Juegos Paralímpicos

Carol Cooke convierte la esclerosis en múltiples medallas

La ciclista, que cumplió 60 años a principios de mes, logra la plata en contrarreloj, tras los oros logrados en Londres 2012 y Río 2016, y buscará otro podio en ruta

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Carol Cooke, en el podio tras ganar la prueba de contrarreloj Reuters

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Carol Cooke celebró su 60 cumpleaños encima de la bicicleta preparándose para acudir a Tokio 2020. Las fuerzas le dan, la enfermedad la respeta, las ganas están por las nubes. El objetivo era claro: defender la corona en ciclismo que había logrado en Londres 2012 y Río 2016. No pudo, pero se quedó a solo 20 segundos de la alemana Jana Majunke. A la canadiense, aunque compite con Australia, no se le conocen barreras ni frenos. Tampoco la esclerosis múltiple que le diagnosticaron cuando tenía 36 años.

Hasta esa edad, Cooke había seguido la tradición familiar, policía en Toronto (Canadá) durante catorce años, incluso perteneció a un grupo encubierto antidroga . Dejó el puesto por amor, y se trasladó a Australia con su nuevo marido. El deporte había sido parte fundamental de su preparación para policía y no lo dejó en su nueva casa. Pero, en 1998, después de una competición de natación en Hobart, un síntoma raro: visión borrosa, mareos, pérdida de equilibrio... El diagnóstico fue rápido, duro, terrorífico: esclerosis múltiple . Una enfermedad que tiene diferentes grados, que afecta de distintas formas, según la persona, según el momento, y sin solución.

Los médicos le dijeron que se preparara para quedarse incapacitada, pero Cooke se negó. Siguió con un altísimo nivel en natación y empezó a competir también en remo; sexta en el Mundial de 2009. A partir de 2011 decidió cambiar la embarcación por la bicicleta , la modalidad de triciclo porque el equilibrio podía fallaba cada vez más, la enfermedad iba avanzando. Ese mismo año, sin embargo, combatió los síntomas para llevarse dos platas en el Mundial de Dinamarca, puerta abierta para los Juegos Paralímpicos de Londres 2012. Allí, la revolución, pues venció en la prueba de contrarreloj mixta, a mujeres y a hombres. Con 51 años.

No tenía freno, ni la enfermedad ni su ambición, oro en Río 2016 en las pruebas de contrarreloj y ruta, además de varias medallas mundiales en ese ciclo y en el siguiente. A Tokio llegó con fuerzas y ganas de demostrar que ni la edad ni la esclerosis iban a mermar su hambre de más medallas. Con 60 recién cumplidos suma una plata a su vitrina y todavía tiene la prueba de ruta para completar la colección en esta cita. Ella decidirá si París está cerca para ampliar palmarés, no su enfermedad. Como repite ella en las charlas motivacionales que ofrece: «No hay mayor placer que lograr las cosas que la gente te dice que no puedes hacer».

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