¡QUÉ PENA!

Qué pena da comprobar una y otra vez que hay gente a la que le importa un pimiento el deporte y que lo usa principalmente como excusa para dar rienda suelta a su agresividad, verbal y física; a su ira contenida ante 'personas' como ellos con el único pretexto de que piensan o sienten de forma diferente.

Qué pena que esto ocurra en cualquier parte del planeta, pero especialmente en nuestra provincia, tan necesitada de buenas noticias y no de 'ruidos' absurdos e improductivos que terminan encasillando a un todo por una parte y que desvían la atención de lo realmente importante.

Qué pena que esas peleas entre ¿aficionados? al fútbol se sucedan regularmente cuando se encuentran y qué triste que las pipas, las bufandas y los auriculares se sustituyan con total impunidad por palos, piedras o armas blancas.

Porque no debería hacer falta que una persona muera para que las autoridades competentes actúen, aunque a veces parece que ni así se tiene la capacidad de poner fin a esta pesadilla que aleja a las familias y los niños, verdadero motor de este deporte, de los estadios. De Primera, de Segunda o de Tercera.

Qué pena crecer con la sensación de que es lógico no poder vestir unos colores en determinados estadios con tranquilidad. Teñir de provocación la intolerancia. Normalizar el comportamiento inapropiado. Reírle las gracias a los graciosillos. Mirar hacia otro lado hasta que el problema no nos afecta directamente.

Qué pena que la falta de educación, el miedo y los intereses económicos impidan ponerle freno de verdad a este escenario que explota de vez en cuando pero que está siempre en el aire con el tic tac permanente de la bomba que en cualquier momento puede entrar en proceso de detonación.

Qué pena y qué injusto. Para el Cádiz CF, para el Xerez CD y para los que realmente desean disfrutar del fútbol.