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Muere Miguel Ors, el sabio que le llamó «bajito» a Franco

Era la voz del deporte, el libro gordo de petete del fútbol, lo había vivido todo; elegante en el reconocimiento, en saber quien era su espejo a seguir, decía en privado: «Matías Prats es el mejor». Le tenia como ejemplo. Quiso ser el número uno

Tomás González-Martín

Voz grave, profesional, sin emoción, seriedad, sabiduría, información. Miguel Ors era un grande de otra época, cuando el periodismo no demostraba bufandas y valoraba el buen hacer por encima de todas las cosas. Ors y Juan Antonio Fernández Abajo eran los referentes de la televisión española del deporte, hombres que cantaban los goles del Real Madrid, del Barcelona y de España con la pulcritud hoy perdida, con el similar tono que cantaban los goles de la Yugoslavia de Katalinsky. Narraban para todo el mundo, no solo para sus compatriotas.

Tenías comida del Real Madrid con Bernabéu y allí tenía que hablar Ors, con objetividad, porque Vicente Calderón estaba invitado. Pero luego hablaba Matías Prats, y Miguel decía: « Matías es el mejor». Llegaba la comida del Atlético y Miguel, «la voz», salía a hablar ante los mismos comensales. Y luego, Prats remataba: «Es único». Era su espejo.

Su equidistancia de alto nivel como comentarista contrastaba con su afabilidad campechana fuera del micrófono: «Amigo, yo no escondo lo que soy, nunca podré ser de izquierdas ¿Y sabes por qué? Porque los de izquierdas no saben hacer dinero ». Y eso que el dinero nunca le importó demasiado. Su objetivo era ser el mejor comentarista de televisión. Lo consiguió. Presentador de las noticias de deportes de TVE durante tres lustros, estuvo en el ente público hasta 1992. Escribió en ABC durante 17 años. Lo más importante para él era pisar la primera línea de batalla.

Era un sabio, el libro gordo de petete del fútbol y del olimpismo, porque lo había vivido todo con los protagonistas. Hoy es muy normal, pero en los años 60 y 70 ese privilegio lo tuvieron pocos. Miguel relataba con crudeza el desierto del deporte español de los años 40 y 50. Eran milagros que germinara un medallista. Solo el fútbol daba la talla. Y de ese secarral surgieron Santana, Nieto, Ballesteros, Haro, Blume y todos aquellos locos que se hicieron a sí mismos.

Miguel también se hizo a sí mismo. Tuvo que estudiar Derecho por orden de papá, pero fue periodista por orden propia. Como sabio, Franco le llamó a Palacio en 1972 para que le informara de las opciones olímpicas del entonces Príncipe Juan Carlos en la competición de vela de los Juegos de Múnich, que se celebraría en Kiel. Franco no deseaba que Don Juan Carlos quedara mal.

Lo primero que Franco le dijo a Ors, al verle, fue : «Pensaba que era usted más alto ». Miguel le contestó al contragolpe: «Tengo el honor de ser tan bajito como usted». Al instante pensó: se acabó mi carrera. Franco sonrió. Y entró al toro: «¿Qué puede hacer el Príncipe en los Juegos?». Ors, bajito, apostó fuerte: «Es bueno, puede estar entre los quince primeros ».

Llegada la hora de la verdad, Don Juan Carlos quedó en esa posición gracias a la mejoría en la última regata. El hoy Rey emérito vio a Ors y le dijo: «Me salvé. Y tú también ».

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