TOUR DE FRANCIA
La desesperación de Thibaut Pinot
La gran esperanza francesa pierde los nervios y el Tour cuando se le bloquea el cambio de la bicicleta en un tramo de pavés
Thibaut Pinot, tercero en el Tour de 2014 , no deja de luchar contra sus miedos. Vértigos, terror a los descensos, a las caídas. El lunes, cuando vio a su compañero Bonnet incrustarse contra el suelo, empezaron a temblarle las piernas. Le volvió la angustia y, como amputado por el terror, llegó tarde al Muro de Huy . Pasó otra mala noche. Otra vigilia de sudor frío en la almohada pensando en el pavés que le esperaba ayer. Ya en carrera, casi siempre a cola del grupo, aguantó. No se le rompió el hilo que le unía a los mejores, pero esta vez le atizó la mala suerte: el cambio de su bicicleta se quedó bloqueado en el penúltimo tramo adoquinado. Le costó tres minutos y medio de retraso y una tonelada de desesperación. Ya está a más de seis minutos en la general. «En el Tour tendré que buscar otros objetivos». No dejaba de gesticular. La cara negra del polvo y la rabia.
Pinot mostró ayer su falta de temple. No domó su nervio. Cayó en el pánico. «Es que el coche de mi equipo venía en el puesto trece, atrás, y así es imposible que te cambien la bicicleta a tiempo», repetía. Maldecía. No se controló. «El cambio se ha atascado en la catalina grande y el piñón pequeño». En la pedalada que más cuesta dar. Pinot se detuvo. Nadie venía. Apareció un gregario, Ladagnous. «Pero es diez centímetros más alto. No me valía su bici». Se cabreó más. Echaba chispas, golpeaba la bicicleta. Estaba fuera de sí. Para cuando arrancó, el Tour caminaba ya muy lejos de su alcance. Sólo cuando se calmó quiso lanzar un mensaje optimista: «Voy a acabar este Tour. Queda mucho y quiero demostrar que mi talento sigue ahí». Quiere volver a ser el que fue en 2014, el escalador que asombró en el Tour.
Pero también es el ciclista frágil que se retiró en el Tour de 2013. Acabó harto de sus temores y del reflejo que tenían en la prensa francesa. Se derrumbó en la octava etapa de aquella edición, en el descenso de Pailheres, cuando todo el mundo cogía plaza para subir a la meta de Ax-3Domaines. A Pinot le vinieron encima sus demonios. La fobia a los descensos. La misma sensación que alguien con aracnofobia encerrado en un ascensor lleno de bichos. Frenó. Se bloqueó por el recuerdo de una grave caída que había sufrido cuando era juvenil. Pinot el tembloroso. Entonces le recomendaron apuntarse a deportes de riesgo. Algo de vida loca. Con la colaboración de un antiguo piloto profesional, Max Mamers, se subió a un vehículo de competición, a derrapar por el circuito de Magny-Cours. A esquiar. Al límite. La terapia funcionó y en 2014 Pinot ilusionó a Francia. ¿Al fin un ganador galo del Tour? No será Pinot en 2015.
El consuelo para el país de la Grande Boucle es Darren Barguil , de sólo 23 años y decimoprimero en la general de este Tour. Ayer, en su primer día en el pavés, estuvo con los mejores. Suelto. Perfil de escalador y mañas de clasicómano. Aún no se conoce. «Sólo me había entrenado una vez sobre los adoquines. Mi compañero Degenkolb me iba dando consejos», contó. Es su primer Tour. El bautizo. A poco más de un minuto de Froome en la clasificación, se encoge de hombros cuando le preguntan por sus opciones.
«No conozco el Tour, pero sí he corrido dos veces la Vuelta. Allí gané dos etapas y acabé entre los diez primeros», farda. Es ambicioso. Pese a su adaptación ayer al pavés, estaba enfadado. Se sentía mal, con bilis por la etapa que su equipo, el Giant, había dejado escapar. «Yo estaba bien, con fuerza. Cuando ha saltado Tony Martin tenía que haber ido a por él y cerrar ese hueco», decía. Degenkolb, su guía sobre las piedras, fue el mejor en el sprint del grupo, eso sí, a tres segundos de Martin, el vencedor, el que se le escapó a Barguil, el francés que consuela a Francia.
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