Golf
Nuria Iturrioz, la nueva sensación española
a golfista balear, después de ganar tres torneos internacionales en 2019, debutará en febrero en el LPGA Tour y avisa de que aspira a lo máximo
Si acceder al PGA Tour es una tarea titánica para los hombres («es la NBA del golf mundial», comentó en su día Gonzalo Fernández-Castaño ), entrar en el LPGA femenino está al alcance de solo unas pocas privilegiadas. No solo por la propia selección natural y por la escasez de plazas que existen, sino porque la invasión de jugadoras asiáticas que llevan «sufriendo» desde hace años les ha dificultado el acceso hasta límites insospechados. Ya no basta con tener una semana de escuela afortunada, como antaño, sino que hay que superar una etapa satélite (Symetra Tour) en la que acaban casi todas las esperanzas de la mayoría.
«Para mí, ahora mismo es el circuito más difícil que hay -explica Nuria Iturrioz -, empezando por lo que cuesta económicamente jugar allí. La inscripción a cada prueba son 500 dólares y el calendario tiene 23 torneos, así que si haces cuentas es un buen dinero el que tienes que adelantar. Y luego está el tema de los viajes, que son constantes y atravesándote los Estados Unidos de costa a costa». Esta circunstancia no es extraña en un escalón superior, en el que hay buenos ingresos y las jugadoras pueden permitirse ciertas comodidades. Pero en el Symetra la precariedad económica les obliga a compartir viajes y alojamientos a la antigua usanza. «Apenas tocamos los aviones; la mayoría de los desplazamientos los hacemos en coche (a veces nos hemos pegado la pasada de viajar diez horas de ida y otras tantas de vuelta), pero es verdad que con este ambiente tan familiar de las españolas, viajamos casi siempre las mismas juntas y se hace más llevadero».
Es precisamente este espíritu jovial y positivo el que le ha permitido cumplir su sueño a esta joven balear. Tenía metida entre ceja y ceja la idea de competir al más alto nivel y al final lo ha conseguido. Y eso que el camino no ha sido fácil. Después de un comienzo arrollador en el mundo profesional (ganó en el Circuito Europeo en su primera campaña), luego le llegó un bajón de resultados del que no se recuperó hasta este mismo año. «Siempre había estado muy cómoda con el driver, pero con los hierros perdía consistencia. El invierno pasado conseguimos arreglar esas debilidades con mucho trabajo y los resultados se vieron de inmediato, lo que me dio una gran confianza». En efecto, quedó segunda en Australia en febrero y luego desde abril ya encadenó los triunfos de Marruecos, Dubái y Alabama. Este último fue del Symetra y le dejó claro que tenía nivel para asentarse al otro lado del Atlántico. «Al sentirme tan bien quería seguir jugando, no paré a tiempo para descansar y los resultados se resintieron. Ahora veo que debería de haber hecho una pausa para poner las cosas en su sitio, pero a pesar de todo pude recuperar muy bien el nivel y terminar el año como quería». Con la tarjeta del PGA Tour 2020 en el bolsillo. Objetivo cumplido.
El futuro en sus manos
Se suele decir que lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Y para Iturrioz esto va a suponer un doble reto. No solo porque quiere seguir compitiendo en el LET europeo, sino también porque su carta de debutante no le permitirá jugar en todos los torneos americanos que desee. Es decir, que a estas alturas no puede planificar un calendario como otras golfistas más curtidas en la elite. «Tengo claro que son años duros y largos y que hasta que no me asiente en el LPGA va a seguir siendo así -asume-, pero tengo un buen físico que me responde, no me asustan los viajes y desde luego seguiré trabajando para aguantar semana tras semana, porque es lo que hay».
Ante la incertidumbre, solo tiene claro que comenzará a competir en febrero en Australia y luego irá apuntándose sobre la marcha a los campeonatos en los que la vayan aceptando. Todo ello con la esperanza de emular a las tres españolas que ya han conseguido victorias en la primera división mundial: Beatriz Recari, Carlota Ciganda y Azahara Muñoz . «Hasta ahora no habíamos tenido mucho contacto porque estábamos en circuitos diferentes, pero son bastante cercanas y ayuda mucho el hecho de que no haya una gran brecha de edad entre nosotras. Son muy asequibles y las pocas veces que hemos coincidido me han tratado muy bien y es un orgullo poder verlas ahí y poder decir que voy detrás de ellas».
Ahora bien, eso no quiere decir que se sienta inferior. «Ojo, no sea que yo empiece ganando y se lo ponga difícil», bromea con su eterna sonrisa.