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Gasol contra Gasol

Como cuando eran críos en la canasta de sus abuelos, los hermanos Gasol se enfrentarán en una de las mecas del baloncesto

Gasol contra Gasol efe

Javier Ansorena

«Ey, ¿qué pasa, tío?» Dwayne Wade, la estrella de los Miami Heat, estrecha la mano con Marc Gasol , por los pasillos del hotel Sheraton, en Nueva York. No da tres pasos antes de abrazarse con Al Horford, el defensor implacable de Atlanta Hawks, que le abraza mientras dice «¡enhorabuena!» con una sonrisa. El corto trayecto alfombrado entre la sala reservada a los jugadores seleccionados para el All Star de este año y la zona de encuentro con los periodistas deja claro que el estatus del pequeño de los Gasol es de superestrella. Recibe el saludo del célebre Scottie Pippen, el lugarteniente de Michael Jordan en la época dorada de los Chicago Bulls , se enfrenta a una entrevista complicada con dos niños para una televisión –«¿echamos un pulso?», «qué superhéroes serías?», «¿nos cantas un villancico?»- y atraviesa la muralla que forman el medio centenar de periodistas que rodean su mesa. A pocos metros, apenas una docena de periodistas preguntan a Tim Duncan, uno de los pívots más importantes de toda la historia de la NBA. Está claro que este All Star tiene un dueño: los Gasol.

Es la primera vez que dos hermanos juegan el partido de las estrellas de la mejor liga del mundo como titulares. Lo hacen en un gran momento para Marc –quizá el mejor de su carrera, consolidado como el líder de los Memphis Grizzlies- y de el veterano Pau , que vive una segunda juventud en su primera temporada en los Chicago Bulls. Ningún jugador –ni Lebron James, ni Stephen Curry, ni James Harden- concitan tanta atención como los hermanos españoles.

«Es un poco abrumador ver a toda esta nube de gente. Es increíble, muy bonito, algo para recordar», dice Marc. «Es un momento histórico, lo vivo con mucha ilusión», insiste su hermano mayor un poco después.

El símbolo del poderío de los Gasol será cuando compartan el salto inicial del partido de las estrellas en el Madison Square Garden, una de las mecas del baloncesto. «Será un momento emotivo», dice Pau, que jugará con el equipo de las estrellas del Este. «Tiene un simbolismo especial», reconoce Marc, representante del Oeste. «Por ser hermanos, por de dónde venimos y por lo que representamos como personas. Es complicado decirlo con palabras», asegura emocionado.

No es raro verles pelear por un balón. Se enfrentan varias veces por temporada en la NBA, desde hace años. Marc recuerda con emoción cuando Pau vino a España a jugar con los Grizzlies frente al FC Barcelona, donde él militaba, la primera vez que jugaban con camisetas distintas, aunque se habían hinchado de enfrentarse desde niños. «Va a ser un momento familiar para nosotros. Lo que hacíamos años atrás en la canasta de casa de mis abuelos lo haremos ahora delante de mucha más gente», dice con normalidad Marc, que viste la misma camiseta negra con la que compareció en su primer All Star, hace tres años.

En aquel patio familiar «éramos muy competitivos y lo seguimos siendo. Los piques sigue hoy en la cancha», asegura Pau. El hermano mayor ya es una leyenda de la NBA, una figura respetada, totémica. En este mismo hotel neoyorquino, hace catorce años, flaquísimo, imberbe y con cara de no haber roto un plato, fue elegido en el draft. Desde entonces ha roto moldes para un jugador europeo: se convirtió en el jugador franquicia de Memphis –es el máximo anotador en la historia del equipo-, ganó dos anillos con los Lakers, es su quinta presencia en el All Star y se le considera uno de los mejores jugadores de la historia en la posición de 4.

«Si se pudiera conceder la entrada en el Hall of Fame [la institución que reconoce a los jugadores y entrenadores más importantes de la historia] a jugadores en activo, yo se lo daría a Pau», defiende Marc. «Es un jugador irrepetible, nunca he visto nada parecido a él».

Este año Pau podría llegar lejos con los Bulls. En el plano individual, no se le puede poner un reproche: lidera la NBA en número de dobles-dobles (más de diez puntos y más de diez rebotes en un partido). Muchos sueñan con que el enfrentamiento de mañana se repita en las finales de la NBA de este año. “No es imposible, pero sí muy complicado”, dice Pau.

Entre tanto ego y ‘showtime’, destaca la sencillez de los Gasol, a los que ya se considera los mejores hermanos de la historia del baloncesto. «Estoy orgulloso de todo lo que hemos vivido, desde que empezamos en un piso en Sant Boi hasta ahora», dice Marc antes de despedirse.

Gasol contra Gasol

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