Polideportivo
La fiebre de la escalada
En la última década, este deporte, que, como la carrera, acompaña al ser humano de forma intrínseca y natural, vive tiempos de expansión en España. Tras el oro olímpico de Alberto Ginés, se ha disparado definitivamente
Otrora, la escalada fue un deporte de nicho en España. Una práctica minoritaria de la que solo unos pocos elegidos disfrutaban en entornos naturales. Aquellos escaladores primigenios, engatusados por la tremenda dimensión que alcanzaba este deporte de montaña en Norteamérica y Centroeuropa en los años setenta, sentaron las bases de nuestra escalada en un caldo de cultivo inmejorable:contamos con una población activa, amante de la naturaleza, que goza de un paisaje abrupto y escarpado óptimo para la trepa. El idilio entre el entorno y el deportista estaba asegurado y así nació una pequeña comunidad, una familia, que con el paso del tiempo se ha visto abocada a multiplicarse.
Hoy en día es un deporte que está en vías de ser masivo. Todo el mundo tiene un amigo que escala, las montañas se llenan y los rocódromos, como en su día las pistas de pádel, triunfan en los avisperos urbanos. Está de moda, al alza, y desde que se convirtiera en olímpico en los pasados Juegos de Tokio –y el jovencísimo Alberto Ginés se colgara el oro –, su explosión rompe cualquier tipo de molde. Por añadir números a lo que parece una hipérbole, las licencias en deportes de montaña en España han pasado de 76.470, en 2006, a 117.571 en 2020 (según fuentes de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada , FEDME). Este año, con la pandemia dando sus coletazos finales, se espera que la cifra aumente considerablemente. Sin embargo, la escalada, y la actividad física realizada en la montaña en general, goza de un amplio sector de practicantes que no están federados. «Se estima que alrededor de 10 millones de personas practican habitualmente algún deporte de montaña», explica José Antonio García Regaña, responsable de escalada y paraescalada de la Federación Española y presidente de la Federación Extremeña de Montaña y Escalada (Fexme), que atiende amablemente a este periódico.
A pesar del aumento progresivo del interés por esta actividad física en nuestro país, el pasado mes de agosto ocupó por completo la atención del ojo público con su primera presencia en unos Juegos Olímpicos. «Fue uno de los deportes más vistos de los Juegos . De hecho, TVE compró los derechos de la Federación Internacional de Escalada y ha retransmitido la última Copa del Mundo porque las audiencias han volado», asegura el presidente de la Fexme. En este auge, la presea de Ginés es determinante. Sin embargo, el éxito del jovencísimo deportista extremeño no es casualidad. « Alberto Ginés no ha surgido de la nada. Alberto Ginés salió de una escuela de escalada pequeñita que montó la Federación hace un montón de años en Cáceres. Luego pasó por nuestros programas de detección de talentos y de tecnificación, y, debido a la falta de instalaciones en Extremadura, tuvo que irse a Barcelona, al lado de su entrenador», continúa García Regaña.
No obstante, pese al ruido mediático que actualmente envuelve a este deporte, ¿por qué gana cada vez más adeptos? Porque es una actividad individual con un alto contenido competitivo contra uno mismo y, a la vez, muy completo en el aspecto social (el compañerismo es un elemento indivisible a la escalada). «Es bonito de ver y atractivo de practicar, porque luchas contra ti mismo... Es satisfactorio subir, avanzar y presenciar tus progresos. Además, hay muy buen ambiente entre escaladores . Por ejemplo, llamó la atención en los Juegos que los escaladores, a la hora de visualizar cómo abordar los problemas (las vías), se reunían y comentaban entre sí cómo iban a ascender. Se hace desde siempre, la cooperación es una característica indispensable en nuestro deporte», afirma el extremeño.
Cuestionado por la amistad que se genera entre arneses y vías , García Regaña recuerda que «si haces escalada de cuerda, tu vida depende de tu asegurador. Los lazos que se establecen son bastante potentes; yo tengo casi 60 años, escalo y tengo amigos que tienen desde los 25 hasta los 45. Algunos pocos, incluso, son de mi edad. Son vínculos muy especiales porque si te falla el de abajo puedes tener un problema... Confías tu vida en él, al igual que lo hace él en ti».
Trepar, un impulso natural
Cuando un niño visita un rocódromo , lo primero que hace, espontáneamente, es ponerse a trepar. Nadie le dice cómo debe hacerlo, es una práctica intrínseca en ellos. «Tenemos a pequeñajos aquí en la escuela que con ocho o nueve años escalan mejor que yo y nadie les ha enseñado rígidamente el control o la técnica, es puro instinto», dice apasionadamente Ignacio Escribano , escalador y director del rocódromo Climbat X-Madrid. Situado en Alcorcón, este recinto ‘indoor’ ha pasado de tener unos 45-50 niños inscritos el año previo a la pandemia a contar ahora con 160 niños en su escuela, según explica su director mientras atiende a ABC en sus instalaciones.
Este aumento en el interés infantil y juvenil tiene relación, obviamente, con el nuevo carácter mediático de este deporte . Pero asimismo, en los últimos años, tanto las federaciones regionales como la Federación Española están trabajando en el campo didáctico y formativo. Por ejemplo, estas entidades realizan actividades con los colegios para acercar a los jóvenes a un deporte puramente atractivo para ellos. Naturalmente, este acercamiento repercute directamente en las escuelas de escalada y, como sucede en Extremadura, muchas ya cuentan con lista de espera.
García Regaña, psicólogo de profesión, explica además la vertiente terapéutica de este deporte: «Se están haciendo trabajos con personas con síndrome de Down y autismo, y los resultados son buenos. Esta práctica necesariamente requiere atención y concentración ya que la escalada es en sí resolución de problemas. Primero, el cerebro analiza el conflicto para luego transmitírselo al cuerpo a nivel neuromuscular para que él lo resuelva».
Nuevos centros sociales
Grandes ciudades como Madrid o Barcelona están observando como sus periferias se inundan de rocódromos . Es un fenómeno llamativo en el que suscita una cuestión: ¿cómo un deporte tradicionalmente practicado en la naturaleza se ha adaptado con tanto éxito al ámbito urbano? Esta popularidad reside, principalmente, en la oferta social que proponen estos recintos a sus clientes. A una propuesta puramente deportiva –y estéticamente llamativa– donde, por norma general, los clientes pueden realizar todas las modalidades olímpicas (cada vez más rocódromos añaden paredes de velocidad), las empresas ofrecen al deportista la posibilidad de entrar en una especie de comunidad; un lugar al que a parte de escalar, la gente va a conversar, tomar algo y pasar un buen rato. Esta estrategia no es novedosa y es apreciable en deportes como el golf, el tenis o el pádel.
Asimismo, estos centros tienen un target comercial bastante amplio. Como explica Ignacio Escribano, Climbat X-Madrid es frecuentado tanto por padres y madres que acuden con sus hijos a iniciarse en este deporte como por escaladores consagrados que van a entrenar. Todos tienen su lugar. Escribano lo asemeja con el rugby: «uno, hacemos mucha familia; y dos, cabemos todos, no hay un patrón físico determinado».
Esta pluralidad también abunda en el Sharma Climbing Madrid, uno de los centros ‘indoor’ más completos de España. «Los que somos escaladores desde hace 20 años no configuramos el perfil que abunda en los rocódromos. Aquí, el perfil tipo es del escalador que viene de otros deportes y que busca un lugar donde hacer ejercicio pero pasárselo muy bien. Ya no se trata únicamente de ir a un lugar a entrenar para ponerte muy fuerte, sino acudir a un espacio donde de paso te retas diariamente», comenta a este diario Fernando Da Costa, deputy manager de este rocódromo.
Al igual que Climbat, el negocio de Sharma Madrid va viento en popa: «Ayudó sumamente que Alberto ganara el oro porque nos ha llegado un público poco común para nosotros, el adolescente », confirma Da Silva. Mediante estos lugares, la masificación está llegando a la escalada, un deporte que genera emociones a cualquiera que lo practica.
Ignacio Escribano, escalador que ha entregado su proyecto vital al deporte que le cautivó de pequeño, lanza una reflexión final para animar a los indecisos:«A mi me cambió la vida, de ir sin mucho rumbo y desmotivado profesionalmente a hacer INEF porque, bueno, había que hacer una carrera, a decir: creo que esto es muy bueno, quiero potenciarlo y hacérselo llegar a todo el mundo».