Tiger Woods vuelve a ganar un título más de cinco años después

Su último trofeo lo había levantado hace cinco años, un mes y dos días

Tiger Woods celebra el triunfo en Tour Championship AFP

Miguel Ángel Barbero

Desde el Bridgestone Invitational de 2013 al Tour Championship de 2018 han pasado 1.876 días, la mayor parte de ellos de calvario , en los que Tiger Woods bajó a los infiernos y ha vuelto a subir. Afortunadamente, con la salud por bandera y el espíritu ganador de antaño. «Soy un milagro andante» llegó a comentar cuando se le hablaba sobre su estado físico hace unos meses, cuando había pasado de estar postrado en una cama sin poder caminar a mover un palo de golf.

En ese momento el californiano comprendió que no podía repetir los errores de antaño y que no merecía la pena forzar su reaparición sólo por el hecho de volver a sentirse golfista. «El proceso estaba claro: primero se trataba de no sentir dolor ; después de recuperar la forma; más tarde de poder ser competitivo y, finalmente, de poder ganar de nuevo», explicó con lágrimas en los ojos después de ganar ayer en Atlanta. Y todo lo ha hecho de la manera más simple posible, abandonando la preparación física de marine y la técnica de los grandes gurús. «Decidí escuchar a mi cuerpo y recuperar mis movimientos», de manera que ahora está en buena forma y con la mayor velocidad de swing de todo el circuito.

Después de los avisos que había ido dando a lo largo de la temporada (fue subcampeón en el Valspar y el PGA Championship y cuarto en el British), su confirmación como miembro activo en el equipo estadounidense de la Ryder Cup le dio un estímulo más para afrontar este final de temporada. Tanto es así, que llegó a este último torneo de la FedEx Cup con opción de ganar el premio a la regularidad. Ayer, gracias a su triunfo incontestable en Atlanta ascendió a la segunda posición, por detrás del número uno mundial, Justin Rose, al que le bastaba con quedar entre los cinco primeros para hacerse con el galardón y los diez millones de dólares de premio.

De todas formas, el objetivo de Tiger esta semana no era tanto coronarse como el mejor de la temporada sino romper ese lustro de sequía que había frenado en seco un palmarés que prometía romper todos los registros de la historia del golf. Gracias a su victoria en East Lake, ya ha alcanzado las ochenta en el PGA Tour y se queda solo a dos de igualar el registro de Sam Snead como el ganador más prolífico. Y en vista de su actuación en los dos últimos majors, la cifra de dieciocho de Jack Nicklaus vuelve a estar algo más cercana a los catorce que posee desde hace una década.

Con el apoyo incondicional de un público que le apoyó como nunca (el último torneo del curso batió su registro de asistencia) y que le llevó en volandas hacia el triunfo, el californiano solo tuvo que mantener los nervios bajo control en los últimos hoyos dominicales. Durante tres días y medio había dominado el torneo con comodidad y ayer llegó a tener seis golpes de renta bien avanzada la jornada. Pero incluso los genios son humanos y, después de empezar a fallar las calles en los agujeros de vuelta, se vio de pronto con apenas dos de ventaja a falta de otros tantos hoyos. Mas, aunque los bunkers se cruzaron en su camino, supo mantener la compostura para alzar de nuevo los brazos al cielo en señal de victoria. La gente estalló en gritos de júbilo y comenzó a corear «Tiger, Tiger» como si estuvieran en un partido de fútbol. Allí la emoción le embargó por completo hasta provocarle las lágrimas. Algo insual en alguien que ya llevaba 79 torneos su historial. «Ha sido un día muy especial, solo la gente que me conoce sabe lo que he tenido que pasar para poder volver aquí», comentó emocionado.

García, séptimo en Portugal

Sergio García, elegido a dedo por Thomas Bjorn para defender a Europa en la Ryder Cup, necesitaba volver a competir para llegar a París en la mejor forma posible. «Después de unas semanas de descanso estaba echando de menos volver al ritmo de competición y me he sentido muy cómodo en el campo», comentó en Portugal, donde el de Borriol se movió como pez en el agua, acabó séptimo (-15) y con la confianza en todos los palos recuperada. «He jugado muy bien y me voy con buenas sensaciones -reconoció-. No voy a decir que esté en el mejor momento de mi carrera, pero sí que puedo aportar lo máximo al equipo».

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