Judo
La transformación de Niko Shera se tiñe de bronce
El judoca se reinventa tras su inesperada derrota en los Juegos y encuentra el podio europeo en su primera gran cita en la categoría de -100 kg
Después de quedarse fuera del podio olímpico, completamente superado por la decepción, Niko Shera decidió darse un tiempo. Él, cuya vida llevaba años plenamente dedicada al entrenamiento y la competición, anunció que necesitaba un descanso absoluto para limpiar la mente y pensar en su futuro. Fueron semanas de desconexión con amigos y familiares. En la montaña o en la playa. En cualquier sitio que no fuera un tatami. No quería saber nada del deporte al que había entregado su vida y al que regresó mediado el mes de octubre.
Entonces, el español de origen georgiano -doble campeón del mundo- anunció que subía de categoría y que quería seguir compitiendo. Era el cambio que necesitaba para impulsar su carrera. Porque además de cambiar de rivales y táctica, podría permitirse una preparación menos espartana. Pasar menos hambre , que es uno de los sacrificios que había tenido que hacer para competir en -90 kg. durante años.
En octubre volvió al dojo con ganas de renovarse y anunció su salto de categoría. Las lágrimas de Tokio eran ya un mal recuerdo sobre el que construir un nuevo futuro glorioso. Uno incierto, pues nunca es fácil acoplarse a los cambios en un deporte tan complicado como el judo.
Niko lo ha conseguido, como siempre, a base de trabajo. Apoyado por sus compañeros de entrenamiento en el gimnasio que regenta Quino Ruiz, su entrenador y padre deportivo. Su pilar y el hombro donde apoyarse cuando las cosas pintan peor. En Tokio, ambos compartieron decepción y este fin de semana, en Sofía, han abrazado la alegría de volver al podio.
En su primera gran cita en la nueva categoría, Shera ha subido al podio. Bronce en el Europeo en el que España ha sumado también un oro (Fran Garrigós), una plata (Alberto Gaitero) y un bronce (Julia Figueroa).
Para Niko, el bronce ha tenido un sabor dorado, pues sabía de la dificultad de competir contra rivales más grandes y pesados y supo reponerse, además, tras caer en cuartos y triunfar en la repesca. Alegría con la que mira con optimismo hacia el futuro. Con una sonrisa en el rostro, la misma que perdió durante semanas tras la derrota en los Juegos. Aquella herida es ya una cicatriz a la que mirar con orgullo y que le sirve de acicate cada vez que sale al tatami.
Hasta París 2024 todavía queda mucho tiempo, pero el camino iniciado el pasado mes de octubre ha encontrado el premio a las primeras de cambio. Reflejo de que las cosas en el dojo de Quino Ruiz siguen haciéndose con el mismo mimo de siempre y que Niko no ha bajado la guardia.
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