siete puntos del Madrid llevaron la firma del americano, cuyo torrente inmaculado se secó y dejó paso al vendaval del conjunto de Ataman. Fue Larkin , gris durante buena parte del primer partido, el que asumió el liderazgo esta vez, amasando trece puntos al descanso (21 al final del partido), al que el Real Madrid llegó boqueando (44-32).
La puntería en el perímetro – Micic, 23 puntos y 5 triples en cinco intentos – y la calidad en el uno contra uno dispararon al Efes, que por momentos dio la sensación de estar jugando a medio gas. Como guardando fuerzas para el futuro. Todo lo contrario que el Madrid, revolucionado y entregado a la causa, aunque incapaz de hacer frente al poderío de su rival. No bastaba con el pundonor de Garuba, ni el derroche de Rudy y Llull. Ni siquiera con la muñeca exquisita de Thompkins, porque cada defensa era un suplicio para los blancos. Porque cada canasta costaba un mundo.
La herida se fue haciendo más y más grande con el paso de los minutos (61-27, min.). Tanto, que por momentos fue sonrojante, prueba de que a día de hoy la distancia entre ambos equipos es abismal. Solo el gen competitivo instalado en el vestuario blanco desde hace una década evitó una debacle mayor, aunque ese orgullo no deja señales de vida suficientes como para pensar en una posible remontada que debería comenzar sí o sí en el tercer duelo de la serie previsto para el martes.