Atletismo
Bruno Hortelano: «Siento que estoy quitando piedras de mi mochila para volar más alto»
El atleta español más veloz de todos lostiempos vuelve hoy a las pistas después de nueve meses sin poder competir
![Bruno Hortelano posa feliz en la pista del CAR de Barcelona](https://s2.abcstatics.com/media/deportes/2020/08/09/hortelano-1-kROG--1248x698@abc.jpg)
Horas antes de volver a pisar el tartán, después de casi nueve meses de ausencia competitiva, Bruno Hortelano atiende a ABC con su pausa de siempre. Reflexivo y humano, reconoce que los últimos años no han sido fáciles para él, pero que tras un camino de introspección se encuentra mejor que nunca. Cargado de confianza para lo que se viene, con el horizonte olímpico sobrevolando en medio de la incertidumbre que aún genera la pandemia del coronavirus.
¿Cómo se encuentra después de tanto tiempo sin competir?
Me encuentro la mar de bien. Me noto en un momento tranquilo y de paz y creo que es una buena señal estar así justo antes de la competición. Siento que se avecina una buena temporada y así lo espero, aunque la incertidumbre es bastante grande. Pero eso no me quita la ilusión.
¿Cómo ha encontrado esa paz interior en medio de los tiempos tan convulsos de los últimos meses?
Uffff. Me cuesta explicarlo con palabras (pide tiempo para pensar). Para buscar la estabilidad, me he sumergido en mí mismo para no depender del mundo exterior. En un momento de tanta incertidumbre en todo lo que nos rodea, mi yo interior me ha servido de pilar y ancla. He aprovechado para hacer un profundo trabajo interior. Para conocerme mejor. Y me he dado cuenta que no me conocía casi nada. Es enriquecedor ver ese progreso. He hecho mucha meditación, he leído mucho y he visto películas que me han servido para reflexionar sobre mí mismo, sobre lo que era y dónde quería estar.
¿Y le ha sorprendido algo de sí mismo que no conocía?
Sí, sin duda. Es la primera vez que cuento esto en una entrevista y me cuesta expresarme en voz alta. Por una parte he descubierto que las ideas fijas que tenía sobre mí eran más dañinas de lo que yo pensaba. Y eso se aplicaba a mi vida y al deporte. Le pongo un ejemplo. Si un atleta cree que es de 10 segundos en 100 metros eso le condiciona a no mejorar. Por eso he tomado la decisión de no marcarme metas y meterme en una cajita. De no tener ideas fijas sobre mí y lo que me rodea. Esto me ha permitido sentirme más libre. En este tiempo de confinamiento he descubierto esa libertad interna que no tenía y que me ha abierto un mundo que desconocía. Creo que todo esto se verá reflejado en mis carreras y en la temporada del próximo año. Siento que estoy quitando piedras de mi mochila y para volar más alto.
Después del accidente, usted ha vivido muchos regresos. ¿Siente que esta vuelta a las pistas es especial por algo?
Es especial porque no es especial. Me refiero a que siempre he tenido gran intensidad alrededor de mis carreras y lo que busco ahora es otra cosa. Busco sensaciones. No voy detrás de un récord o una marca. Si llega, eso será consecuencia del éxito que tendré en busca de mis objetivos, que son menos tangibles que una marca en particular. Quiero aprender a eliminar la necesidad de ganar. Quiero eliminar la obsesión de buscar más en el momento de carrera. Quiero estar en la línea de salida sin estar contemplando la línea de meta. No es fácil. Es algo que a veces he experimentado y en esas veces ha sido cuando me han salido las mejores carreras. Cuando conseguía estar aquí y ahora, sin pensar en nada más. Y esto que le digo da igual al deporte que se aplique. Cuando ves a un deportista que está fluyendo, que juega o hace su deporte con naturalidad y sin importarle el objetivo, te das cuenta de que ese es el camino correcto.
«Quiero estar en la línea de salida sin estar contemplando la línea de meta. Quiero eliminar la necesidad de ganar y de buscar más en el momento de la carrera»
Cuando se llega a su nivel deportivo, ¿esa pequeña mejora que separa a los buenos de los mejores debe centrarse solo en lo mental?
Cuando todo lo demás está igualado, yo diría que sí, que eso marca la diferencia. Pero no es lo único, porque se requiere también mucho trabajo y cierta dosis de talento. Un buen equipo, un entrenador que te guíe... Pero sí, si un atleta sabe ir eliminando las cargas emocionales y mentales será capaz de correr más rápido. Mire, un día leí una frase que decía que para correr rápido hay que ser feliz y yo me lo he tomado en serio. Para mí, es verdad.
¿Y es feliz Bruno Hortelano?
He sido feliz, pero no de la forma en la que lo soy ahora. Creo que existe esa felicidad del día a día, que puede hacerte parecer feliz, aunque por debajo haya una melancolía que no deja que la felicidad eche raíces. Eso es lo que he sentido en los últimos tres o cuatro años. Ahora es diferente. Este año mi felicidad está cogiendo raíces. Sí que siento que el trabajo interior que he hecho, que no ha sido fácil, me ha ayudado. He mirado hacia mi lado más oscuro, ese al que a veces nos da miedo mirar. El lado que no queremos reconocer de nosotros y al que hay que enfrentarse para dejarlo atrás. Aunque ha sido difícil, he podido romper barreras y siento que tengo una estabilidad emocional que no he sentido antes. Sé que mi discurso suena abstracto, pero es el reflejo de lo que he vivido en estos meses.
¿Y dónde ha vivido toda esta transformación?
Pues mire, me fui a Ithaca, en Nueva York, en octubre para estar con mi entrenador. Me alquilé una casa donde viví solo durante tres meses. Quería estar un tiempo conmigo mismo, estilo «Rocky Balboa». Quería aislarme y volver a los orígenes. Volver a redescubrir mis raíces haciendo ese trabajo interior del que hablaba antes y, al mismo tiempo, haciendo recuperación de la lesión. Volviendo a empezar un poco. Después de pasar las navidades con mi familia en Barcelona, me fui a Tenerife con mi fisioterapeuta americano y estuvimos enero y febrero allí, entre el hotel, la pista y la playa. Apenas nos movimos de ese triángulo. Y seguí con mi evolución personal. Sin darme cuenta, me había estado preparando para lo que se venía encima y quizá por eso el confinamiento no me sentó tan mal. En marzo volví al CAR de Barcelona y, al cerrarlo por el estado de alarma, me fui a casa de un amigo en Sabadell y allí pasé junto a él la cuarentena, aunque centrándome mucho en mí mismo. Me rodeé de mis libros, mis películas y buenas energías.
«He sido feliz, pero no de la manera en la que lo soy ahora. He mirado hacia mi lado más oscuro, ese al que a veces nos da miedo mirar, pero al que hay que enfrentarse para dejarlo atrás»
¿Qué leía?
Tengo muchos escritores en mi biblioteca personal que ya han fallecido y no están en el mundo real, pero cuyas ideas perviven. Eso es algo que me encanta. Estos meses he leído algunos libros de Marco Aurelio y también de grandes filósofos chinos. Ahora mismo estoy leyendo el «Daodejing». Son textos todos que, en función del momento, me ayudan mucho.
Ha pasado mucho tiempo desde su última carrera...
Pues sí, competí por última vez en Ithaca, en diciembre, donde me lo pasé muy bien después de seis meses de recuperación. Aunque no estaba preparado para competir, me apetecía correr y fue muy divertido. Sin más.
¿Fue aquello como una vuelta a los orígenes?
Exacto. Sí. Fue precioso. Significó olvidarme por primera vez en mucho tiempo del marcador y del crono. Simplemente era correr, como al principio de mi carrera. Me ayudó bastante.
¿Por qué regresar en Andorra y por qué en una distancia a caballo entre los 100 y los 200?
Primero porque ahora mismo no estoy en mi pico de forma y no me veo capacitado para hacer un 100 o un 200 de la calidad que yo me exijo. La competición me ha llegado antes de tiempo, pero no quería perder la oportunidad de competir. Por otra parte, siendo una distancia no olímpica, inconscientemente me quita presión. Me libero de cualquier carga emocional y busco solo ilusión. Que es algo muy simple, pero es que hay momentos de mi carrera deportiva en la que he perdido la ilusión. Momentos en los que el atletismo era solo trabajo y no quiero sentir eso nunca más. Olvidándome de las marcas a las que aspiro será la mejor forma de llegar a ellas.
«Después del accidente sentía apatía. Solo entrenabam sin competir, y todo se volvió pesado. Pero no llegué a pensar en dejarlo»
¿Y al perder esa ilusión pensó en dejar el atletismo?
No llegué a eso. Esto fue después del accidente, en un período de mi vida en el que sentía apatía y eso se extendió al entrenamiento. Solo entrenaba sin competir y a mí lo que me ilusiona es competir. Estar dos años solo entrenando, se volvió pesado. Sentía que el objetivo que tenía era muy grande. Estaba comprometido con el regreso y sabía que la ilusión volvería y al final ha sido así.
¿Cómo diría que es su estado de forma?
Nunca me he sentido físicamente como estoy ahora. No puedo hacer el volumen de entreno que hacía antes, por las lesiones que arrastro en la espalda y en el Aquiles. No hago más de dos entrenos de calidad más de dos veces a la semana y aun así estoy más ligero que nunca y sigo con la potencia de siempre. No sé cómo se va a ver reflejado en la pista, pero la sensación es muy buena. Podría decir que estoy en el mejor estado de forma de mi vida y eso que no estoy en un pico de la temporada.
Por lo que cuenta, la cuarentena no le ha venido mal...
Bien no le ha venido a nadie, pero sí que he sido capaz de aprovechar esa circunstancia tan extraña para mi beneficio. Al principio fue complicado, porque tuve que pasar por un proceso de aceptación de que todo iba a cambiar. Que no iba a haber Juegos Olímpicos y que mi plan del año iba a ser distinto. Me sirvió para aplicar mi lema del año: simplificación, flexibilidad y amor propio. Con esos tres conceptos he ido avanzando mes a mes. Eso me ha ayudado para aceptar que las cosas no siempre salen como tú quieres. Mis películas mentales de cómo pensaba que iba a ir el año saltaron por los aires y me di cuenta de que solo eran eso, imaginaciones.
«He plantado mis sueños y ya no son una carga emocional. Ahora avanzo en mi camino sobre esa semilla»
Pero usted es mucho de imaginar y de soñar. Seguro que ya ha imaginado esa final olímpica de 200...
Sí, lo he soñado y muy profundamente. Lo he visualizado. Pero he ido más allá con una idea que me dio una persona que conocí nada más acabar la cuarentena. Le cuento. Un día fui a un parque, arranqué una hoja de mi libreta y la corté en tiritas. En cada una escribí un sueño que tengo de mi vida, en general. Me salieron ocho o nueve. Esa mañana había llovido, estaba la tierra húmeda e hice un agujero. Uno a uno fui visualizando esos sueños e hice una bolita de papel con cada uno de ellos y los metí en el agujero. Planté mis sueños, que ya no están mi interior, sino en el mundo real. Ya no son una carga emocional. Ahora avanzo en mi camino sobre esa semilla y, aunque sea un cambio pequeño, mínimo, puede ejercer un impulso como si fuera un efecto mariposa, que espero que acabe funcionando.
¿Qué sueños son esos?
Esos sueños, por ahora, se quedan para mí. Lo siento.
Escribía el otro día, que quedaba un año para Tokio 2020. ¿Es mucho tiempo aún?
No lo veo ni lejos ni cerca. Intento vivir en el presente y, aunque suene místico, no lo es. Se trata simplemente de vivir con los pies en el suelo. Por eso, el tiempo lo relativizo. Sé que me falta mucho trabajo para llegar bien a los Juegos, pero es que tampoco sabemos si va a haber Juegos. Así que no me obsesiono con el futuro y sí con el día a día.
¿Es optimista con la celebración de los Juegos?
Se puede ser optimista con lo que tienes en tu mano. Puedo ser optimista con mi preparación, por ejemplo, o con mi actitud. Pero no puedo serlo con algo como los Juegos, que están fuera de mi control. Son sistemas muy complejos los que pueden provocar una cancelación y no los conozco, así que no puedo opinar al respecto.
Las noticias que llegan en los últimos días no son para ser optimista...
Si le digo la verdad, no sigo las noticias. Durante el confinamiento solo me he enterado de las cosas que necesitaba saber para mi vida diaria, pero no seguía las noticias en un intento por simplificar mi vida. Quería apartarme de esas emociones puntuales que pueden proporcionarme las noticias. Quizá no es algo que entienda mucha gente, pero por ahora me va bien así.