ciclismo

Froome avisa a Contador

El inglés nacido en Kenia que reside en Mónaco y entrena en el Teide se muestra pletórico al ganar el Dauphiné

Froome avisa a Contador

JOSÉ CARLOS CARABIAS

La vieja Europa ciclista, depositaria de la tradición y las costumbres, esboza una sonrisa a media asta cuando fracasan los nuevos colonizadores. Se regocija ante el fiasco, en el Giro de Italia por ejemplo, de los equipos que impusieron nutricionistas y dietistas, cocineros a medida, colchones personalizados para los corredores y lavado de manos con gel especial en el hotel para evitar infecciones de los ciclistas. Cada vez que el Sky naufraga, aumenta el número de pasajeros felices en el pelotón. El gigante de la comunicación Sky es el equipo de Chris Froome, reciente vencedor del Dauphiné Liberé y próximo adversario de Alberto Contador en el Tour (4 de julio).

Christopher Froome ganó el Tour de 2013 después de plegarse a la disciplina inglesa y permitir que triunfase Bradley Wiggins en 2012. Nunca antes fue tan evidente la superioridad de un gregario sobre su jefe. Froome representa como nadie el espíritu Sky: un africano de Kenia con nacionalidad inglesa que reside en Mónaco y que, eso sí, acampa como todos en el Teide para entrenarse. Mundo cosmopolita en un escenario ciclista global. Le llaman headless chicken (en inglés, pollo sin cabeza ) por su propensión a los despistes y a los nervios. Es pura flema británica -corrección y trato delicado-, encerrada en un cuerpo salvaje que se crió a las afueras de Nairobi con vistas a los rinocerontes.

Froome ha vencido a los principales artistas del ciclismo en el Dauphiné y en el cultivo europeo de las costumbres se recuerda el viejo aforismo: quien gana el Dauphiné, gana el Tour. Así sucedió en 2013 (Froome), 2012 (Wiggins), 2003 y 2002 (el ahora inexistente Lance Armstrong) o 1995 (Induráin).

«Estoy donde quiero estar», dice el africano. «Y en el Tour llegaré a mi mejor nivel», avisa.

No hay motivo para no creer en su profecía. Chris Froome lleva media vida tratando de justificar la legitimidad de sus éxitos. Dice comprender que la mitad de las preguntas que le sobrevolaron en 2013 cuando ganó el Tour fuesen referidas a su ética, su nivel de compromiso con un ciclismo limpio, a la ausencia o presencia de dopaje en su rendimiento. Tal vez por eso publicó un libro, «The climb» , escrito por el periodista que se arrogó la caída de Lance Armstrong, David Walsh. Y a veces no se sabe si el texto pertenece al origen keniata de Froome o al tono irlandés de Walsh.

En todo caso, Froome consideró una condena aquel trasiego mediático del Tour que venció, las ruedas de prensa posteriores a cada etapa, la atención a las televisiones y demás. Como a la mayoría de los ciclistas estrellas del pedal, la prensa independiente le incomoda.

Más líos le ha generado su pareja, Michele Cound, la sudafricana con la que se casó el pasado invierno y que no se muerde la lengua en las redes sociales. «Quizá gane el Tour un exdopado», dijo la chica en referencia a Alberto Contador la pasada primavera.

Froome ha ganado el Dauphiné, pero no de forma avasalladora. No abrumó a la competencia. Así lo vio el líder destronado, el americano Tejay Van Garderen. «Ha ganado, pero esta semana vimos que no es imbatible ».

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