Snooker
Ronnie O'Sullivan: «Necesito que me digan: ‘¿has intentado esto?’»
Estrella del snooker, habla sobre su éxito, las adicciones y su fórmula para seguir siendo el mejor
Tiene algo de hipnotizante observar cómo los jugadores de snooker consiguen que los tacos acaben dirigiendo la bola hacia el punto exacto, aunque el movimiento parezca increíble o el ángulo, imposible. Entre los mejores de este deporte que atrae a miles de seguidores en países como Gran Bretaña o China, sin duda Ronnie O’Sullivan , este inglés de 44 años, icono de esta disciplina y que busca estos días reverdecer su currículo en el Mundial de snooker que se celebra en Sheffield (del 2 al 16 de agosto, Eurosport). Campeón en 2001, 2004, 2008, 2012 y 2013, ha sido número 1 del ranking también en cinco ocasiones. Entre sus récords, el de liderar la tabla de tacadas (golpear sin fallar todas las bolas de forma consecutiva, lo que da 147 puntos totales) con 15, el que más tacadas acumula (1.017) o la más rápida: 5 minutos y 20 segundos. De aquí el sobrenombre de «The rocket», «el Cohete».
Con todo ganado, más de veinte años de carrera profesional , con una capacidad extra para golpear con las dos manos, y la veteranía de quien sabe que no tiene nada más que demostrar, sigue siendo perfeccionista hasta el extremo, siempre muy crítico consigo mismo. Todavía siente la presión y ese miedo a perder, a fallar, a no ser el mejor. «Tengo miedo escénico la mayor parte del tiempo. No son nervios, es miedo escénico, pensar ‘no soy capaz de hacer esto, no puedo hacerlo’. Pero cuando llego al momento de la jugada es como ‘Tengo que hacerlo, ¿no voy a jugar?’ Así que lo hago, aunque a veces me siento realmente enfermo, pero me digo ‘Tengo que salir allí y hacerlo’. Y una vez que lo haces, no es tan malo», explica a ABC en una entrevista con otros medios internacionales. «No es una cuestión de vida o muerte y siento que no quiero estar en ningún otro lado en ese momento. Pero es lo mismo de siempre: cuando te exhibes y tu reputación está en juego y todos esperan que hagas algo mágico. Y esto no es sacar una varita. Entonces llega la presión. La de fuera, que yo no manejo muy bien, y la propia, cuando se trata de ti y tienes que cumplir en el partido. Esta presión me gusta, y se me da bien. Es la que creo que me hace jugar mejor». De ahí que se sienta cómodo en Sheffield, un torneo en el que no se ha permitido el acceso al público por la crisis del coronavirus.
17 días seguidos
Cuenta de sus primeros mundiales ganados que tampoco la presión o la concentración le supusieron demasiado esfuerzo. «Ganar la primera vez fue una especia de alivio, después... acababa y pensaba que podría estar jugando otros 17 días seguidos. Estoy feliz de que acabe, porque sí que hay esfuerzo durante bastante tiempo , pero me siento listo para correr 10 kilómetros la mañana siguiente (tiene una marca de 34 minutos). O podría tener dos días libres y volver a competir. Muchos de mis partidos son fluidos, rápidos y francamente indoloros», continúa. Una de las críticas que ha vertido en los últimos tiempos es la falta de competitividad entre los jugadores jóvenes que llegan al circuito, a los que considera que no tienen la capacidad suficiente para mantenerse a un buen nivel durante mucho tiempo, lo que, en su opinión, ha hecho bajar la calidad del deporte y llegar a aburrir al espectador.
¿Y cómo consigue alguien que lo ha ganado todo mantener la pasión de cuando empezaba y seguir aprendiendo? «Si Tiger Woods hubiera elegido el baloncesto, habría sido fantástico. Son atletas naturales. Un poco como yo, con la bola. Entiendo la bola, la miro y sé cómo golpearla, cómo girarla, cómo pararla, cómo hacer un efecto. Sé cómo manipularla. Pero necesito que gente me enseñe técnicas. Gente que me diga: ‘mira, ¿has intentado esto? Y una vez que me lo enseñan, sé cómo hacerlo. Dije ‘bueno, ¿has visto esto que puedo hacer? Y eso hace que tu rango de juego sea mayor». O’Sullivan también trabaja con un psicólogo deportivo, Steve Peters, porque entendió que existía una depresión del snooker que no le hacía disfrutar del juego. Solo quería ganar. «A veces me siento un poco plano y necesito un poco de presión, y algo que me pique para decirle: ‘Ven, te voy a enseñar cómo se hace esto’. Creo que muchos de los mejores deportistas necesitan un poco de conflicto para motivarlos».
Clínicas de desintoxicación
También fuera de la mesa, O’Sullivan ha tenido que lidiar con más de un rival. Su padre fue a prisión por asesinato cuando empezaba a despegar. Y ha pasado por clínicas de desintoxicación. «En el 2000 siempre estaba demasiado de fiesta y nunca conseguía decir que no. Entré en una clínica de desintoxicación y luego conseguí unos periodos de abstinencia . Pero creo que mi vida siempre necesita algo de emoción. Entiendo la adicción y entiendo que soy una persona adictiva, así que ahora correr es lo que me mantiene con esa emoción y me hace superar las demás adicciones. Si sé que voy a tener una adicción, por lo menos una que me mantenga en forma y sea sana. No me lo quiero quitar porque me estimula. Y eso hizo que el snooker volviera a tener más importancia en mi vida. ¿Qué más voy a hacer con mi tiempo? Los bares y los pubs están prohibidos, así que intentaré sacar lo mejor del snooker. No me gusta perder, me gusta competir. Así que por eso creo que desde el año 2000 doy lo mejor de mí. Lógicamente el hechizo no ha estado siempre encima de a mesa todos estos años, pero no ha sido por adicciones, sino por cuestiones personales. Creo que si hace 20 años alguien me hubiera dicho que hoy estaría aquí, no me lo hubiera creído». Intentando seguir siendo el mejor.