vuelta a españa 2016
La Vuelta quiere volver a Bilbao
En 2016 saldrá de Ourense y mantendrá el modelo de muchos finales en alto pese a las críticas de los ciclistas
La Vuelta 2016 saldrá desde un balneario de Orense con una contrarreloj por equipos y quiere volver a tener un final de etapa en Euskadi. Javier Guillén , director de la ronda, tiene entre sus objetivos repetir la meta en la Gran Vía bilbaína tras subir el alto del Vivero, como en 2011, cuando la capital vizcaína fue una fiesta ciclista. Guillén ya ha tenido un primer contacto con representantes del Ayuntamiento de Bilbao. Pero no parece que a corto plazo la ciudad vaya a acoger un final de etapa. Más probable es que la ronda vuelva a asistir pronto a un desenlace en Arrate. En cualquier caso, el recorrido final de la edición 2016 está por hacer. Sólo se sabe lo que ayer confirmó Guillén, que nacerá en un balneario de Orense .
La carrera partirá del 20 de agosto. Ese sábado, como en esta edición, habrá una contrarreloj por escuadras. «Sobre asfalto», aclaró Guillén. No quiere otro lío como el que provocó el trazado sobre albero de Puerto Banús. Los ciclistas amenazaron con hacer un plante y, al final, se anularon los tiempos. Además de la primera, habrá más etapas en Galicia, que se ha convertido desde hace cuatro años en sede habitual de la ronda. La Vuelta 2016, que probablemente pisará de nuevo Asturias, seguirá el patrón de las últimas ediciones. «Con muchos finales en alto» . Ahí, Guillén es firme. Defiende ese diseño con el convincente argumento de las audiencias televisivas, que este año rondan el millón y medio de espectadores. «Finales así son lo que la gente quiere». La victoria de Mikel Landa en Andorra , en un itinerario lleno de puertos, superó los dos millones de seguidores. «Es nuestro modelo», insiste el director de la carrera.
La televisión manda. A ella se ajustan, por ejemplo, los horarios de la etapas, que acaban sobre las seis de la tarde , con una hora de retraso en relación al Tour. Los ciclistas llegan así más tarde al hotel. Y aún se demoran más cuando los finales de etapa son en alto, en cimas como Caminito del Rey, Capileira, Cumbre del Sol, Sotres o la Ermita de Alba, donde no pueden acceder los autobuses de equipo. Los corredores se cambian de ropa allí mismo, en la cuneta, y tienen que bajar en bicicleta, en medio del atasco, durante diez y hasta 20 kilómetros hasta alcanzar el aparcamiento de los buses e iniciar el traslado al hotel. Para evitar accidentes mientras zigzaguean cuesta abajo entre coches y aficinados, algunos llevan silbos y hasta timbres.
La Vuelta pone un helicóptero a disposición de los líderes para acortar los traslados. Los gregarios tiran de timbre. Y llegan tarde al descanso. Guillén ha recibido quejas, de «Purito» Rodríguez , por ejemplo, porque sus compañeros de equipo han empezado a cenar pasada la media noche. Todo eso no se ve en la pantalla. Pero se nota bajo la piel de la carrera, que corre cansada. Los ciclistas y los equipos asumen el aluvión de finales en alto de la Vuelta. Es parte de su trabajo. Saben que es lo que el público espera. Pero se sienten maltratados por la falta de espacio y condiciones en esas metas. Lo dicen en voz baja. Solo la alzan cuando en la carrera se produce un incidente. Entonces arremeten contra la organización. Hace tiempo que el ciclismo vive una guerra de baja intensidad entre los equipos y los organizadores de carreras. Cruce de amenazas.
Este viernes, a tres días del final de esta edición, Guillén anunció que la Vuelta 2016 partirá desde un balneario de Orense y que mantendrá el perfil de finales en alto. «Jugaremos con la innovación (puertos nuevos) y la tradición (¿Angliru? ¿Lagos?)», dijo el director de la Vuelta, que quiere volver a Bilbao , aunque sabe que «eso no depende de la Vuelta». El Ayuntamiento tendría que dar un paso. Pedirlo. Y no parece que vaya a hacerlo para 2016. A los ciclistas les gustan metas como la de Bilbao. El público está asegurado y tienen el hotel a unos minutos, un lujo en la Vuelta.
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