Golf - Abierto de Estados Unidos

El golf sucumbe ante el absurdo de jugar un campo imposible

La USGA pidió perdón por las condiciones extremas que dejaron el liderato en (+3)

El campo de golf del Abierto de Estados Unidos estaba impracticable REUTERS

Miguel Ángel Barbero

Hay veces que los experimentos hay que hacerlos con gaseosa. Está bien querer poner unos retos difíciles para que solo los más dotados adornen un palmarés como el del Open USA, pero todo tiene un límite. Lo que se vivió ayer en Shinnecock Hills rozó lo dantesco y hace un flaco favor a la promoción de este deporte. Con unos greens rapidísimos, unas banderas escondidas y un viento cambiante a medida que pasaban las horas, los golfistas se las vieron y desearon para terminar dignamente la jornada .

Todos los hombres que toman parte en este torneo saben que se enfrentan a la semana más dura de la temporada, donde unos campos muy difíciles pondrán a prueba sus habilidades con los palos. Sin embargo, en esta ocasión a la USGA (Federación Americana) se le ha ido la mano con la exigencia y ha llevado las cosas más allá de los límites de la lógica. «Hemos vivido situaciones ilógicas, pues dabas los golpes sin saber donde iban a terminar, como una escopeta de feria –se lamentó Rafa Cabrera , el único español que queda en liza -. Y luego, al patear, era imposible parar la bola, era como jugar al minigolf imposible». De ahí que, salvo los que jugaron por la mañana, el resto tuviera que lidiar con unas condiciones infernales a menudo que la intensidad del viento se incrementaba.

Los que peor lo pasaron fueron los hombres de arriba, que salieron por la tarde y vieron cómo sumaban golpes a sus tarjetas sin freno. El número uno del mundo, Dustin Johnson , firmó siete golpes sobre el par y aun así mantuvo el liderato (+3), empatado con Daniel Berger y Toni Finau (que jugaron horas antes) y por un Brooks Koepka que está haciendo una defensa del título de libro. En medio de la debacle, Cabrera se iba manteniendo con mucha seguridad, celebrando los pares como auténticas victorias, pero un triple bogey en el hoyo 18 le estropeó todo lo amarrado hasta entonces. Con un (+10) acumulado bajó a la trigésima plaza y se alejó de cualquier posibilidad de triunfo.

«Supongo que lo que yo diga le entrará a la USGA por un oído y le saldrá por otro -se lamentó el canario- pero creo que tienen que pensar muy seriamente si jugar en estas condiciones tiene algún sentido». Afortunadamente, sus quejas, como las del resto de los competidores, no cayeron en saco roto. Al terminar la jornada los organizadores pidieron perdón públicamente por haber puesto el campo tan difícil. «No esperábamos que saltara el viento de una forma tan virulenta y no nos dio tiempo a reaccionar –asumió su presidente, Mike Davis -. Haremos todo lo posible para ralentizar la velocidad de los greens en la vuelta del domingo».

Rafa debe mantener la calma y pensar que queda mucho en juego en la última jornada. Una buena tarjeta le daría muchos puntos para el ranking mundial y le asentaría en el equipo de la Ryder Cup.

El golf sucumbe ante el absurdo de jugar un campo imposible

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