Polideportivo
Del 'no' de Rita a la URSS al ejemplo de Alharilla en el fútbol: así ha cambiado ser madre en el deporte
Pese a que tener hijos en la élite sigue exigiendo sacrificio, en los últimos años se ha normalizado ser mamá
Rita Jasikeviciene era una de las mejores jugadoras de balonmano de la Unión Soviética en la década de los setenta, fija en las convocatorias del técnico Igor Turcon, uno de los entrenadores más laureados en la historia de la disciplina. La lituana, unos meses antes de los Juegos Olímpicos de Montreal de 1975, conoció que estaba embarazada. Una felicidad que, sin embargo, no gustó en el aparato deportivo comunista. Turcon, como ha relatado Jasikeviciene en varias entrevistas, le pidió que abortase para poder ir a la cita. Esta simplemente dijo «no» al severo técnico. Una decisión que le privó de llevarse el oro en Canadá pero que le permitió dar a luz a su primer hijo, Sarunas, Sarunas Jasikevicius , actual entrenador del Barcelona de baloncesto y uno de los perfiles más importantes de la canasta europea de los últimos años.
Ser madre en el deporte de élite ha pasado de ser un tabú a algo relativamente normalizado en la actualidad. Hoy en día existen convenios en el fútbol que dan facilidades a las deportistas cuando estas se quedan embarazadas. El 1 de enero de 2021 entró en vigor una normativa de la FIFA que pretendía cortar de raíz una de las prácticas más agresivas en el mundo del balón: las cláusulas antiembarazo. Un gran salto si se tiene en cuenta que ahora disponen por convenio de 14 meses de baja por maternidad y al menos dos tercios de su sueldo durante el proceso, además de una cláusula obligatoria de renovación si el embarazo se produce en el ultimo año de contrato, como ha ocurrido con la jugadora del Real Madrid Marta Corredera , que el pasado enero anunció que esperaba a su primer hijo.
La lucha por unas condiciones justas ha tenido muchos nombres, pioneras que en un momento dijeron «basta». La futbolista estadounidense Alex Morgan , con un potente foco mediático, fue una de las primeras en poner el debate sobre la mesa al dejar su oficio en 2019 para tener un vástago. Sin embargo, desde el prisma español, ser pionera con el embarazo en el deporte profesional tiene un nombre y un apellido: María Alharilla . La jugadora, capitana del Levante y que acaba de renovar con los valencianos hasta 2024, anunció hace unos meses que dejaba el fútbol temporalmente tras conocer que esperaba a su segundo bebé.
«Todavía queda mucho por hacer, pero este es el camino», explica Alharilla a ABC sobre cómo ha cambiado ser madre en el deporte. La jugadora está en el quinto mes y aún acude a la ciudad deportiva para ejercitarse, aunque pronto deberá parar su actividad futbolística hasta que dé a luz. «Estamos haciendo todos un máster, tanto las futbolistas como los servicios médicos», narra entre risas Alharilla cuando cuenta cómo es tener a una embarazada en un terreno de juego. No le preocupa ni cómo se repondrá físicamente del parto ni cómo afectará a su puesto en el equipo la ausencia. «Mi prioridad es ser mamá», cuenta, además de exigir mayores esfuerzos para que se haga efectivo el salto definitivo: «La vida en el fútbol es muy dura, estás fuera todo el día y además se viaja todos los fines de semana. Aún no sé muy bien cómo voy a organizarme cuando llegue el momento. El convenio debería abarcar más cosas más allá de la baja o del contrato», sugiere Alharilla.
Pero es fuera del deporte rey donde se producen las mayores desventajas, pues cuando una ciclista compite, por ejemplo, en unos Juegos Olímpicos, lo hace sin un contrato. Una situación que el deporte femenino español siempre se ha atrevido a denunciar, con decenas de nuestras mejores deportistas acudiendo a las grandes plazas del deporte mundial con la maternidad como baza. Ona Carbonell y Gemma Mengual (natación sincronizada), Teresa Portela y Maialen Chourraut (piragüismo)... Son muchas las deportistas que han compaginado el sacrificio de la competición y la gesta con ser madres. Pulgada a pulgada, lo que parecía una quimera hace años se ha convertido en algo normal. Qué mejor momento que el día de la madre para recordarlo.