Cuando el deporte se planta

La mejores ligas del planeta se han convertido en los últimos años en un escenario de reivindicación sociopolítica y los jugadores en sus iconos más representativos

Coli Kaepernick, en el centro, arodillado en un partido de la NFL

Pablo Lodeiro

Decía un periodista que si no gusta la política es que no gusta la sociedad, porque la primera no deja de ser una manifestación de la segunda. Lo mismo ocurre con el fútbol, o el fútbol «moderno» que se dice, al que se le profesa odio y donde son más noticia las primas y su inhumana burocracia que los propios partidos en sí. Los deportes, en definitiva, parecen una extensión de la realidad, un mismo mundo visto con diferente prisma, el de los balones, los aros o las vallas. Un recinto donde en los últimos años, las mejores ligas del planeta se han convertido en un escenario de reivindicación o de protesta y un generador infinito de líderes inesperados. Su último episodio, el pasado martes en el PSG-Basaksehir , cuando los 22 futbolistas, en un hecho inaudito en el fútbol europeo, abandonaron el campo por un presunto acto racista del cuarto árbitro hacia Pierre Webó, integrante del cuerpo técnico del equipo turco.

Estados Unidos, casi una máquina del tiempo, porque lo que allí pasa poco tarda en saltar el charco, también es precursor en la causa social en el deporte. Bill Russell, toda una leyenda de la NBA y emblemático jugador de los Boston Celtics, fue uno de los primeros deportistas en boicotear un partido por causas sociales . El equipo de Massachusetts estaba en Kentucky, un estado del sur, en 1961 para jugar un partido de pretemporada y a Russell, con la segregación aún vigente en el país, se le impidió la entrada a un restaurante. Él y sus otros tres compañeros afroamericanos de la plantilla se negaron a jugar, algo apoyado por el entrenador y por el resto de sus compañeros. Los trébol nunca jugaron ese encuentro.

En los últimos años, la « organización política », como le gustaba llamar a la NBA el presidente Donald Trump, escenificó su compromiso con el «Black lives matter» en la pasada temporada. Tras muchas reuniones, propietarios, cuerpos técnicos y jugadores sellaron varios acuerdos para fomentar el voto en barrios desfavorecidos y de mayoría afroamericana. Los campeones, que tradicionalmente suelen comparecer ente el presidente tras la consecución del título, llevan sin visitar el emblemático edificio desde 2016.

Alves y el plátano de La Cerámica

En el fútbol español, el mero hecho de comerse un plátano se convirtió en todo un símbolo. En 2014, en un Villarreal-Barcelona en el que los catalanes perdían por 2 a 1, Dani Alves, lateral del conjunto catalán, se disponía a sacar un córner cuando la pieza de fruta voló hasta sus pies desde la grada. El brasileño, sin saber que su acto tendría tanta repercusión, s e lo comió antes de golpear el balón . Futbolistas como Neymar, Sergio Agüero, David Luiz e incluso el exdelantero de la selección inglesa, Gary Lineker, subieron vídeos a sus redes sociales imitando el gesto. En la Serie A italiana no se suspendieron partidos, pero en noviembre de 2018 el volátil delantero Mario Balotelli, de ascendencia ghanesa, recibió insultos racistas cuando visitó el campo del Hellas Verona con el Brescia. Después de pegar un pelotazo hacia la grada, se dirigió al vestuario para abandonar el terreno de juego, algo que fue finalmente abortado por compañeros y rivales.

Pero seguramente el caso más mediático de esta tendencia fue el del quaterback de la NFL Colin Kaepernick en 2016, año en el que el jugador fue el primero que empezó a arrodillarse durante el himno americano previo a los partidos por los abusos policiales contra personas afroamericanas. «No voy a pararme para mostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a la gente negra», dijo por aquel entonces el deportista de los San Francisco 49'ers, que al acabar esa temporada se convirtió en agente libre y desde entonces no ha vuelto a jugar un partido de la competición. La liga de fútbol americano, casi antítesis de la NBA, reacia al cambio y a este tipo de manifestaciones políticas, ejerció un «veto » sobre el jugador mientras se ensalzaba su figura social y política. El PSG y el Basaksehir hicieron honor a esta tradición ayer, porque caminaron los jugadores junto a los colegiados hasta el centro del campo, donde posaron rodilla y levantaron el puño.

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