Balonmano | Mundial de Japón
España agarra ante Japón el billete para el preolímpico
La selección que comanda Carlos Viver sigue invicta y sigue soñando con las semifinales (33-31)
Había que rehacerse. Después de una primera fase impecable en el Mundial de balonmano , el empate en el último segundo ante Suecia dolió porque habían sido nueve goles de ventaja. Había que rehacerse. Sobre todo porque el objetivo estaba cerca, pero no se había logrado aún: un billete para un preolímpico que hiciera volver a soñar con asistir a unos Juegos. Y desaprovechada la primera bala ante las suecas, Japón no se escapó (33-31). Sin vértigo a nada, España agarró el preolímpico con uñas y dientes . Con un gran juego de paciencia y superado a tiempo un bajón en la segunda mitad. Ahora, a seguir soñando con las semifinales y las medallas.
No fue nada fácil la empresa, siempre pegajosa esta selección dirigida por el danés Ulrik Kirkely que, a pesar de no jugarse ya nada, contaban con el apoyo del público, anfitrionas en esta campeonato del mundo con horizonte en los Juegos del próximo verano.
Lo sabía Carlos Viver, seleccionador nacional: «Es un equipo muy difícil de sacar de la pista, hay que tener paciencia». Y así fue, con un inicio de encuentro en el que a cada empujón de Ainhoa Hernández , imperial en el pivote con su potencia para despejarse de la defensa y agilísima para darse la vuelta hacia el gol, respondían las japonesas lideradas por Mana Ohyama. Y aunque se adelantó España, las anfitrionas nunca dejaron que la aparente superioridad de las de Viver se evidenciara en el marcador.
Antes al contrario, Japón fue la que llevó las riendas del luminoso, que obligó a España a tener paciencia y templar los nervios. Pero la selección nacional hizo click a falta de diez minutos de la primera parte. Pidió tiempo muerto Viver y aleccionó a las jugadoras para evitar que se abrieran en defensa, una estrategia que había provocado que Japón anotara case en cada posesión. Y una vez cerrada la muralla, salieron las alas.
Logró Nerea Pena convertir su mano de oro en goles, Ainhoa Hernández también aplió su cuenta con rosquitas para enmarcar y la portería, con Navarro y Zoqbi , bloquearon la efectividad de Japón incluso desde los siete metros. España se levantaba hacia el preolímpico. Al descanso, cuatro goles de diferencia.
Lección aprendida
Pero con todo a favor, la paciencia se perdió. Las jugadoras enturbiaron el buen trabajo de la fase final de la primera parte, enredadas quizá sus mentes en el recuerdo del partido ante Suecia . Comenzaron las irregularidades, los nervios, los brazos mojados incapaces de anotar desde los siete metros, los pases ineficaces, las pérdidas de balón... Si en los primeros treinta minutos solo hubo cuatro, en esos diez de la reanudación se acumularon hasta siete, alas en las zapatillas de las japonesas, que volvieron a su estrategia del pico y pala para martillear la ventaja española y aun darse la alegría de ponerse por delante a falta de diez minutos.
Pero fueron los siete metros los que aliviaron la tensión. A pesar de la inferioridad provocada por las protestas de Viver a una falta que vio clara a su favor y que las árbitras no convirtieron, España encontró en Nerea Pena el empate desde el punto de penalti y el alivio de saberse con dos arriba en las manos de Silvia Navarro en la propia portería.
Se sufrió, desbaratada la ventaja y de nuevo el partido convertido en una lección de paciencia y concentración . Y de rabia, como la que levantó a Ainhoa Hernández tras errar el tiro que le impedía aumentar su efectividad para recuperar un balón que frenó las ganas japonesas, ya con las piernas gastadas.
Shandy Barbosa completó la recuperación con otro gol desde los siete metros. España quería ese preolímpico, y quizá las semifinales, y lo iba a luchar desde el salto, los extremos, los goles a portería vacía que facilitaba la selección japonesa y un pivote imperial de nombre Ainhoa Hernández.
Se había aprendido la lección, con sufrimiento, agarrada España a ese billete para el torneo de marzo, y quién sabe si para las semifinales, y defendida la distancia de dos goles con uñas, dientes y cabeza . Explosión de felicidad con el pitido final. Se llegó con una meta, que se consigue con buen juego y mejor mentalidad, a pesar del susto. Y ahora, a soñar.
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