Automovilismo
Al Dakar en un Panda por una buena causa
Juan Morera y Lidia Ruba se lanzan a la aventura de su vida con el coche más pequeño por una buena causa, cambiar la vida a centenares de niñas y niños en Senegal
Personas como Juan Morera , cautivadas por la belleza del Dakar , las puede haber a miles en España, indudable el poder de atracción de esta carrera de leyenda para cualquier aficionado al motor. Entre ellos, quien más quien menos ha fantaseado alguna vez con formar parte algún día de su caravana, pero la realidad es que son pocos los que finalmente se atreven a dar el paso y afrontar un reto tan apasionante como costoso. El propio Morera ha tardado media vida hasta que ha encontrado el arrojo y la motivación necesaria para lanzarse al vacío. «Mi padre tenía un taller de coches y de pequeño recuerdo estar días enteros allí desmontando cosas. Luego crecí cada año enganchado a los resúmenes de la televisión. Todo me llamaba la atención, sobre todo esos camiones enormes adelantando por el desierto a toda velocidad… Siempre pensaba: 'igual algún día…'».
Morera, nacido en Barcelona, creció hasta convertirse en un reconocido ingeniero industrial, dueño de su propia empresa de fabricación de bicicletas. El sueño del Dakar siempre estaba, pero solo pensar en los presupuestos que se manejaban daba vértigo. «Pero el año pasado se introdujo por primera vez la categoría Classic y parecía más asequible económicamente. El Dakar ahora es muy profesional, muy rápido, pero esto es otra cosa, se gana en regularidad». El impulso final se lo dio un proyecto en el que está involucrado desde hace tres años. «Decidí que mi aventura en el Dakar tendría un carácter solidario y que lo quería hacer en colaboración con Bicicletas sin Fronteras . Queremos llevar 500 bicis a Senegal, donde hay centenares de niñas y niños que tienen que recorrer más de 6 kilómetros para ir al colegio. Es un proyecto que de verdad cambia vidas. Niños y adolescentes que antes no iban al colegio o al instituto han empezado a hacerlo, y gracias a ello muchos han ido también a la universidad».
El futuro piloto dakariano no se esconde. Necesita visibilidad y patrocinadores, cuya esponsorización se convierte de forma directa en nuevas bicis. Y ahí es donde entra en la ecuación el Fiat Panda, el coche con el que afrontará catorce días de durísimas especiales por el desierto y los caminos pedregosos de Arabia Saudí. «Me pareció interesante para captar la atención. Vamos al Dakar con el coche más pequeño, pero con el proyecto más grande».
El Panda es un 4x4 de primera generación, de principios de los ochenta del siglo pasado. Mide poco más de 3 metros de largo, 1,60 de ancho y no supera los 1,80 de alto. Cuenta con un motor de 1400cc y pesa 950 kilos. Es un arenque dentro de un océano plagado de tiburones. «El coche lo compré en su día para correr la Panda Raid, un rally muy famoso que se hace en Marruecos. Luego miré y vi que en 1984 y 1985 hubo dos expediciones al Dakar con tres Pandas cada una y que ninguno consiguió acabar. Eso terminó de convencerme».
Carrera en pareja
A Juan Morera lo acompañará como copiloto su mujer, Lidia Ruba, aunque ella no fuera consciente de ello hasta meses después de formalizarse la inscripción: «La apunté sin que supiera nada. No se lo dije hasta tres meses después, aprovechando una cena con amigos». «¿Sabes qué? ¡Que nos vamos de viaje!», le dijo. «¿A dónde?», respondió ella. La respuesta ya se conoce. «Llevamos 21 años juntos y ya sabía que de entrada iba a decir que no. Si le preguntas, aún te dirá que no quiere ir, pero yo sé que en el fondo le emociona». Lo peor es que en casa dejan a tres niños pequeños. «Es nuestra principal preocupación, aunque lo bueno es que el colegio no empieza hasta el día 10 y no necesitamos tanto soporte. Tiraremos de abuelos. También nos perdemos fechas muy especiales, como Nochevieja o Reyes, pero creo que la causa lo merece. Creo que hasta hace poco mi mujer no fue muy consciente de eso…».
La pareja ultima los detalles en casa mientras su cabeza vuela ya hacia Arabia Saudí . «Será una prueba difícil, doblemente dura al hacerla con un Panda. Pero nos emociona todo lo que rodea a esta experiencia: conocer gente de otros países, la convivencia, las historias de los veteranos...».