Ledecky destroza a Ledecky

Sin apenas mover las piernas, la cadencia de brazadas de Katie Ledecky se convierte en una trituradora de rivales. Desde el primer largo, desde el primer viraje, en el que ya había puesto un cuerpo de distancia con Lotte Friis, segunda en ese momento, cuarta al final de la prueba. En ese final en el que la estadounidense paró el crono en 15:25.48, más de dos segundos mejor que el récord del mundo impuesto por ella misma en la semifinal (15:27.71).

Ledecky, superada por Ledecky. Y con la misma aparente facilidad con la que impuso el primer registro, dejándose llevar, sin buscarlo. Como con la inocencia que desprenden sus rasgos, todavía sin terminar de formarse porque la estadounidense cumplió 18 años en marzo. Le queda un mundo por mejorar si sigue a este ritmo de récord por brazada, de hito por patada, a pesar de las pocas que da, porque en su estilo de nado apenas utiliza el tronco inferior. Mérito tremendo que refrenda con el más difícil todavía: después de ganar el oro en los 1.500 metros , Ledecky se lanzó al agua en la semifinal del 200 libres.

Apenas habían pasado quince minutos , apenas se había secado el sudor y las gotas del cuerpo. Pero a la estadounidense le gusta superarse a sí misma casi más que a las rivales. Pasó el primer viraje última, y solo una posición ganó cuando se enfrentaba a los últimos cincuenta metros. Y aún así, Ledecky logró apuntarse a la final al terminar en tercera posición. Y a seguir devorando récords, a seguir devorándose a sí misma.