Tenis playa

La locura de cuatro españoles para entrar en el Libro Guinness de los récords

Un año de preparación para jugar durante 24 horas ininterrumpidas al tenis playa, llevando sus cuerpos al límite

C. T.

El deporte de élite, además de un desafío por ser mejor que tu rival, es una lucha constante contra los límites de tu propio cuerpo. Por eso, no es de extrañar que, en ocasiones, los deportistas se pongan a prueba para ver hasta dónde pueden llegar, para conocer mejor dónde está el límite. La última «locura» la han protagonizado cuatro españoles, que el pasado sábado entraron en el Libro Guinness de los récords tras jugar durante 24 horas seguidas al tenis playa. «Nos han llamado locos, pero siempre han apoyado esta locura», cuenta Beatriz Bilbao , campeona de Madrid y una de las integrantes del equipo.

Estos cuatro jugadores consiguieron el récord en una modalidad que mezcla el tenis y el voleibol, llevando sus cuerpos a niveles extremos. «Todos han tenido muy malos momentos», explican desde el entorno. «Nos preparamos físicamente con nuestra entrenadora personal y fisioterapeuta de equipo, Alba Baladin. Carlos Ruiz y Bea Bilbao hicieron todos los simulacros programados con éxito, el de 6 horas, 12 horas y 18 horas. Sin embargo, Rufi y yo solo hicimos el de 18 horas, y fue bastante duro, porque nos pasó de todo: lluvia, sol, frío, calor, el baño no estaba nada cerca de la pista y no teníamos fisioterapeuta en las últimas 6 horas… Diría que fue mas duro que el récord de 24h», cuenta a Antomi Ramos, otro de los participantes, a ABC.

Antomi Ramos

Afortunadamente, durante el reto no hubo que lamentar ningún problema grave, aunque sí que surgió un imprevisto: «Me lesioné la mano derecha y tuve que jugar con la izquierda. Era un complicado, pero ha valido la pena», dice Rufi Mendoza, otras de las participantes. «La verdad es que no ha sido fácil aguantar, había que estar preparado física, pero sobretodo, psicológicamente. Gracias a nuestras fisioterapeutas no llegábamos a tener dolores, sino pequeñas molestias, pero psicológicamente se nos podía hacer más pesado. Había momento bastante duros», cuenta Ramos, campeón del mundo 2018 y actual número tres en el ranking mundial.

«El mayor desafío para nosotros era mantener un ritmo de juego 'competitivo', pero sin caer en los extremos, es decir, no podía ser muy alto y agresivo, porque ello supondría un mayor desgaste físico y la completa seguridad de no alcanzar el objetivo de las 24 horas, Tampoco podía ser bajo ni lento, porque igualmente no nos daría ritmo de juego, y, por exigencias de GWR, el ritmo debía ser 'de partido', no de entrenamiento», analiza Ramos, quien desvela otras claves que han hecho posible el récord: «Café, duchas de agua fría, peloteos largos... De esta manera intentábamos activarnos».

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