GOLF

A Jon Rahm le va la marcha

El vasco acaba tercero en el Open Estados Unidos con una preparación diferente: una despedida de soltero

Jon Rahm logró su mejor posición en un grande al acabar tercero en Pebble Beach AFP

MIGUEL ÁNGEL BARBERO

Cuando se incorpora una nueva estrella al firmamento deportivo enseguida comienzan las comparaciones y las exigencias. Para llegar a ser como los de arriba se le pide que trabaje y se comporte al mismo nivel que los que ya ocupan el escalón más alto. Y ese planteamiento, que tiene toda su lógica, a menudo oculta una cruda realidad: que no todos los niños se convierten en hombres con la misma rapidez.

En el caso de Jon Rahm , siempre sorprendieron su calidad y su espíritu ganador, refrendados ambos por los excelentes resultados que consiguió desde que se hizo profesional al acabar la universidad. Empezó a ganar torneos (ya lleva siete) y millones de dólares y llegó a número dos del mundo. Pero todo este universo mágico que se le abrió con 21 años no podía durar para siempre. La carrera del golfista es larga por naturaleza y sufre muchos más altibajos que la de cualquier otro deportista, por lo que iba a tocar lidiar también con otra parte más dolorosa, la de superar los malos momentos. Y ahí es donde la excesiva presión puede hacer más daño a la persona.

Este año comenzó la temporada a lo grande, con una victoria por parejas y un cuarto puesto en el Masters de Augusta . Sin embargo, en el PGA Championship se chocó contra un campo imposible y el juego y la confianza se le vinieron abajo. De ahí que tomara una drástica decisión. «Siempre he sido un adicto al trabajo, pero me dí cuenta de que necesitaba un respiro, cambiar un poco de rutina antes de una cita tan importante como el Open USA », comentó Jon en Pebble Beach .

Como un joven más

Y la mejor manera de hacerlo fue sintiéndose liberado de las obligaciones de sentirse un golfista profesional las 24 horas del día. Volver a ser un chico de su edad (24 años) rodeado de sus colegas. «Paré por completo los entrenamientos y, de hecho, estuve diez días sin tocar un palo de golf -reconoció-. Nos fuimos a la despedida de soltero de un amigo en Las Vegas y desconecté por completo de la tensión de la competición».

Lógicamente, lo que pasa en Las Vegas allí se queda, pero lejos que sufrir un resacón por la visita (siguiendo con los símiles cinematográficos), lo que vivió a continuación fue un subidón absoluto en sus prestaciones. Llegó al tercer grande de la temporada con la mente liberada y con su objetivo bien definido: mejorar sus prestaciones anteriores. Y lo consiguió con creces.

Rahm, con cuatro vueltas bajo par, acabó en tercera posición y a la postre selló su mejor actuación en un grande (hasta ahora acumulaba sendos cuartos puestos en Augusta y el PGA Championship). En unas condiciones muy duras, con un campo largo y un clima frío, fue capaz de brillar hasta el punto de que solo le superaron el campeón, Gary Woodland , y el segundo, Brooks Koepka . «Lo que más me gusta de todo esto es que he quedado tan arriba sin hacer mi mejor juego y con algunos golpes de mala suerte, lo que me hace ser optimista de cara a lo que queda por delante», concluyó con su clásica visión del futuro.

Afortunadamente, su actitud sigue igual, pese a la fiesta de Las Vegas. Jon se siente todo un campeón; joven, pero un ganador con todas las letras.

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