Golf
El premio añadido de ganar en Augusta
Sergio García pudo invitar a su mujer a jugar en el campo, algo especial para ambos
Ganar el Masters de Augusta conlleva muchos beneficios. Aparte de los económicos (el ganador de este año ingresará en su cuenta dos millones de dólares) y deportivos (ascenso en el ranking mundial y exenciones en los distintos circuitos), hay otros más personales que no se pueden pagar con dinero. Los hay relacionados con la vanidad (como pasearse por el club durante toda la semana con la chaqueta verde), con el compañerismo (cada año se reúnen en una cena de campeones) y, por último, con el placer de poder hacer felices a otras personas.
Todos los ganadores del torneo tienen el privilegio anual de poder invitar a alguien a jugar con ellos en tan exclusivo escenario. Y las experiencias, tanto de los que regalan como de los que reciben, son espectaculares. En esta ocasión, Angela Akins pudo vivir la sensación de jugar el Augusta National junto a su marido Sergio García , y ambos lo comentaron con ABC. «Este lugar es muy especial para nosotros, no se me ocurre un lugar mejor para que me hiciera un regalo -indicó la estadounidense-. Nuestra hija se llama Azalea como homenaje a este club y le tenemos mucho cariño. Cuando estamos aquí nos sentimos realmente como en casa».
El Niño, hombre familiar donde los haya, tenía claro cómo ir repartiendo su detalle con las personas que más quiere. « El año pasado jugué con mi padre , que también es profesional, y que fue el culpable de que llegara hasta donde lo he hecho. Y para este tenía claro que se lo iba a proponer a Angela, que tenía unas ganas tremendas de pisarlo por dentro».
El hecho de disputar 18 hoyos en este jardín ideado por Bobby Jones va mucho más allá de lo meramente golfístico. Por eso conviene guardar todos los detalles en la memoria. «Fue increíble, superó todas mis expectativas de largo -prosigue la exreportera-. Nos lo pasamos fenomenal y, aunque jugué bien e iba concentrada en pegar buenos golpes, según pasan los días voy reviviendo muchos más detalles del campo, de lo bien que está todo, de sus matices y colores... en fin, que lo mejor fue poder jugar el campo desde dentro de las cuerdas, porque te da otra perspectiva distinta a la que tienes desde los laterales».
Para quien tiene buen nivel de golf, eso es más que destacable, porque «te ayuda a entender mejor lo que sienten los profesionales. Después de verlo así, puedo decir que este es el recorrido más exigente».
Gran golfista amateur
El criterio de la texana es más que autorizado, ya que defendió a su universidad en la NCAA y en esos momentos era «scratch» (hándicap 0). Eso significa que jugaba los campos al mismo nivel que las profesionales, con la única diferencia de unas barras de salida amateurs, más acortadas. «Es cierto que jugaba muy bien -recuerda con agrado- lo que pasa es que ahora ya no le puedo dedicar mucho tiempo y, sobre todo, noto que me falta entrenamiento. De hecho, desde que nació la niña hace un año no había vuelto a jugar 18 hoyos seguidos». El reto, no obstante, merecía la pena pese a las dificultades. «A mí se me hizo muy largo y en los últimos hoyos estaba bastante cansada, pero está tan inmaculado y en unas condiciones tan buenas que ya no me importaba».
Sergio quería que su esposa disfrutara de la experiencia y no la quiso atosigar con datos o consejos. « Jugar con Angela fue muy divertido, una experiencia muy bonita no sólo para ella, sino también para mí porque lo pasamos muy bien. Yo lo disfruté mucho y seguro que repetimos el futuro, es increíble». Algo que ella agradecerá entonces, porque ya habrá sacado sus conclusiones por sí misma. «No me dio ningún consejo genérico acerca de cómo jugar el campo; según íbamos avanzando me iba diciendo cosas de cada hoyo, como hacia dónde apuntar, qué caídas buscar y esas cosas. Se trataba sobre todo de tomarnos el día para disfrutar y no pude haber tenido un guía mejor para este primer día. Él ha jugado aquí un montón de veces y se lo conoce todo al dedillo». Por eso García quiso que lo viviera de una manera tan personal. «Poder jugar este campo con la persona que amas es único. Es un gran regalo de Augusta para los campeones y quería compartirlo de la mejor manera posible».
Espíritu competitivo
Al margen de toda esta felicidad, ninguno de los dos pudo evitar sacar al competidor que lleva dentro. Por eso, aunque el escenario era un poco intimidante, no dejaron de disputar su duelo particular. Como cortesía, Sergio le daba un golpe a Angela en cada agu jero. «Al principio íbamos más relajados y empezamos a jugar en serio en el hoyo 6. Debo decir que en un momento dado me llegué a poner uno arriba», indica Angela con una sonrisa, lo que corrobora su compañero. «Es cierto que me puso en apuros, pero pude tirar de recursos y terminé ganando el duelo por uno», bromea el campeón, a lo que ella contesta entre risas que, «claro, haciendo dos eagles es más fácil remontar». En resumen, que al castellonense le salió bien la jugada, ya que va a poder disfrutar de su postre preferido durante toda la semana «Habitualmente tenemos una apuesta: si gano yo, tiene que hacerme la cena y si es él, le pago con un pastel de tres leches, su favorito. Además, como regalo aparte, cada vez que hace un eagle también se lleva un postre así que voy a estar encerrada en la cocina todas las noches», concluyó Akins divertida.
De cara al Masters que arranca mañana el de Borriol se muestra confiado. «Mi plan es jugar lo mejor posible y llegar bien al domingo. Vengo sin tanta presión como antaño», avisa.