Atlético-Leverkusen

División en la grada del Metropolitano

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Costaba entrar en calor en el Metropolitano . Pocas noches tan gélidas como la de ayer se habían vívido en el joven coliseo rojiblanco hasta el gol de Morata . Y no solo por el frío y la lluvia. Que el Atlético no está fino es una realidad. Lo dicen los números, pero también las sensaciones. Y ese estado de ánimo tan sombrío alcanza a la grada, que vive momentos de zozobra .

El largo periodo de paz social alcanzado desde que Simeone aterrizó en el banquillo es algo inédito. Era el Atlético un equipo acostumbrado a las pañoladas, los giros al palco y el lanzamiento libre de almohadilla, cuando aún existían. Todo eso se acabó con el argentino. Una buena parte de la afición no comulga con la directiva, pero hasta el más beligerante reconoce el acierto de ese fichaje en la víspera de la Navidad de 2012.

Simeone , que en cuanto puede interactúa con los seguidores, los enardece e incluso los dirige, ha encontrado en el fondo sur, lugar ocupado por el Frente Atlético, a un pelotón que le seguiría hasta el fin del mundo. Ese sector no toleró ayer los pitos, tímidos, que otro parte de la afición dedicó a los sustituidos Koke y Correa y al juego del equipo. Gritos de «vikingos no» y «madridista el que no bote» sirvieron a los ultras para intentar poner en evidencia a los disidentes de la fe cholista. «La gente del Atlético siempre ha sido pasional, intensa, participativa... Y yo la sentí muy bien, sobre todo en el momento de mayor dificultad del partido», explicó Simeone al término de un encuentro que les coloca en una situación ideal para acceder a los octavos. «La gente es espontánea y responde a lo que cree. Es fútbol. A Luis, a Caminero, a Kiko... Nos han silbado a todos. Hay momentos que uno no está tan preciso, pero cuando Koke salga de este vestuario será reconocido por todos», insistió el técnico analizando los silbidos al capitán 427 partidos después de su debut.

La mejor imagen del partido tal vez fuera la de los jugadores, titulares y suplentes, fundidos en un abrazo tras el gol. Esa unión es la que permite a Simeone seguir creyendo en su equipo: «Me siento bien cuando veo pasión, y esta vez el equipo la tenía. Me quedo con esas cosas. Esa es la síntesis del abrazo que hemos visto».

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