Rally Dakar

Peterhansel, el lobo estepario gana en todos los continentes

El rey del desierto ha triunfado en África, en América y ahora en Asia. Ha vencido en motos y en coches. Es el mejor estratega: prefiere tardar en decidir, pero saber dónde va. Deja que otros se equivoquen para elegir el mejor camino

Al-Attiyah y Carlos Sainz, segundo y tercero en la general, levantan a Peterhansel
Tomás González-Martín

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Es un zorro del desierto y es un camello, sabe otear el horizonte y ahorrar agua porque hará falta. Es un animal del Dakar, el hombre que mejor ha leído la esencia del raid, el mejor observador de la carrera, el rey de la astucia, el que deja que los rivales abran pista, le adelanten y se estrellen en una ristra de errores. Su copiloto, Boulanger, permite que los enemigos pequen de ansiedad y marquen el camino para que el lobo estepario pase después con todos los datos acumulados de los fallos de los demás. Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Se llama Stephane Peterhansel y en Arabia ha conseguido su decimocuarto Dakar en una exhibición de las de antes, de las que ejecutaba en Marruecos, de navegación pura, con Boulanger como un nuevo Livingstone del desierto arábigo.

Es un artista de la navegación, junto a su copiloto, Boulanger; prefiere perder tiempo, estudiar el terreno, pues luego lo gana

Peterhansel es uno de los culpables de la pasión que produce el Dakar. Su decimocuarto entorchado, el octavo en coches, el primero en Asia, le consagra como el rey en todos los continentes. Se hizo grande en África, extendió su leyenda en América y se consagra en el desierto saudí. Ha vuelto a los honores, después de cuatro años de espera, porque el rally árabe ha recuperado las viejas costumbres de Mauritania, descifrar el libro de ruta como base de la victoria. Y Peterhansel es el mejor «descubridor de caminos». Tiene un lema: «Hay que saber perder tiempo». Astuto, no menciona la segunda parte de su táctica. Prefiere ir lento, estudiar el terreno, ver cómo los demás se equivocan y elegir después la ruta ideal. Así ha vuelto a triunfar. Los hechos desvelan su secreto. Solo ha ganado una etapa en este rally, pero fue líder desde la segunda. Admite que otros ganen, los provoca para ello, y nunca pierde mucho tiempo. En diez de las doce etapas ha quedado entre los tres primeros. Es su engaño.

Treinta años después de ganar su primer Dakar en el Lago Rosa, triunfa frente al Mar Rojo. Carlos Sainz, tercero en la general, se adjudicó ayer la etapa y Peterhansel obtuvo el gran botín, la carrera. Su vigilancia a Nasser Al-Attiyah, dejándole que le aventajara en pocos segundos, ha sido su estrategia para mantener su diferencia de quince minutos. « El error es humano y aunque consigamos todo lo demás es fácil cometer un fallo», afirma el mito. Es el número uno en saber nadar y guardar la ropa. El que menos errores comete es el que vence.

Peterhansel se impuso en un día bonito y triste a la vez. El argentino Benavides , ganador en motos, dio el primer cetro histórico a un sudamericano. La mala noticia fue el fallecimiento de Pierre Cherpin, un motorista francés aficionado que llevaba una semana en coma tras un grave traumatismo craneal. Es el capítulo negro que acompaña a esta aventura tan apasionante como peligrosa.

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