Golf | Open Británico

Tom Watson, el señor del British

Con 65 años, y cinco veces campeón del torneo, hoy se despide de este evento el hombre que mejor ha leído los «links»

Tom Watson, el señor del British AFp

Miguel Ángel Barbero

Hablar de «links» es hacerlo de Tom Watson . Este término alude al juego en campos naturales, costeros y atacados por los elementos, tan propio de las Islas Británicas. Y, curiosamente, es este estadounidense el que se ha ganado el apelativo de «Señor del British Open». A lo largo de sus extensa carrera (se hizo profesional en 1971) ha ganado este torneo en cinco ocasiones y, en los últimos años, ya en categoría sénior, otras tres. Es decir, que estos campos no tienen secretos para él. «Paradójicamente, al principio no me gustaban nada estos recorridos —reconoce con una sonrisa—. Y pasó bastante tiempo hasta que conseguí hacerme con ellos. De hecho, hasta que no gané mi cuarto trofeo no los terminé de disfrutar». El problema era que, debido a la orografía del terreno y a lo cambiante del clima, la bola no siempre iba donde el campeón quería. «Estaba convencido de que no era justo que los buenos golpes no tuvieran su recompensa. Y aunque me llevé tres Opens a base de luchar mucho, no terminaron de llenarme plenamente». El primero fue llegar y besar el santo. En su primera aparición en Carnoustie, en 1975, se llevó la Jarra en un desempate frente a Jack Newton. Dos años después superó a Jack Nicklaus en Turnberry, en el famoso «Duelo al Sol». Luego, en 1980, Muirfield le coronó por tercera vez y ya se quedó como el favorito del público.

«El nuestro fue un amor a primera vista», comenta Watson sobre su relación con Escocia. «Recuerdo que antes de mi primer triunfo se me acercó una niña y me dio un pequeño amuleto de la suerte que llevé en mi bolsa durante muchos años. Ese gesto representó para mí la pureza y la inocencia del golf en este país; es una filosofía de vida».

«Links» majestuosos

Fue con sus triunfos de 1982 (Royal Troon) y 1983 (Royal Birkdale) cuando ya pudo entender plenamente los «links». «Entonces me di cuenta de la majestuosidad de estos campos y aprendí a respetarlos por la historia que acarrean», apunta. Todavía acariciaría el éxito dos veces más, pero se tuvo que conformar con dos subcampeonatos: en 1984 se lo arrebató Seve Ballesteros en St. Andrews y en 2009 Stewart Cink en Turnberry; sin embargo, su momento en los grandes ya había pasado. A su brillante palmarés se habían añadido también dos Masters (1977 y 81) y un Open USA (82), que destacan entre sus 71 victorias profesionales. Jugó cuatro Ryder Cups y fue capitán en otras dos, además de ser número uno mundial de 1978 a 1982, según el ranking McCormack.

Llegados a este punto, con todo en su carrera más que conseguido, ha querido celebrar el cuarenta aniversario de su primer Open con una despedida en la cuna del golf, St. Andrews. «Es algo que me hacía mucha ilusión. Me hubiera gustado que fuera el domingo, pero me temo que va a ser hoy mismo», apunta con resignación. «Mi primera vuelta no ha sido muy buena (+4) y tendría que hacer una segunda excepcional para superar el corte. Y según estoy jugando no lo veo muy factible», asume con franqueza.

El momento en el que atravesará el Swilcan Bridge del hoyo 18 por última vez lo tiene más que imaginado . «Sé que será un momento muy especial y esa fotografía la guardaré siempre en mi corazón. Me voy con la conciencia muy tranquila por haberlo dado todo en este deporte y por haber recibido también todo el respeto que le he ofrecido. No tengo más que palabras de agradecimiento para el Open y para el público británico por todos estos años».

Tom Watson, el señor del British

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