Toros colorados de Santiago Domecq, un torrente de bravura
Corridas Generales de Bilbao
Solo Leo Valadez corta una oreja en una corrida de espectacular presentación y excelente juego

Las tres tardes con figuras y buenas entradas han salvado de momento unas Corridas Generales gravemente amenazadas. Quedan dos corridas finales, ya sin carteles de primera pero con ganaderías atractivas. Este sábado, Santiago Domecq, uno de los grandes triunfadores de los últimos años: ningún ... toro negro; cinco colorados y uno, castaño. ¿Por qué no se apuntan las figuras a estos toros, que suelen salir bravos? Por comodidad, me temo. Lo dijo Juan Belmonte a un joven torero: «Dios te libre de un toro bravo». Pero, si se tiene capacidad, como ellos, se equivocan: torear bien a un toro bravo es mucho más hermoso y emocionante que porfiar con una res claudicante.
Sólo Leo Valadez corta un trofeo en el excelente tercero, que merecía la vuelta al ruedo.
El primero, aplaudido de salida, como luego todos sus hermanos, acude con alegría al verde (?) capote de Ferrera y al caballo va largo, aunque flaquea; cuando lo empapa en la muleta, responde con bravura y nobleza. Bajándole mucho la mano, mandando, logra algunos muletazos buenos, no todos: no es fácil dominar a un toro muy bravo. Al encuentro, deja una estocada desprendida: petición y vuelta.
Lancea movido al cuarto, también bravo, en el caballo; aprieta en banderillas y es exigente en la muleta. Ferrera solventa la papeleta con oficio pero sin brillo. Mata bien.
Bilbao
- Plaza de toros de Vista Alegre. Sábado, 27 de agosto de 2022. Octava de las Corridas Generales. Un cuarto de entrada. Toros de Santiago Domecq (incluido 6º bis), bravos y nobles, aplaudidos de salida y en el arrastre; destacó el 3º.
- Antonio Ferrera, de salmón y oro. Estocada desprendida al encuentro (petición y vuelta). En el cuarto, buena estocada (palmas).
- José Garrido, de gris plomo y oro. Pinchazo y media desprendida (saludos). En el quinto, media estocada. Aviso (saludos).
- Leo Valadez, de berenjena y oro. Buena estocada (oreja). En el sexto, buena estocada y tres descabellos (palmas de despedida).
Una lluviosa mañana de Bilbao vivió José Garrido su consagración, con seis novillos. Lucha por volver a la primera fila.
El segundo hace una espectacular pelea en varas, bien medido el castigo por Aitor Sánchez. El trasteo de Garrido tiene la emoción y el mérito de enfrentarse con gallardía a la casta de un toro bravo pero mata mal, sin cruzar.
Recibe al quinto, muy armado, con emocionantes verónicas, pero el público aplaude más las inevitables chicuelinas, mucho menos valiosas. Y Valadez, en el quite, repite el mismo palo: ¡qué hartura de chicuelinas rápidas, casi como un quiebro! Arriesga Ambel, con los palos. Comienza Garrido con ayudados por alto de rodillas, más arriesgados que eficaces para la lidia. Aprovecha la nobleza del toro ligando muletazos emocionantes, mandando mucho. Con reses encastadas, como éstas, es cuando brilla más su estilo, de valor seco, pero otra vez se muestra inseguro con la espada.
Florituras mexicanas
El mexicano Leo Valadez, apoderado por la empresa, ha toreado con éxito en Madrid y San Sebastián. Aporta espectacularidad y entrega juvenil, además de cuota hispanoamericana. Pican poco al muy noble tercero, que va largo. Valadez deja pronto las verónicas para prodigar zapopinas y demás florituras mexicanas, que encantan al personal. Cuando se pone en el sitio, el toro arranca como una centella, los ayudados tienen emoción. Liga series vistosas por los dos lados, con la vibración que el gran toro aporta. Concluye con el efectismo de las manoletinas de rodillas y se vuelca en la estocada: oreja. Nadie se acuerda de premiar al bravo toro, que no ha parado de embestir.
En una vuelta de campana, se lastima el sexto, devuelto. El sobrero flaquea un poco, no hay toreo de capa. (Nos libramos de las chicuelinas). En la muleta, es pegajoso, se cierne. Valadez se muestra voluntarioso, sin brillo, pero vuelve a matar bien: en la espada tiene su gran arma, aunque falle con el descabello.
Dos horas y tres cuartos de festejo: como tantas veces, es demasiado. Sólo un trofeo en una gran corrida de toros. Las primeras figuras que no la han elegido se la han perdido.
Posdata. Vuelven muchas modas malas: el viernes de Feria, la tradicional manifestación a favor de los presos de ETA; el sábado, la tradicional manifestación antitaurina. Todas la tardes, la moda de torear mirando al tendido. Lo inventó una tarde, en Barcelona, el inolvidable Ángel Luis Bienvenida: me lo contaba, avergonzado. Se puso de moda hace años y ahora ha vuelto. Si lo hacen José Tomás, Roca Rey, Talavante y tantas figuras, ¿quién no los va a imitar? Muy pocos. Es un error técnico: no se puede dejar de mirar al toro cuando está pasando, por si hace algún extraño. Y un error estético: es muy barato mirar al público, mendigando aplausos. Así estamos.
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