NECROLÓGICA

Eduardo Romero, el gato que le comió el pastel a Seve

El golfista argentino, ganador del Open de España de 1991, falleció a los 67 años

Eduardo Romero ganó ocho torneos en el Circuito Europeo y dos grandes en el Champions CHRIS CONDON/PGA TOUR

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Un cáncer linfático se llevó para siempre a Eduardo Romero , uno de los mejores golfistas argentinos (salvando al mítico Roberto de Vicenzo ) y, sin duda, el más querido por los aficionados. De sonrisa permanente y simpatía sin límites, el cordobano se hizo querer en los albores de un Circuito Europeo en el que, junto a Vicente Fernández y José Cóceres , entre otros, empezaron a formar una pequeña armada austral. Rodeados, eso sí, de los españoles y los italianos en lo que era una pequeña familia latina ante la formada por los angloparlantes, de tan diferentes personalidades a las suyas.

De haber sido otro tipo de deportista, el público asistente al Club de Campo Villa de Madrid se habría visto decepcionado por su victoria en el Open de España de 1991 . Sobre todo cuando, después de siete interminables hoyos de desempate, se acabó imponiendo al ídolo nacional, Severiano Ballesteros . Una vez tras otra la acción se desarrollaba de una parte a otra del hoyo 18 y, aunque el público local ansiaba un nuevo triunfo del cántabro, no dejó de animar en ningún momento a "El Gato" , apodo con el que se le conocía en el mundillo por su capacidad de saltar al cuello de los rivales en los momentos decisivos.

El nivel de golf exhibido por ambos durante ese mágico domingo madrileño fue tal que, cuando el argentino se hizo con la victoria, fue el de Pedreña el primero en felicitarle y en rendirse ante su poderío. Ese día fue el mejor de su carrera y la culminación de un palmarés continental en el que sumaría un total de ocho éxitos antes de enrolarse en el cicuito de veteranos estadounidense.

El número de trofeos aumentaron en el Champions Tour americano superada la cincuentena, ya que allí consiguió dos majors de su categoría en los seis años que permaneció entre los seniors. En esa nueva etapa disfrutó de una segunda juventud y del calor de los aficionados nortamericanos, sobre todo en los Pro-Ams de los torneos, donde era uno de los golfistas más solicitados. Precisamente en una de estas pruebas (el Cap Cana Championship ) quien escribe tuvo el orgullo de hacerle de caddy en una experiencia inolvidable, pues Eduardo demostró en todo momento su humor y caballerosidad.

Porque Romero era un golfista de los de antes. Pionero, autodidacta y sabedor de que el golf le haría salir de las penurias de una infancia en la que tuvo que abandonar los estudios para ayudar a su padre como carpintero. Se las apañó para ejercer como caddy en el Córdoba Golf Club y, como también fue el caso de su amigo Seve, jugar de vez en cuando con los palos de los socios cuando estos no los utilizaban.

Una vez solucionada su vida personal con lo que iba ganando en el club, su carrera profesional fue bastante tardía. A los 29 años se hizo profesional y por su habilidad con el juego corto destacó desde el inicio. A base de invitaciones logró su primer triunfo a los 35 en París y el último a los 48 en Escocia , lo que en su momento fue la marca más longeva del Tour (hoy en día la ostenta Miguel Ángel Jiménez , con 52). De ahí marchó a Estados Unidos al Champions y, una vez jubilado de la competición, se retiró a su país natal donde se dedicó a la politica como intendente de Villa Allende hasta el final de sus días. Ahora en el cielo podrá seguir disputando desempates con su querido Seve.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación