La mecánica vuelve a arruinar a Alonso en Indianápolis

No pudo ser. Fernando Alonso , que perseguía la Triple Corona (Gran Premio de Mónaco, 24 horas de Le Mans y 500 Millas de Indianápolis) volvió a quedarse a las puertas, elevando aún más la leyenda de Graham Hill, el único piloto en haber vencido en las tres pruebas míticas .

Obsesionado por demostrar su polivalencia para entrar en el Olimpo de los mejores pilotos de la historia, es asturiano se vio penalizado por su posición excesivamente retrasada en la parrilla (era el 26) y los errores de sus mecánicos en las paradas que realizó. A pesar de ello, se aferró a la estrategia y un milagro para afrontar el último cuarto de carrera para mantener opciones de victoria, aunque terminó vigesimoprimero. Álex Palou , que salía en séptima posición, acabó con su monoplaza estampado con el muro en el meridiano del campeonato y el campeón, como en 2017, fue Takuma Sato .

Alonso y Palou buscaban la inmortalidad en el Race Day por excelencia, junto a otros 31 pilotos que pretendían grabar su nombre para posteridad en trofeo Borg Warner. Soñaron ambos con lograrlo en una edición diferente y descafeinada a pesar de contar con ocho ganadores en el Speedway y un doble campeón de F1 . Pero el óvalo no estuvo rodeado por los 300.000 aficionados que suelen darse cita en Indianápolis.

El cambio en el calendario y las novedades aerodinámicas en los monoplazas convertían en imprevisible la carrera . Acostumbrados a competirla en mayo, el circuito se abría esta temporada, a causa del coronavirus, en agosto, con el aumento de temperatura correspondiente. A ello se le añadía que los vehículos debían correr con peso extra a causa del aeroscreen , que empeoraba la tracción y obligaba a modificar la conducción en pelotón.

No empezaron mal los dos pilotos españoles y pronto se vieron beneficiados por los numerosos accidentes que iban ocurriendo a lo largo de los 4,023 kilómetros del óvalo. No se arrugaba el asturiano, que confiaba en su experiencia. De hecho, ambos llegaron al ecuador de la prueba mejor de lo que esperaban . Un accidente de Akew y Daly (vuelta 92 de 200), que acabaron chocando entre ellos cuando ya habían perdido el control de sus monoplazas, permitió a Alonso afrontar la bandera amarilla en la 16ª posición. Superaba las previsiones y las expectativas de McLaren.

A partir de ahí también se activó Palou, que empezó a adelantar adversarios hasta colocarse en novena posición y con intención de seguir escalando. Se disputaba el giro 120 y ahí fue donde se acabó la suerte del catalán. El «rookie» impactó contra las barreras de la primera curva del circuito y pudo retirarse por su propio pie tras salir del coche, aunque finalizó su participación en la carrera clásica. «Es una lástima. Estábamos ganando posiciones. Estaba confiado. He intentando una maniobra y ha sido una pena porque podríamos haberlo hecho muy bien al final de la carrera. He aprendido muchísimo y ha sido divertido. Aunque estoy triste quizás dentro de una hora esté mejor», explicaba inmediatamente Palou.

Se le torcía también la carrera a Alonso, que tres vueltas más tarde perdía excesivo tiempo en un pitstop . No le arrancó el coche y fue doblado, perdiendo prácticamente todas las opciones de lograr el histórico triunfo que perseguía. Salió con vuelta perdida y cruzaba los dedos para que se dieran las circunstancias idóneas para el milagro, aunque ya no dependía de él ni de su volante.

Decidió jugársela con la estrategia y aprovechar el accidente de Rossi (vuelta 159) para volver a entrar a boxes y realizar un final de carrera con neumáticos frescos y el combustible adecuado. Pero no hubo suerte. Alonso no pudo remontar en una carrera que acabó ganando Takuma Sato . La carrera acabó tras un fuerte accidente de Spencer Pigot.