Fútbol
Joao Felix altera la huelga del Frente Atlético
Atlético de Madrid
El portugués miró desafiante a los ultras del Fondo Sur al marcar, lo que provocó una reacción de insultos que requirió la intervención de la Policía. El resto de la grada, entre los amagos de cánticos y los tímidos pitos
Simeone no puede ni contra diez
Con la imagen chocante del Fondo Sur del Metropolitano totalmente vacío en su parcela central por la huelga del Frente Atlético, como si de un sector restringido se tratara, comenzó el plebiscito al Cholo y a sus futbolistas tras la doble eliminación en Europa y la inesperada derrota de Cádiz.
Si las alineaciones cantadas por megafonía podían servir como primer termómetro, el público jaleó los nombres de los futbolistas y de su entrenador, aunque sin demasiada pasión ni seguimiento. A la salida de los jugadores, llegaban los primeros gritos de Atleti, Atleti, acompañados de algún pito. Similar recibimiento para el Cholo Simeone, que sí repartió saludos a algún aficionado de los que flanquean el túnel de vestuarios.
Curiosamente (o no) el primer cántico más secundado fue un «Alé Espanyol, alé, alé» del alrededor de un centenar de hinchas pericos apostado en lo alto del Fondo Norte. Minutos más tarde entonarían otra serie de tonadillas más insultantes, «Ole, ole, ole, cornudo Simeone», Atlético de Madrid, mierda»; o «hijos de puta, indios no» que serían afeados con pitos por la afición anfitriona.
En el primer acto, la guerra entre la parroquia local no fue enconada y alcanzó pocos decibelios. Hubo silencio mayoritario, no sabemos si más por apoyar la huelga del Frente o más bien por faltar quienes lideran los cánticos.
Cánticos, y pitos como réplica
Cuando parte de la grada se arrancaba con un «Atleti, Atleti», el himno, o un «Vamos Atleti, vamos», principalmente desde la parte superior del fondo sur o el lateral de preferencia, había quienes replicaban con tímidos pitos. Pero ni el sonido de viento alcanzaba mayor resonancia, ni los que cantaban alargaban la tonadilla más allá de unos segundos.
Las mayores ovaciones se las llevaron Reinildo y Carrasco, por sus internadas por la izquierda que terminaron en ocasiones malogradas por Llorente y Molina; y el público sí se encendió por una caída de Morata en el área y por la expulsión de Cabrera.
Sonora pitada al descanso
Eso sí, en la despedida a los futbolistas camino de vestuarios en el descanso sí se escucharon con fuerza los pitos que reprobaban el primer acto de los suyos, contra diez hombres durante casi 20 minutos.
La segunda mitad comenzó con los aplausos con los que el Fondo Norte recibió a Jan Oblak. Y la tónica en la grada fue similar a la de los primeros 45 minutos. Algún sector se animaba con un «vamos Atleti, vamos» y recibía como respuesta ciertos pitos.
El Frente Atlético, impasible
Para entonces ya estaban ocupando sus butacas los miembros del Frente Atlético, sentados, como anunciaron, sin banderas y sin animar. Pero tampoco pitando ni reprendiendo si otros hinchas animaban. Asistieron impasibles al partido.
Y pasado el cuarto de hora, el gol del Espanyol. Pitada como reacción visceral, pero los más fieles de nuevo intentaban levantar a los suyos con el «Atleti, Atleti». Pero no lo lograron.
El único cántico hacia Simeone volvió a salir de la afición visitante, con un sarcástico «Cholo quédate», curiosamente justo cuando aparecía en escena Joao Félix, que saltó al campo en el 65 acompañado de una ovación.
Joao se encaró al Frente e intervino la Policía
Joao, de hecho, se convertiría en protagonista. Fue de los pocos en sacar una ovación tras sentar a un contrario e iniciar una cabalgada, en campo propio. Y removió al estadio con su gol. Zurdazo a la red, mirada desafiante al Frente, media vuelta y carrera con brazos arriba para pedir el apoyo del resto del estadio.
Su gesto no gustó a los ocupantes del fondo sur, que se encararon e insultaron al portugués, e iniciaron una revuelta que requirió de la intervención policial. Desde entonces sí se manifestaron, con pitos, cuando la tocaba el delantero luso.
El propio Joao tuvo el 2-1 en sus botas, pero se lo negó su excompañero Lecomte. La cosa quedó en empate, como la guerra en la grada. Indiferencia tras el pitido final. Y reparto de pitos y aplausos cuando los futbolistas rojiblancos saludaron a su hinchada desde el centro del campo. El Cholo ya se había marchado. Esta vez salió tranquilo, sin carreras, con paso lento, y tras felicitar por el punto obtenido a su colega Diego Martínez. Otro día de crispación en la grada del Metropolitano.