Día Internacional de la Mujer Trabajadora:
Lea Vicens: «El 8-M haré lo de todos los días, trabajar»
La rejoneadora francesa, referente femenino actual en el mundo taurino, asegura no compartir muchas de las reivindicaciones del Día de la Mujer

Llegó a España hace quince años siendo una absoluta desconocida para el mundo taurino. Su pasión por los caballos la desembarcó en ‘El Rancho El Rocío’ de los hermanos Peralta . Venía con una mano delante y otra detrás. Y aprendió a base ... de porrazos. Literalmente: montaba los potros cerreros del Centauro de la Puebla y a los tres meses ya los tenía rejoneando. O al menos lo intentaba. En menos de un decenio ya era reconocida por todo el panorama taurino y por gran parte de la sociedad. Y en cuanto ganó un poquito de dinero pasó de inquilina en La Puebla del Río a propietaria de un idílico paraje natural en Hinojos . Sólo una cancela la separa del Parque Nacional de Doñana . «Soy francesa de alma y de nacimiento, pero e stoy locamente enamorada de Andalucía . Mi vida y mis amigos están aquí».
Mañana es el Día Internacional de la Mujer ¿Qué hará usted?
Trabajar. Haré lo mismo que hago todos los días: empezaré a montar a los caballos a las siete de la mañana. Hay veces que incluso estoy doce horas entrenando. Será un día habitual para una mujer trabajadora.
Las asociaciones feministas plantean parones de la actividad ¿Es que no se identifica con la reivindicación del 8-M?
Yo haría una pregunta: ¿qué es el feminismo? Si el feminismo es la igualdad entre el hombre y la mujer, me siento feminista; pero yo no comparto esa ideología extremista. La mejor forma de hacernos valer es trabajando. Demostrar cada mañana nuestro talento y capacidad. Las apoyaré el día que las vea movilizarse por el derecho de las mujeres en países donde las desigualdades son vitales. Esos lugares en los que las privan de su libertad y las castigan incluso con penas de muerte.

¿Es difícil ser mujer en el mundo del toro?
Yo he luchado y he tenido las mismas dificultades que un hombre. No he sentido nunca diferencias en el trato conmigo. Soy mujer y soy torera. Y en este mundo el único que nos pone a cada uno en nuestro sitio es el toro. Ese no pregunta el sexo. Y cuando el público te aplaude o pide las orejas, tampoco. Ellos sólo quieren ver una faena con arte. Sin distinción. Quieren estética, talento, valentía y todos los valores que se le demandan a un torero.
Pero no me dejará de reconocer que su camino no se caracterizó por estar repleto de rosas.
Es cierto que no fue especialmente fácil, pero eso lo hizo aún más apasionante. Trabajé y luché muchísimo porque tenía las ideas muy claras. Cuando llegué a España empecé como trabajadora en la finca de los hermanos Peralta en La Puebla del Río. Yo sabía bastante de caballos, pero de toros no tenía ni idea. Lo primero que me dijo don Ángel nada más llegar fue: «Ahí están los potros, coge el que quieras». Eran potros cerreros que debía preparar en menos de tres meses para que torearan becerras. Estaban sin domesticar, absolutamente salvajes. Así aprendí. Y por ello le estaré eternamente agradecida a don Ángel, porque si me hubiese tenido entre algodones no tendría esa formación. Fue un aprendizaje a las bravas. Recuerdo que mis primeros viajes para torear los hacíamos en el antiguo camión que usaban ellos cuando estaban en activo. Viajaban juntos los toros y los caballos con los que rejonearía. Los separábamos con una pequeña valla. Son los recuerdos que me han fabricado.
¿Y cómo comenzó el ascenso?
Les compré potros a los Peralta. No podía permitirme comprar caballos ya toreando, y por eso tenía que conformarme con caballos cerreros, sin domar. La aventura la empecé conjuntamente con mis caballos, porque ni ellos ni yo sabíamos torear. Y no sé cómo lo hicimos, pero acabamos toreando. Me sigue sorprendiendo, porque ahora sé aún más lo difícil que es domar un caballo para rejonear. El milagro se traduce con doce horas de trabajo diario
¿Tiene miedo a perder ese estatus?
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Es difícil llegar y es difícil mantenerse. He llegado bastante alto, pero en mi plan de carrera aún queda mucho por conseguir. Quiero seguir ahí arriba, pero el día que no me vea así, me iré. No me gustaría verme marchitar. Aunque todavía estoy como un león.
Pero sí que se ha preocupado de tener recursos para su futuro.
Ni lo he pensado porque en mis planes no está dejar de torear. Pero como mi cabeza no deja de darle vueltas a todo, tendré muchas cosas que hacer el día que eso ocurra.
Tiene usted que mantener a 48 caballos, supongo que el parón de la actividad ha debido ser un palo a su economía.
Los gastos fijos son inasumibles sin una fuente de ingresos paralela o sin un colchón que te permita resistir. En mi caso, estoy desarrollando paralelamente a mi preparación una actividad turística donde enseño por dentro el mundo del rejoneo y hago iniciaciones a personas que nunca habían podido acercarse más allá de la plaza. Además, también he hecho mi incursión en el mundo del aceite. Estas dos actividades son las que me están ayudando a compensar un año como éste.
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Es posible que ese sea uno de los grandes problemas del toreo, que no se ha sabido transmitir sus valores.
Uno de los mejores tesoros y argumentos que debemos explotar es el medioambiental. La crianza del toro, el respeto al animal y las raíces de la naturaleza, que es la vida del mundo taurino. El acercamiento de todos estos valores filosóficos de vida y muerte es lo que verdaderamente se pierde la sociedad. Este tesoro está aún por enseñar. Lo tenemos pero no lo hemos sabido mostrar. Por eso quiero ahora desarrollar esto, para enseñar cómo se doma un caballo torero, el esfuerzo que hacemos, la convivencia en la naturaleza y el respeto mutuo entre nosotros y los animales (toros y caballos).
Por cierto, ¿para ser rejoneador hay que ser rico?
Todo es relativo ¿Qué quiere decir con rico? ¿Dinero? Yo no lo tenía. Sólo podía aportar ganas e ilusión. Y una cabeza absolutamente centrada en conseguir mi meta y en no fracasar. Fueron años de mucho trabajo. Cuando gané un poquito de dinero compré ese primer potro, después vino el segundo. Así conseguí hacer una bola de nieve, hasta que conseguí una cuadra de caballos amplia para mi profesión. Y le doy gracias a Dios porque ahora puedo ganar dinero y vivir de ello. No estoy rica, pero vivo de lo que me gusta y apasiona. Pero sí que es cierto que tener una cuadra óptima representa muchísimos gastos fijos: comidas, mantenimientos, sueldos de los ayudantes, transporte...
¿Y qué es para usted el rejoneo?
Es una manera de vivir. Es un sentimiento, la unión y la fusión de dos animales, tres con el humano y un cuarto protagonista que es el público. Sobre todo son sensaciones. No hay que olvidar que la corrida es un arte que se determina por los sentimientos que se provocan en el espectador. No hay resultados numéricos, sino corazones.
¿Y qué resulta más difícil de controlar durante la faena: los nervios, el miedo, el caballo, el toro, el público?
Lo acaba usted de resumir perfectamente. Todos esos factores deben estar perfectamente controlados y no puedes dejar nada al azar. Aunque lo bonito en el rejoneo es cuando dejas a tu caballo decidir: aunque lo guías, el que torea es él. Ese es el summum del placer intenso.
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