Vsévolod Meyerhold. Víctima del estalinismo
juguetes rotos
Fue ejecutado tras caer en desgracia por sus montajes teatrales y su mujer también fue asesinada a puñaladas

El estalinismo desató una represión atroz en los años 30. El terror se abatió sobre la sociedad soviética, provocando millones de víctimas. Dirigentes históricos de la Revolución, artistas, escritores e intelectuales pagaron con su vida tras caer en desgracia. Pero pocos casos hay tan tristes como el Vsévolod Meyerhold, ... el actor y director de teatro ejecutado el 2 de febrero de 1940.
Meyerhold había sido promovido por Lenin tras la llegada de los bolcheviques al poder en 1917. Se unió al partido y fue nombrado responsable de los escenarios rusos. Era un hombre aclamado y mimado por el régimen, dado que se había sumado a los creadores que defendían que el arte debía ser un instrumento al servicio del comunismo soviético. Sostenía que el actor era un obrero. Pronto prefirió abrir su propio teatro en Leningrado con espectaculares montajes que le granjearon una inmensa popularidad. Chejov e Ibsen formaban parte de su repertorio habitual.
Sus puestas en escena incluían elementos simbólicos y abstractos. Meyerhold no creía en el realismo socialista, sino que, por el contrario, reivindicaba el poder de la imaginación para atraer la atención del espectador. A principios de los años 30, el aparato soviético empezó a criticar sus obras, mientras Pravda le calificaba de artista burgués y reaccionario. Parece ser que el propio Stalin escribió alguno de esos ataques en los que se le acusaba, al igual que a sus amigos Shostakovich y Maiakovski, de cultivar un formalismo contrarrevolucionario.
En los años 30, el aparato soviético empezó a criticar sus obras, mientras Pravda le calificaba de artista burgués y reaccionario.
En 1934, tras el estreno de 'La dama de las camelias', fue tachado de desviacionista y la cúpula soviética le exigió una retractación a la que se negó. Por el contrario, se defendió en una famosa conferencia en la que arremetió contra los escenógrafos que hacían adaptaciones realistas. «Donde reinaba el mejor teatro del mundo, hay ahora una espantosa mediocridad», dijo.
Poco después, las autoridades dictaron el cierre de su teatro. Sólo su amigo y protector Stanislavski se atrevió a darle trabajo como director de ensayos. En 1939, fue detenido en Leningrado y llevado en tren a la Lubianka, la sede del NKVD en Moscú. No se le permitió despedirse de su familia. En la orden de arresto, su nombre figuraba subrayado con tinta azul, lo que significaba que iba a ser condenado a muerte.
Fue sometido a interminables interrogatorios y torturado en un completo aislamiento. Él mismo contó su cautiverio a un miembro del Gobierno al que le permitieron escribir para solicitar clemencia: «Me azotaron en la espalda y en las plantas de los pies con una porra de goma. Luego en los muslos y en el pecho. Me golpeaban de nuevo en los lugares donde tenía hemorragias. El dolor era tan intenso como si me vertieran agua hirviendo. Gritaba y aullaba en el suelo, arrastrándome como un perro cuando el amo le azota», señaló.
Al cabo de unas semanas, firmó una confesión en la que se declaraba un traidor al servicio de potencias extranjeras. Y delató a Shostakovich, Babel y otros. Luego se retractó, asegurando que esas personas eran inocentes.
Tras unos meses de espera, fue juzgado y condenado a muerte en secreto, sin testigos y sin defensor. Le sentenciaron por haber espiado para Japón, una pura fabulación que reconoció para salvar a su familia.
La ejecución fue inmediata. Le condujeron al sótano de la Lubianka a una celda con el suelo inclinado para facilitar el uso de la manguera. Le recibió un verdugo con delantal de carnicero, que le disparó un tiro en la nuca. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas arrojadas a una fosa común.
Meyerhold se fue al otro mundo sin saber que Zinaida Reich, su segunda esposa, había sido asesinada por el NKVD unos meses antes de su muerte. Era una actriz judía, divorciada del poeta Yesenin, con la que había contraído segundas nupcias y tenían dos hijos. Varios agentes entraron en su casa y asestaron a esta mujer 17 puñaladas. Murió en el hospital unas horas después. El apartamento fue confiscado y entregado al chófer de Beria, el secuaz de Stalin.
Su nombre y sus obras fueron prohibidas. En 1955, tras el fallecimiento de Stalin, Meyerhold fue rehabilitado por una comisión estatal, pero hubo que esperar más de una década para que sus escritos fueran publicados en Rusia. Hoy es reconocido universalmente como un precursor de la vanguardia teatral del siglo XX.
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