Hoy cumple 31 años uno de los mejores futbolistas de la historia. Un hombre hecho a sí mismo. Un futbolista nacido de la pobreza, en una isla perdida para medio mundo, Madeira. Desde allí quiso triunfar en la vida. En el «futebol». Sacar a su madre de la pobreza. Tuvo que trasladarse a Lisboa para darse a conocer. Si no hubiera salido de Funchal, no habría llegado a nada, porque nadie le habría visto jugar a los catorce años. Detrás del foco de la estrella se esconde un trabajo imparable de 16 años para llegar a ser el mejor futbolista del mundo. Detrás del éxito de Cristiano Ronaldo, laureado por aficionados, compañeros y rivales, se esconde una cara amarga que siempre le acompañará. El luso ha visto de muy cerca el pejae devastador que acarrea determinadas adicciones. Con poco más de 20 años, ya cargaba sobre sus espaldas la muerte de su padre, víctima del alcohol, y el peso del túnel donde cayó su hermano a causa de las drogas. «Cristiano ha visto lo que la bebida y las drogas le pueden hacer a la gente que tiene cerca y eso es, en parte, lo que ha contribuido a hacer de él quien es hoy en día», explicó hace años su madre Dolores. Su progenitora desveló que con su primer sueldo el astro luso pagó a su hermano Hugo un programa de desintoxicación, algo que no consiguió hacer con su padre Dinis. «Él bebió hasta la muerte y eso dejó destrozado a Cristiano. Una y otra vez le ofreció costearle un tratamiento, pero Dinis siguió bebiendo. Era todavía joven, 52 años, cuando murió. Cristiano estuvo muy cerca de su padre siempre». Después de aquello, algo quedó marcado para siempre en la vida del crack luso. «Eso explica que por que Cristiano no tiene vicios. No fuma y no bebe. Su única adicción es el fútbol», reveló su madre. A los quince años, Cristiano vivió un momento trágico, decisivo para el futuro de su vida. Se le detectó un problema de corazón que pudo retirarle del fútbol. El Sporting informó a su madre de su dolencia cardíaca. Necesitaban su permiso para operarle y ver si el problema tenía solución o había que colgar las botas a los 16 añitos. Doña Dolores, la persona que ha estado siempre a su lado hasta llegar a ser el número uno, dio permiso para la intervención quirúrgica. Se le operó con láser. Todo salió bien. Ya no había lesión. Podía continuar su sueño de ser futbolista. CR7 firmó por el Manchester United en 2003 y comenzó esta proyección que le ha catapultado hasta el Real Madrid, donde ha alcanzado la cumbre. Su hijo, Cristiano Ronaldo júnior, es su debilidad. «Se echan una siesta juntos siempre que pueden. Luego, mientras el chaval hace los deberes, Cristiano dedica una o dos horas, siempre que puede, a hacer natación, para tonificar sus músculos de otra manera». No tiene diversiones ajenas al fútbol que distraigan su concentración en ser el número uno. «Me siento como si tuviera 25», afirmaba recientemente. Tras las bambalinas de las dos Champions, de los tres Balones de Oro, de las Botas del mismo metal y de los Pichichis hay un hombre incansable que siempre quiere más. «Es admirable su dedicación. Se cuida en todo momento, se entrena para tener a punto su musculatura. Se dedica a estar siempre al cien por cien», contaba Ancelotti durante su etapa como técnico madridista.