Tecnología y Deporte
El fútbol llega tarde
La mayoría de los deportes han incluido la tecnología para depurar el margen de error o garantizar la seguridad
Ya hay prendas deportivas elaboradas con fibra sintética que controlan al instante determinados parámetros corporales del deportista: temperatura, porcentaje de humedad e incluso el ataque de bacterias. Las raquetas de última generación miden con un microchip en el mango el número de golpes certeros o reveses bien calibrados, justo en el centro del cordaje. Los potenciómetros despliegan tanta información que el director de un equipo ciclista casi puede jugar a la play con sus corredores. Hace dos años la NBA incorporó a su negocio el Instant Replay, un circuito cerrado de televisión para auxiliar al árbitro en sus dudas. Hace diez entró en vigor el «ojo de halcón», el fabuloso ingenio que elimina las discusiones absurdas ya que decreta si la bola entró o no.
Hace tiempo que la Fórmula 1 convierte cada gran premio en un experimento tecnológico : coches de seguridad virtuales, cámaras térmicas en los neumáticos, imágenes desde cualquier rincón del monoplaza, piruetas en la producción televisiva para captar todos los detalles... El fútbol vive crispado estos días en Japón porque los árbitros consultan la repetición de una jugada dudosa en un vídeo.
Al fútbol le cuesta salir de su zona de confort y sus costumbres. «Esto no es fútbol», protestó un tipo sensato y juicioso como Modric porque el colegiado preguntó por el auricular si el gol de Cristiano al América había sido en fuera de juego o no. También les costó en su día a los puristas del balompié los apellidos de los jugadores en las camisetas, la numeración aleatoria en vez de los dorsales tradicionales del 1 al 11, el chorro de espuma para marcar la distancia de la barrera... Cada alteración del reglamento supone una diatriba para la escasa cintura del deporte rey. El arbitraje por vídeo aporta síntomas de hecatombe. Siempre quedará en el recuerdo de los melancólicos el gol de Míchel que no traspasó la raya, el penalti que Guruceta sacó fuera del área o el disparo de Hurst que nunca entró y le dio un Mundial a Inglaterra. Las gentes del fútbol empiezan a manifestarse en contra de la cooperación tecnológica con el árbitro, desdeñando de paso la legalidad de la norma en los casos de Míchel, Guruceta, Hurst o ayer, de Cristiano Ronaldo. No pocos comentarios en las redes sociales hacían referencia a lo «divertidas que son las discusiones post-partido». ¿Quiere el fútbol acabar o no con sus polémicas?
El replay de la NBA
En la NBA no hay peleas en las gradas respecto a si el tirador pisaba o no la línea de tres puntos. Lo deciden los jueces de mesa con el sencillo mecanismo de darle al replay. Y cuando el colegiado no resuelve una jugada complicada por lógico titubeo, el partido se para un instante para dictar sentencia. Cámaras con zooms ópticos siguen la trayectoria de la pelota y hacen su rastreo. Telemetría en tiempo real desde un centro de mando compuesto por 94 monitores.
El baloncesto español ha transportado el modelo a la primera división. Un sistema parecido, aunque no tan sofisticado, permite al colegiado decidir si el balón penetra en el aro antes de que concluya el tiempo en cada cuarto.
El «ojo de halcón» ha borrado la imagen de John McEnroe protestando y rompiendo raquetas. Desde 2006 calcula en 3D la posición de la pelota para cada imagen, partiendo de dos cámaras que la han captado de forma simultánea. El sistema, patentado en Inglaterra, ya se ha experimentado en alguna competición de fútbol (liga holandesa, copa italiana), pero no cala.
Ya existen deportistas que se tragan una píldora-sensor y les informa sobre todos sus signos vitales en tiempo real, durante las competiciones o los entrenamientos. Y el fútbol aún se resiste a que el vídeo determine si el gol fue o no en fuera de juego.