Golf

Bryson DeChambeau, el pinchazo del golfista del gimnasio y las proteínas

Bryson DeChambeau se ve obligado a pasar por el quirófano y su plan de potencia extrema queda descartado por ahora, pues el cuerpo no le aguanta más

El norteamericano Bryson DeChambeau AFP

Miguel Ángel Barbero

o le ha durado mucho la alegría a Bryson DeChambeau (28). Después de ganar el Open USA de 2020 gracias a su nuevo cuerpo de culturista y de lograr su octavo título del PGA un año después, parecía que su dieta de 6.000 calorías a base de batidos de proteínas y explosivas sesiones de gimnasio estaban dando el resultado apetecido. Buscaba ganar una potencia desmesurada en sus lanzamientos a base de conseguir una velocidad de swing que, a la vez, le permitiera participar en los concursos del Mundial de bombarderos, fuera de los torneos convencionales a los que estaba habituado.

La segunda parte de su estrategia de cambio físico era hacerlo siempre dentro de los límites de la seguridad médica. Con el constante seguimiento de galenos y nutricionistas buscaba que su organismo no sufriera merma alguna. Sin embargo, a finales del año pasado su cuerpo empezó a mandarle señales de alerta en forma de molestias en la cadera que le impedían realizar las cadenas cinéticas previstas a su máximo rendimiento. Y también tuvo avisos en la mano izquierda, que no podía cerrarla cuando agarraba la empuñadura del palo. Todo su planteamiento se vino finalmente abajo cuando, después de haber estrenado el curso de manera discreta en en enero (acabó el vigésimo quinto en Hawái y no pasó el corte en San Diego), Bryson se cayó al suelo en febrero de la forma más tonta.

En ese momento, en el Saudi International del Circuito Asiático al que fue invitado con un lucrativo fijo de salida, no era aún consciente de la gravedad de la lesión que sufrió jugando al tenis de mesa con Sergio García y Joaquín Niemann. No dejaba de ser un momento de relajación en el que los jugadores estaban inmersos para pasar el rato. Pero el californiano patinó en un suelo demasiado pulido con tan mala suerte que aterrizó de forma completamente horizontal sobre su cadera izquierda dañada y, de paso, sobre la muñeca del mismo lado.

La consecuencia inmediata fue su retirada de la prueba del Mar Rojo y unas complicaciones físicas que empezaron a sembrar de dudas al jugador. Por un lado, porque los planes de recuperación de esas dolencias rondaban los cuatro meses, lo que ponía en duda se participación en los tres primeros grandes del año. Por otro, porque se dio cuenta de que su estrategia de dieta y gimnasio no era tan beneficiosa como el creía.

Justo antes de su tremendo cambio físico en 2020 había ganado cinco torneos en solo ocho meses. Pero desde entonces, solo uno por año; evidentemente, cualquier golfista lo firmaría (especialmente con un major para su palmarés), pero esos logros no se corresponden con todo el revuelo que generó su apuesta. Una de las razones que esgrimía en su estrategia de cambio físico era que lo hacía con gran seguridad pues estaba todo científicamente calculado para que su salud no se viera perjudicada en el proceso.

Sin embargo, su cuerpo ha dicho basta . Aunque haya sido por un accidente, la inactividad también le ha pasado factura y la cadera ya le está mandando avisos de sobrecarga. De hecho, la dieta de proteínas no funciona si no va acompañada por los movimientos en el gimnasio y el parón le ha obligado a dejarla en cuarentena. La consecuencia de no haber podido alcanzar el nivel de antaño en este tiempo es que el rendimiento de su swing no pasaba del 80%, según reconoció la pasada semana en el Masters de Augusta . Pero, lo peor de todo, es que al no seguir el consejo de los médicos en cuanto a su rehabilitación se le ha agravado la lesión de la muñeca. Reapareció prematuramente en el pasado Mundial Match-Play, donde no pasó la fase de grupos y, posteriormente, no superó el corte ni en Texas ni en Augusta.

Al igual que le sucedió a finales del curso pasado cuando apenas podía sujetar el palo después de su evento benéfico con Brooks Koepka, su muñeca no ha aguantado más. Al final operarse ha sido el paso obligado y, a partir de ahora, se ha creado más incertidumbre si cabe sobre su futuro.

Los grandes en peligro

Si todo va bien, deberá estar otros dos meses de baja , que, unidos a las seis semanas que ya había parado entre febrero y marzo, suman los cuatro que le habían prescrito en principio. «Ya sabéis cómo soy, no podía quedarme en casa parado», reconoció en el National, pero su impaciencia no le ha restado plazos y le ha costado pasar finalmente por el quirófano . De manera que ya se perderá con seguridad el PGA de mayo y el US Open, en junio, está más que entredicho. Y en caso de poder llegar a tiempo, habrá que ver en qué condiciones lo hace.

Esto indica que, al igual que sucedió en sus últimas apariciones, habrá que empezar a olvidarse de las exhibiciones de distancia. DeChambeau tendrá que volver a sus dimensiones previas y a tratar de conseguir sus victorias con las señas de identidad que le llevaron a la primera línea del golf mundial: un trabajo desmesurado en la cancha de prácticas y una concepción científica de los movimientos basada en la misma longitud de todos los palos para tener una precisión absoluta. Y, obviamente, una mentalidad de depredador cuando olía la sangre de sus rivales. Ya era un ganador y debería volver a ello.

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