atletismo
La atleta que siempre iba corriendo al colegio
La hispanocubana Indira Terrero se abre a ABC tras lograr la plata en los 400 metros del Europeo de Praga
Imprime en cada una de sus carreras, en cada entrenamiento, ese sello personal en el que mezcla inteligencia para afrontar cada prueba, destreza en cada tramo, una capacidad mayúscula para vaciarse y valentía. Es atleta de garra. Fina, pero potente. Muy veloz. La cuatrocentista, de sangre caribeña, se colgó la plata y la subió al medallero de España en el Europeo de Praga de la semana pasada. Un puñado de meses antes, ya logró el bronce en la prueba continental de Zúrich al aire libre. Indira Terrero Lettuce (La Habana, Cuba, 29 de noviembre de 1985) ya ha brindado con la selección dos metales desde que obtuvo la nacionalidad española en marzo de 2014. Hasta ese momento, los éxitos los consiguió primero en el Playas de Castellón y los mantiene ahora en el Valencia Terra i Mar, de Rafa Blanquer. La velocista repasa con ABC no sólo esa carrera, sino la suya vital.
Saborea, a poco de ponerse con la preparación del aire libre y del Mundial de Pekín, el subcampeonato de Europa: «Significa mucho para mí. Es una medalla que no tenía pensado obtenerla, porque con los tiempos que tenían las otras corredoras en el ranking no lo tenía claro», apunta.
Toda su vida corriendo, pero reconoce que los nervios nunca se pierden. «Llevo desde bien pequeña con el 400 y ya es todo como muy automático. Pero siempre te pones nerviosa, porque quieres correr bien, ganar, que salga buena carrera», detalla, al tiempo que recupera en su mente la prueba con la que fue plata: «Empezó más fuerte que las otras. Yo estaba en la calle uno. Se pusieron todas delante y pensé que no debía dejar que se escapasen y tirar con todas mis fuerzas cuando llegase el 300 a ver qué pasaba».
Cuenta, cercana y sonriente, que no había podido preparar la pista cubierta demasiado. Acabó tarde la pasada campaña, participando en la Copa del Mundo de naciones en Marrakech. No se pudo tomar vacaciones hasta octubre, de modo que empezó a preparar lo que luego se convirtió en plata en noviembre. Y en realidad, un mal recuerdo -las lesiones- le hizo tomar con calma los primeros pasos hacia Praga. «El año pasado tuve una lesión muy fuerte cuando fui a entrenar en pista cubierta y preferí tomármelo más suave, porque tenía miedo a lesionarme otra vez. Sucedió que el primer día me hice daño en las rodillas y me costó casi tres meses volver a entrenar», explica. Pese a aquel parón, fue bronce en Zúrich.
Indira Terrero se entrena a las órdenes de Rafa Blanquer desde 2011. Instalada ahora en Venecia (Italia), mantiene el contacto diario con su técnico. La distancia no ha sido problema para preparar la pista cubierta y para que además se coronase con una plata continental. Viaja con regularidad a Valencia, pero las herramientas tecnológicas, en todo caso, permiten seguir los planes. «Mi entrenador me envía los entrenamientos por correo, por whatsapp, hablamos por teléfono y no hay problema. Luego, yo le cuento cómo va saliendo el entrenamiento, los tiempos, cómo ha salido, si he hecho esto o lo otro, si estoy o no cansada, si me duele algo o no», detalla la atleta. «La clave es tener disciplina y esa fuerza de voluntad para saber que hay que hacerlo. Saber que ‘o entreno o me ganan’». Además, por Italia ha podido reencontrarse con su madre, a la que no veía ya hace casi cinco años, al no poder regresar a Cuba.
Probó con el voleibol
La hispanocubana lleva corriendo toda su vida. De niña, en La Habana, tenía el colegio cerca de su casa. Apuraba tanto que habitualmente se le hacía tarde y tenía que ir corriendo. Quiso que lo suyo fuese el voleibol. Pero el entrenador de su escuela le dijo que «era muy pequeña y que no tenía las condiciones físicas». «Me enfadé mucho», admite. Lo dicho, Indira iba a diario corriendo al colegio. Un día le paró la entrenadora de atletismo, quien acabó siendo su descubridora (Norma Gertrudis), y le planteó probar. «Fue a mi casa y habló con mi mamá. Le dijo que tenía condiciones y que el día de mañana podía ser una buena atleta».
Tenía nueve años y estaba en Primaria cuando empezó en el atletismo. Y lleva veinte años a toda velocidad: «En realidad, nunca le dije a nadie que me iba a dedicar al atletismo. Ocurrió así». Obtuvo resultados desde muy niña. Se acostumbró a las medallas y a los trece años ingresó en el Centro de Entrenamiento de Alto Rendimiento en la La Habana, donde permaneció hasta los 23 años.
Brillante velocista
Allí, donde se concentró con los mejores atletas de Cuba, se curtió y adquirió madurez deportiva y personal. «Terminé la Secundaria, hice el preuniversitario y comencé los estudios de entrenadora en la Universidad. Me desarrollé allí. Cogí madurez. Compartí buenos momentos y aprendí con atletas más mayores y con un gran recorrido. Gracias a ese centro ahora mismo soy quien soy», reflexiona. Una velocista de 400 pura, que compitió por Cuba en los Juegos de Pekín.
En 2010, tras una concentración de su selección en San Fernando, decidió quedarse en España. «Tuve una serie de lesiones en los tendones corriendo en 800 y además tuve unos problemas con mi entrenador. Se dieron varias circunstancias y decidí quedarme», explica. Fue a Castellón y el Playas le abrió las puertas a través de un entrenador cubano: «Hablé con el club y me aceptaron muy bien. Me ayudaron muchísimo, porque no tenía ningún club para competir». Después de un año, fichó por el Valencia Terra i Mar, con la estructura más potente en mujeres tanto en España como en Europa. Blanquer le hizo hueco en su equipo: «Me ayudó mucho. Si no hubiese sido por él, no sé qué estaría haciendo. Con él, he tenido mis resultados, mi nacionalidad, ser internacional con España. No tengo cómo agradecérselo». Es Indira Terrero. «El atletismo es mi vida. Es todo. Me ha dado alegrías. Me ha formado como persona. El día que no lo tenga me faltará muchísimo», acepta.
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