Polémica
Cuando las ideas políticas de un deportista afectan a su carrera profesional
Ayer conocimos que el equipo ciclista Trek-Segafredo apartaba al campeón del mundo junior por su apoyo a Trump en las redes. Hay más casos como este
Como el agua y el aceite, la política y el deporte no terminan de mezclar. Tanto es así que, en más de una ocasión, el pronunciamiento público de un deportista en un sentido u otro le ha terminado costando, incluso, su puesto de trabajo . Ayer mismo se conoció que el equipo ciclista estadounidense Trek-Segafredo decidió suspender al campeón mundial junior Quinn Simmons después de que el corredor hicieses unas declaraciones «divisivas, incendiarias y perjudiciales» en las redes sociales, según palabras del propio conjunto del WorldTour. Esta decisión se tomó después de que Simmons, de tan solo 19 años, respondiese con contundencia al tuit de un periodista holandés criticando a los seguidores del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump . Como este, existen otros ejemplos, tanto en el país norteamericano como en España , donde política y deporte tampoco han sido buenos compañeros de cama.
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Quin Simmons y el Trek-Segafredo
El periodista holandés José Been escribió en su Twitter: «Mis queridos amigos estadounidenses, espero que esta horrible presidencia termine para ustedes. Y para nosotros como (¿ex?) aliados también. Si me siguen y apoyan a Trump, pueden irse. No hay excusa para seguir o votar por este hombre vil y horrible». Un mensaje al que Simmons respondió con el emoji de la mano diciendo adiós. Preguntado por otro usuario por si era un seguidor de Trump, el cliclista respondió tajante: «Correcto», junto al emoji esta vez de la bandera estadounidense. Ante el revuelo provocado por las respuestas de su corredor, el equipo Trek-Segafredo emitió un comunicado en el que anunciaba la suspensión provisional del ciclista.
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Kaepernick, el primero en arrodillarse
En la temporada 2016 de la NFL, Colin Kaepernick tomó una decisión que marcó el devenir de su carrera profesional. Quien fuera una de las estrellas de la liga, quarterback de los 49ers de San Francisco, decidió, a modo de protesta por las desigualdades raciales, arrodillarse mientras sonaba el himno de Estados Unidos, un gesto que repitió el resto del año. Inmediatamente, fue blanco de las críticas de Donald Trump, entonces en la carrera presidencial que le llevaría a la Casa Blanca. Y lo que podría haber sido una polémica alejada de los terrenos de juego se terminó convirtiendo en una condena dentro de ellos, pues desde entonces, el mariscal de 32 años va camino de su cuarto año sin equipo en la NFL. A pesar de que en 2014 firmó una renovación por seis temporadas y 126 millones de dólares, poco después hizo valer una cláusula del mismo para convertirse en agente libre. Desde aquella temporada no ha vuelto a jugar, si bien su gesto se repite en cada vez más competiciones deportivas.
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Popovich y el himno de EE.UU.
La NBA se ha erigido en los últimos tiempos en una de las competiciones más reivindicativas, con LeBron James como máximo exponente del activismo político. Sin embargo, también aquí han surgido polémicas. El pasado mes de agosto, Gregg Popovich, entrenador de los San Antonio Spurs, y Becky Hammon, su entrenadora ayudante, optaron por no arrodillarse durante el himno de Estados Unidos previo a la disputa de su partido ante los Sacramento Kings. Poco importó que ambos lucieran camisetas con el lema 'Black lives matter' o que Popovich, también seleccionador nacional, se haya pronunciado en numerosas ocasiones en contra de las desigualdades sociales y contra Donald Trump. Aquel día, aunque muchos jugadores de la liga salieron en su defensa, se ganó la crítica de los aficionados más favorables a este tipo de protestas. Días después, el presidente estadounidense arremetió contra quienes se arrodillaron: «Cuando veo gente arrodillada durante el partido y sin respetar nuestra bandera y nuestro himno nacional, lo que hago personalmente es apagar el partido. Creo que es vergonzoso», explicó en una entrevista telefónica para el programa de Fox News 'Fox & Friends'. Popovich, al contrario que Simmons o Kaepernick, sí conserva su puesto de trabajo.
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Lewis Hamilton, el activista
El piloto británico, seis veces campeón del Mundial de Fórmula 1, ha mostrado en este 2020 su lado más activista. Así pues, le hemos visto sumándose a la lucha racial contra la Policía de Estados Unidos, arremetiendo contra la tauromaquia en España, o criticando al primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, por la gestión de la pandemia de coronavirus. Todo ello acompañado de multitud de gestos, camisetas y declaraciones para ejercer de altavoz de sus ideas. Pero sus actos han provocado también fricción con sus compañeros de paddock, entre ellos Carlos Sainz. Del piloto español dijo lo siguiente: «Tenemos un piloto que dice que arrodillarse no estaría bien visto en España. A estos chicos les tengo que intentar explicar lo que le ha pasado a esa gente. He hablado mucho sobre el racismo, en mi carrera en la Fórmula 1, pero no me han escuchado demasiado», dijo hace unas semanas. Poco después, Sainz respondió al británico: «Yo me he considerado libre para no arrodillarme, libre para considerarme igual de antirracista que cada uno de los 19 pilotos que hay en la parrilla, pero no por eso he sentido necesidad de arrodillarme. ¿Qué tendrá que ver arrodillarse con ser racista o no? No lo veo... Para mí no hay por donde cogerlo y creo que es un tema que ya vale, que hay que dejar de hablar de ello y pasar página».
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Salva Ballesta, demasiado español para el Celta
Los hechos ocurrieron en 2013, cuando el Celta de Vigo pensó en Salva Ballesta para ocupar el banquillo del conjunto gallego como segundo entrenador de Abel Resino. Sin embargo, cuando su incorporación se daba por hecho, el Celta dio marcha atrás a última hora por «razones políticas», según denunció el propio Salva. «Es una pena que en los tiempos en los que estamos se confunda la política con el deporte. Nunca me he referido a la política, sólo he dicho siempre que me siento muy español», afirmó el exjugador en Radio Marca, quien llegó incluso a dejar su lugar de residencia en Málaga y poner rumbo a Vigo. Las presiones de los ultras del Celta, catalogados como nacionalistas gallegos, impidieron que Salva acompañara a Abel en su experiencia en Balaídos.
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El famoso caso Zozulia
Quizá se trate de uno de los sucesos de este tipo más mediáticos de los últimos tiempos. En el mercado de fichajes de 2017, Real Betis y Rayo Vallecano acordaron la cesión de Roman Zozulia al conjunto madrileño. Sin embargo, sus posiciones políticas no gustaron a los radicales del Rayo, conocidos como Bukaneros, y Zozulia tuvo que volver a Sevilla por la reacción contraria de estos, quienes le acusaban de ser un nazi. Las presuntas simpatías del jugador con grupos nacionalistas ucranianos provocaron la airada protesta de la afición del Rayo, una postura que Zozulya lleva negando desde entonces. «Estos aficionados no saben nada de mi vida y de mi país», dijo entonces. La temporada pasada, en su vuelta a Vallecas, esta vez con la camiseta del Albacete, volvió a sufrir insultos por parte de la grada y el partido se suspendió. «Ayudar a mi país no es ningún delito. Ser patriota no es delito», declaró Zozulia, posicionado desde hace tiempo como firme defensor de las acciones del ejército ucraniano durante el conflicto que mantiene con Rusia.
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Miguel Ángel Jiménez, contra el Gobierno
El golfista Miguel Ángel Jiménez, quien en más de una ocasión se ha declarado de izquierdas, se mostró en abril muy crítico con el Gobirerno de España por su gestión de la pandemia de coronavirus. Durante una entrevista en Canal Sur Radio, Jiménez declaró lo siguiente desde su residencia de República Dominicana: «Estoy completamente enganchado a todas las noticias de España. Aquí estamos un poquito mejor. Allí es una tragedia, es un encarcelamiento. Aquí no podemos hacer fiestas pero podemos salir a dar un paseo por el campo», empezó diciendo. Acto seguido, añadió: «Quiero daros mucho ánimo a todos y un poco de paciencia, esperamos que se acabe lo antes posible. Ahora lo que toca, cuando se acabe esta pandemia, es que haya una dimisión completa de todo el Ejecutivo que tenemos en España por habernos engañado de la manera que lo han hecho, a sabiendas de que ya en febrero estaban las recomendaciones de la OMS. Se había cancelado el Congreso de móviles de Barcelona, el salón del Automóvil de Ginebra cuando casi no había casos. En cuanto acabe tienen que irse todos porque lo que han hecho es un engaño tremendo al pueblo español y lo que ocurrió el 8 de marzo con la manifestación feminista y el 9 con lo de Vox y mira cómo está Madrid. Y toda la culpa la tienen los que nos están gobernando, que se vayan de una vez. Espero que se oiga bien fuerte lo que acabo de decir». Aquellas palabras le costaron numerosas críticas en redes sociales entre quienes consideraban que la culpa de la situación de la pandemia en España no era del Gobierno de la nación.