polideportivo

Aizkolaritza, el deporte rural que busca la globalidad y la profesionalización

La gran final de este deporte ancestral, en el Bilbao Arena, será emitida por televisión a nivel nacional y en streaming para todo el mundo

Fuerza, técnica y resistencia van de la mano en este deporte ABC

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La aizkolaritza, tal vez el deporte rural vasco más popular, pide paso a la modernidad. Al igual que a otras muchas, la pandemia también puso frente al espejo a esta disciplina y le sirvió de catarsis. Estancados, sin un propósito claro y cada vez más alejados del público, los aizkolaris unieron fuerzas junto al p romotor Xabier Uribe-Etxebarria para iniciar un camino sin vuelta atrás. Desde entonces han hecho un esfuerzo por divulgar y expandir su deporte, por adaptarlo a los nuevos tiempos y dotarlo de mayor espectacularidad. El resultado lo esperan conocer este domingo, cuando los nueve mejores cortadores del año, seis hombres y tres mujeres, se midan en el Bilbao Arena en la gran final del campeonato , la Sherpa.ai Aizkolari Txapelketa Nagusia. La gran novedad es que la competición será retransmitida en directo por televisión a toda España (12.00 horas, Gol) y por streaming para todo el mundo a través del canal de Youtube de LaLiga Sports, una cuenta que tiene 1,8 millones de suscriptores. «Estamos dando pequeños pasos, pero muy firmes, para que la gente nos vaya conociendo y se vaya enganchando», explica a ABC Aitzol Atutxa, uno de los finalistas, poseedor de cinco txapelas de campeón . «El día de mañana sí habrá objetivos más ambiciosos, como dedicarnos de forma profesional».

Este nuevo trayecto implica, entre otras cosas, impulsar al deporte más allá del País Vasco y Navarra , que no dejan de ser su hábitat natural. No se trata de perder la tradición, sino de adaptarla a los gustos actuales y hacerla llegar a más gente: «En todas partes hay árboles y en todos los lugares se cortan para hacer madera. Puede ser un deporte mundial. En Australia hay muchísimos practicantes. De hecho, las hachas que utilizamos ahora vienen de allí, porque nos dimos cuenta que eran mejores que las nuestras». En este empeño universalizador, los aizkolaris tratan también de desembarazarse de los estereotipos : «Muchos de nosotros ya somos universitarios y nos alejamos de esa idea que tiene todo el mundo sobre los deportistas vascos de gente ruda y de monte, da igual que sean aizkolaris o levantadores de piedras. Ese relevo generacional ya se ha dado». El propio Atutxa se reconoce como urbanita, tiene un grado en gestión de negocios y está al frente de varias empresas. «Muchos ya no viven en caseríos y se va rompiendo ese tópico del leñador. Vamos más hacia un prototipo de deportista cada vez más especializado».

Más mitos que hay que romper. La fuerza bruta no es lo que convierte a un aizkolari en campeón : «La técnica es lo más importante», profundiza Atutxa. «Es un deporte de fondo. Hay que tener fuerza, claro, pero sobre todo resistencia . Es como una maratón, pasas cuarenta minutos cortando con el hacha. El esfuerzo es importante, pero la edad no es un perjuicio. Los deportistas a lo largo de los años van aguantando ese nivel». Esa técnica se va pasando de generación en generación y perfeccionando con los años. «Uno va conociendo la herramienta y la madera y puliendo esa técnica. Cuando ya se tenga eso empieza a importar la fuerza, no antes. El hombre más fuerte que me trajeras no le iba a ganar a un chaval de quince años que ya tuviera la técnica».

La final espera congregar a cerca de 2.000 personas en el Bilbao Arena, una cifra aceptable para la situación actual, pero muy lejos de los años más prósperos de la especialidad: «Antaño hubo hasta 20.000 personas en la plaza de toros de San Sebastián viendo una competición de aizkolaris. Todo el mundo tenía que hacer leña para casa y al que lo hacía bien se le daba valor«, cuenta Atutxa con cierta nostalgia.

Sin llegar a tanto, hoy en día los aizkolaris se conforman con ofrecer un producto con la adrenalina y espectacularidad suficiente como para, al menos, no perder dinero. « No somos profesionales , nos gusta lo que hacemos y nos dedicamos plenamente, pero no podemos vivir de ello. Lo compaginamos con el trabajo, la familia…Y es un deporte caro. Igual que un ciclista tiene que montar en bici para entrenar y un maratoniano tiene que correr, nosotros tenemos que cortar con el hacha. Qué pasa, que cada tronco que utilizamos lo tenemos que comprar, y eso ya no se reutiliza. Supone un gasto importante en la preparación aunque luego vendamos la madera para las chimeneas».

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