Seis Naciones
Una mole al rescate de Francia
Los galos, que llevan ocho años de sequía en el Seis Naciones, confían en Demba Bamba, un joven de 20 años y 124 kilos
En año de Mundial, el Seis Naciones adquiere un matiz diferente. Al final del curso aparece un objetivo mayor, un aliciente más suculento que convierte al torneo continental en una ocasión inmejorable para probar y medir fuerzas con potenciales rivales de la cita mundialista. En el caso de Francia, lastrada por años de resultados mediocres , ese carácter de probatura adquiere un valor superior. El XV del Gallo no gana el Seis Naciones desde hace ocho años, y de momento parece seguir lejos de poder hacerlo. Hace poco más de un año pusieron al mando del equipo a Jacques Brunel , quien de momento no ha sacado de esa rutina perdedora a Francia.
Ha sido hora, pues, de tomar medidas drásticas. 2018 se cerró con una mala actuación del equipo sénior francés, pero un formidable desempeño de la selección juvenil: campeones del mundo sub 20 por primera vez en su historia. De ahí ha rescatado Brunel a dos jugadores: el zaguero de 19 años Romain Ntamack , hijo del también internacional Emile Ntamack, y la estrella del equipo, el primera línea Demba Bamba , un portento físico de 20 años, 1’85 de estatura y 124 kilos.
Balonmano y judo
Hijo del suburbio parisino de Saint-Denis , Demba Bamba pertenece a una numerosísima familia con orígenes senegaleses y mauritanos. Es la gran esperanza del rugby francés. No tanto para las competiciones de este año, pero sí para liderar a Francia en el Mundial de 2023, que les tendrá como anfitriones.
Demba Bamba comenzó jugando al balonmano junto a uno de sus hermanos, y demostró una agilidad impropia para su formidable corpachón. Más tarde probó con el judo, deporte que le recomendaron para alejarse de ciertos problemas de conducta que empezó a desarrollar en la escuela. «Nada grave», dijo en una entrevista en Le Parisien Cyril Duarte, su antiguo profesor, «Pero cuando tienes 13 años y pesas 100 kilos tienden a meterte en líos. Pero Demba siempre ha sido un oso de peluche que no lastimaría a una mosca».
El judo también se le dio bien . Tanto, que nadie podía hacerle frente. Con 14 años se proclamó campeón de Francia cadete. Tan fácil le resultaba derribar rivales que terminó aburriéndose.
Así entró el rugby en su vida . Un amigo le llevó a unas pruebas en el US Saint-Denis y, cuando acabó, el que a partir de entonces sería su entrenador le llegó a decir que era imposible que nunca hubiese jugado a ese deporte. Talento innato.
Casi imbatible
A partir de ahí ha llevado una carrera meteórica. Con 16 años le fichó el Brive, de la Segunda división , que consiguió llevárselo gracias a que Serye, uno de sus hermanos mayores, trabajaba en la ciudad. Ya el año pasado el Lyon , uno de los principales equipos del Top 14 francés, le firmó su primer contrato profesional, aunque de momento la mantiene cedido en el club en el que se formó. Desde ahí, sin haber debutado incluso en la máxima categoría del rugby francés, ha alcanzado la selección de «Les Bleus», con la que debutó el pasado mes de noviembre en un preparatorio ante Fidji.
Demba Bamba juega como pilar derecho y gracias a sus poderosos muslos es prácticamente imbatible en el cuerpo a cuerpo. De su correcta maduración dependerán buena parte de los éxitos de una selección francesa deprimida que hoy inicia ante Gales su camino en el Seis Naciones (#Vamos, 21.00 horas).