Champions - Octavos de final
El imperio social de Italia, en peligro
La Juventus, contra las cuerdas ante el Atlético, es un emporio económico, coleccionista de títulos y generador de escándalos
Un fortísimo viento mueve el avión en el que viaja el padre de Álvaro Morata, muchos seguidores del Atlético y buena parte de la prensa. «Lo siento, no podemos aterrizar en Turín, nos vamos a Milán», se disculpa el piloto. La primera plantilla del Atlético toma tierra una hora después en la ciudad que es el balcón de los Alpes y la patria de la Juventus. La Vecchia Signora, emporio económico, poder social de Italia, coleccionista de títulos y generador de escándalos, está contra las cuerdas frente a un Atlético que tiene dos goles de colchón (2-0 en el Wanda).
Sutil en el recado, Simeone contestó a una pregunta específica con un monosílabo. ¿Qué es lo mejor de este equipo?, le inquirieron. «La sociedad», respondió el técnico en la previa del Atlético-Juventus en el Wanda. «¿Habla de política?», le volvió la réplica. «No, nada de política, solo hablo de fútbol», contestó.
La Juventus es, como el Barcelona y su eslogan, más que un club. La societá está vinculada desde que el mundo es mundo a la familia Agnelli, estirpe que simboliza el capitalismo italiano. Su pujanza política, económica y social se encuentra en la industria del automóvil desde que Giovanni Agnelli , el tatarabuelo del actual presidente del club Andrea Agnelli, fundó Fiat (Fabbrica Italiana Automobili Torino) en 1899.
El holding de los Agnelli, Exor, es un emporio con una capitalización de 21.000 millones de euros, 302.500 empleados y múltiples ramificaciones en diversos sectores. Exor es dueño de las marcas automovilísticas Fiat y Chrysler, del fabricante de maquinaria CNH Industrial, la sociedad de inversión PartnerRe, los medios de comunicación (el económico británico The Economist, el local La Stampa y uno de los principales periódicos italianos, Corriere della Sera), la escudería más famosa de la Fórmula 1 (Ferrari) y el club de fútbol con más éxito del país (Juventus). Chrysler, a su vez, es propietario de otras multinacionales (Alfa Romeo, Dodge, Jeep -patrocinador de la Juventus-, Lancia o Maserati). Ahora tiene a Cristiano Ronaldo. «La Juventus no es solo Cristiano, tiene campeones expertos en mil batallas, Dybala, Bernardeschi, Mandzukic», explicó ayer Simeone.
Cuatro generaciones
Cuatro generaciones de Agnelli han dirigido la Juventus desde hace 121 años, cuando un grupo de estudiantes fundó el club como «Sport Club Juventus». Una entidad única que ha condensado el éxito (34 ligas, 13 copas de Italia, 2 Champions, 3 Copas de la UEFA…) en una indudable popularidad que lo convierte en el club con más seguidores de Italia (290 millones en todo el mundo, la mayoría en naciones pobladas por emigrantes italianos, según un estudio de la compañía Repucom) y también el más odiado. Existe un dicho en Italia que se aprecia inmediatamente: el 51 por ciento de sus habitantes quiere que la Vecchia Signora pierda siempre. «Todo lo que se hable no vale de nada, solo cuenta lo que pasa en el campo», dijo ayer el Cholo.
Éxito y, es Italia, también escándalos. La Juventus compitió un año en segunda división (2006-07) por la mano larga de Luciano Moggi y un séquito de adláteres (Giraudo, Bettega), que articularon una red oculta para amañar partidos a través de arbitrajes favorables en connivencia con el encargado de las designaciones. La conspiración se descubrió por unas escuchas telefónicas que castigaron a la Juventus con el descenso administrativo a segunda división y a la pérdida de dos campeonatos que había conquistado, teóricamente, en el campo (2005 y 2006).
Menos publicitado por los medios, aunque igual de grave, fue la sentencia del juez del Tribunal de Turín Giusseppe Casalbore. El magistrado condenó en 2005 al jefe de los servicios médicos del club Riccardo Agricola por fraude deportivo y suministro de fármacos peligrosos para la salud. Dopaje. El auto indicó que seguramente se suministró EPO a los jugadores de la Juventus . El juez fue muy crítico con la declaración de muchos futbolistas, por sospecha de haber mentido, como Torricelli, Vialli, Lombardo, Roberto Baggio, Ferrara, Paolo Montero, Inzaghi o Peruzzi. Las investigaciones se centraron entre 1994 y 1998 (la Juve jugó la final de la Copa de Europa ante el Madrid) y el fiscal denunció que hubo un «uso sistemático de EPO con fines no terapéuticos». El juez condenó a Agricola a un año y diez meses de prisión. La Corte de Apelaciones absolvió luego al doctor y el «vasto programa de dopaje» que la fiscalía creyó plenamente probado para toda la plantilla se cerró sin ningún culpable.
Los viejos fantasmas de la Juventus parecen ahora aventados con un estadio cinco estrellas, el Allianz Stadium (el primero que es propiedad de un club en Italia), una sociedad que factura 290 millones y logra un beneficio neto de 43, que recibe 51 millones anuales de Adidas por lucir en la equipación y ficha a Cristiano Ronaldo por 100 millones.
Las acciones de la Juve en la Bolsa de Milán fluctúan en función de los goles de Cristiano, de su influencia en las victorias. El Atlético ha frenado momentáneamente esa revalorización con los goles de Giménez y Godín en el Wanda, un 2-0 que hace soñar a los colchoneros y amenaza al buque insignia de los Agnelli con el desplome en la Champions.