La ansiada medalla. Teresa Portela, en sus sextos Juegos Olímpicos, se hizo con la plata en K1 200. La gallega, que se metió en la final por una milésima de segundo, consigue el primer metal de su carrera. Hace unos meses, en una entrevista para ABC, contó cómo afrontaba esta cita: «En estos años he evolucionado como piragüista, como deportista y como todo. He sumado experiencias, pero no cambia la ilusión con la que afronto unos Juegos. Ir a Tokio es increíble». La plata es el premio a una carrera extraordinaria. El clásico metal de vela. Había muchas esperanzas en la delegación española de vela, disciplina que más medallas ha dado a la historia del deporte nacional. Joan Cardona, con su bronce en la clase Finn, sacó lustre a la vela española, que en Río 16 se fue de vacío. «Venía a por una medalla y no me servía un cuarto puesto». Dicho y hecho. Fin de una era. Con honor, ante Estados Unidos, cayó la selección española de baloncesto, cerrando así una etapa gloriosa. Los hermanos Gasol se despiden de la selección tras una brillantísima trayectoria que se ha prolongado durante dos décadas. «Nos bajamos de esta atracción tan bonita», dijo Pau. Remontada hacia la medalla. La selección de balonmano derrotó a Suecia después de un partido extraño remontado en los minutos finales. Una de las generaciones más talentosas de la historia del balonmano español se ganó su derecho a pelear por las medallas en uno de los partidos más atípicos de los Hispanos en los últimos tiempos. Metal con suspense. La selección de fútbol se tuvo que ir a la prórroga contra Japón, concratemente hasta el minuto 115, para certificar su pase a la final olímpica, donde espera Brasil. Asensio anotó al borde del final del partido para asegurar el metal para el combinado dirigido por Luis de la Fuente. Brasil, por su parte, había ganado a México en la tanda de penaltis. Esperanza en Katir. Con total autoridad. Mohamed Katir ha llegado a Tokio en un momento tan dulce de forma que es capaz de ganar la segunda semifinal de 5.000 metros con 13.30 sin despeinarse, mirando a los lados y ejerciendo de gran dominador. Habrá que ver de lo que es capaz en la final, porque el viernes eso será otra cosa, pero hasta ahora el fondista de Mula transmite las mejores sensaciones. Una sonrisa y un bronce. Simone Biles compitió, sonrió y se colgó la medalla de bronce. La reaparición más esperada de los Juegos de Tokio, la de la gimnasta llamada a reinar, se saldó con un metal más para la estadounidense. Las expectativas en torno a su figura eran enormes, pero Biles alzó la voz, contó su bloqueo mental y se apartó de algunas pruebas. Volvió el último día, ovacionada por público y rivales, y se despidió desde el podio. Un oro agridulce. Duplantis cumplió con las previsiones, se llevó el oro con holgura y, aun así, se marchó con una mueca de decepción en su rostro. Se esperaba su participación en los Juegos como uno de los grandes momentos del atletismo, y Duplantis no defraudó en absoluto. Ganó la final de pértiga con solo cinco saltos, todos ellos válidos, y tras asegurarse el oro con 6,02 se marcó un intento de récord del mundo sobre 6,19 que lo tuvo en sus manos, también en el primer intento. Solo un toque de pecho cuando ya estaba cayendo privó al Olímpico de Tokio celebrar dos plusmarcas mundiales el mismo día. Volar sobre las vallas. Karsten Warholm llevó los 400 metros vallas a una nueva dimensión. En una final inolvidable, el noruego bajó de los 46 segundos (45.94) para batir a un Rai Benjamin que también hizo una marca sensacional (46.12). Su gesto fue mezcla de rabia -se abrió el body mientras señalaba Noruega- y de incredulidad, con la mano en la boca y los ojos abiertos como platos mirando al marcador principal. La reina de Jamaica. Elaine Thompson-Herah no estaba para sorpresas en estos Juegos. Ya tiene de nuevo el doblete 100-200 que conquistó hace cinco años en Río. Han sido temporadas problemáticas, de lesiones y sufrimiento, pero cuando la jamaicana está en condiciones, su superioridad es incuestionable. Por mucho empeño que le ponga la valiente Shelly-Ann Fraser-Pryce, Thompsom-Herah está en un nivel superior.